15: Una Ciudad De Metal Y Un Par De Locos.

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Capitulo 15

  Era esa clase de momento en el que quieres ocultarte diez metros bajo tierra, era esa clase de preguntas que parecían sencillas pero imposibles de contestar...

—¿podrías repetir tu pregunta? , no te escuché — dije para ganar tiempo.

—cuando te tropezaste, hace un momento, estuviste allí arrodillado en el suelo, estábamos de frente, no te levantaste, te quedaste mirandome... ¿tenias pensado acercarte, y... Besarme? — dijo ella por fin.

—¿por que lo preguntas?

—por que quiero saberlo — dijo con voz firme.

—¿tu querías? —pregunté.

—yo pregunté primero.

—no me importa, responde a mi pregunta, como dicen: "las damas primero".

—¿ahora seras caballero?

—siempre soy caballero.

—no hagas rodeos — me golpeó el brazo — ¡responde!

—no responderé si tu no lo haces primero.

—¡¿por que haces esto tan difícil?!

—¿a que te refieres con "esto" Anabelle?

—¿entonces no responderás? — dijo ella evitando mi pregunta.

—responde tu primero.

—¡tu primero!

—¡no!

—¡¿por que no quieres decirlo?!

—¡por quiero hacerlo! — dije, la tomé por los brazos sin pensarlo y de un momento a otro estaba besándola, por un momento pensé que Elena nos estaba mirando, pero noté que estaba dormida, sus labios eran demasiado suaves, su labial tenía un delicioso sabor dulce. Mi corazón de por sí latía fuerte cuando estaba cerca de Anabelle, pero en ese momento parecía que quería salir corriendo... Estaba demasiado acelerado.

  El ave aterrizó rápidamente y el carruaje golpeó el suelo de forma brusca, nos separamos en ese momento y Elena despertó, Anabelle estaba sonrojada pero su cara era inexpresiva, me pregunté si había sido una buena idea besarla, pero ya no podía hacer nada, todo había pasado muy rápido. Estábamos en tierra firme, miré al rededor, el suelo era de metal, parecía ser un camino, habían árboles flacuchos de los lados opuestos de el camino y en frente se podía observar algunos edificios, estaba amaneciendo y el sol se reflejaba perfectamente en aquellas enormes estructuras metálicas.

No pude mirar a Anabelle en ese momento, me sentí apenado, era lo mas estúpido que había hecho en la vida. ¿y si a ella le había gustado? ¿y si no era así? ¿dejaría de hablarme? ¿Que ocurriría?.... A mi cabeza llegaron miles de preguntas, decidí observarle y ella se acercó de nuevo.

—hemos llegado — dijo Anabelle.

Las calles de Hilba eran enormes, el suelo era de metal, habían enormes rascacielos de metal que terminaban en punta, todo en aquel lugar parecía ser metálico . Las calles estaban llenas de personas que caminaban por las aceras, todos vestían de blanco, trajes de seda blanca, camisetas blancas, zapatos blancos y solo habían una que otra persona vestida a color, pero aún así no eran colores vivos, estos eran colores pastel. 

  Me sorprendió ver una rara clase de "vehículos", que eran parecidos a automóviles de carreras, solo que no tenían ruedas, estos flotaban en el aire, no tenía ventanas solo pequeñas lineas en diagonal, las cuales me recordaron a las agallas de un pez, y al igual que todo en el lugar el auto era de metal.

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