9:el Rey

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Capitulo 9

  Los caballos que halaban de el carruaje real, eran blancos, tenían ojos de color rojo, y en sus pezuñas tenían herraduras de oro. Eran un total de 14 caballos, o al menos eso fue lo que conté.

  El carruaje real era un enorme cajón blanco de aproximadamente diez metros de largo y cinco de ancho, estaba adornado con figuras de color dorado.

—¿el carruaje anda solo? — pregunté , al ver que no había ninguna persona que dirigiese a los caballos.

—si, es mágico después de todo — respondió Javier.

  En la puerta de la entrada de el castillo, se encontraba Anaiah que parecía un tanto ocupada hablando con un chico de cabello castaño claro y piel oscura, ojos cafés, no era nada alto, osea apenas unos centímetros mas alto que ella.

—ya te vas, adiós suerte — dijo ella.

—Bueno si quieres venir... — trataba de decir antes de ser interrumpido por ella.

—¡Sí!, sería genial — hizo una pausa, al darse cuenta de que el chico antes mencionado, estaba un tanto incomodo — Oh, el Eugin — dijo mientras señalaba al chico.

—hola, es un placer — la verdad no, me pareció un tanto odioso y maleducado pero bueno... — yo soy James.

— bien. — dijo este después de un rato.

  Después de un largo tiempo en el carruaje, me sentía un poco incomodo, estar sentado en un banco de metal por varias horas hace que te quedes sin trasero.

Traté de mirar por la ventana de el carruaje, pude observar el enorme palacio real, era muy diferente a el castillo Eden, era mucho más grande, y la estructura era muy alargada, se dividía en dos torres gigantes que terminaban en punta, la edificación en si, parecía totalmente de metal, y irradiaba luz, aunque parecía ser solo mi imaginación.

—llegamos — dijo Elena.

Todos bajaron de el carruaje, yo bajé de último, observé que todos vestían igual que yo, todos de cuero negro.

—¿por que todos debemos vestir así?, ¿es una clase de ley? — le pregunté a Anabelle.

—no, es una manera de identificarnos frente al rey, veras, el rey tiene poder sobre tres regiones, nuestra región, "tetra" se identifica de esta manera, las personas de las otras regiones visten diferente.

—¿todos debemos vestir igual siempre? — pregunté.

—solo en ciertas ocasiones.

—silencio el rey se aproxima — dijo Elena.

  Estábamos frente a unas enormes escaleras metálicas, y en el tope, puede notar que alguien se aproximaba, - el rey-
El hombre era de piel clara, cabello largo rubio amarrado en una coleta de caballo, no tenia barba su rostro era jovial, su ojos eran grises muy claros; vestía una extraña armadura/traje que era de color negro, tenia una capa roja y blanca.

—bienvenidos — dijo el hombre — tu eres James verdad? — me observó y sonrió – ya pareces todo un hechicero, vengan acompañenme todos.

Le seguimos por los jardines externos de el castillo, los árboles eran hermosos, llenos de colores, habían muchos pequeños canarios cantando por aquí y por allá.

— joven James, he pedido tu presencia para hablarte de algo que no deja mi mente en paz — hizo una pausa y volteó a mirar a los demás — serian tan amables de dejarme a solas con el joven James.

—por supuesto — dijo Elena mientras retrocedía con el resto de los chicos.

El rey me hizo señas para que lo siguiera, le obedecí, éste me llevó en dirección a un enorme pasillo, al parecer esta era la entrada de el castillo.

—veras joven James — empezó el rey – es deber de un rey, asegurarse de que todo ande bien en su reino, de que su reino no este en peligro, de que no hayan amenazas...

—¿disculpe, a que quiere llegar? — le pregunté.

—tu representas una amenaza para mi Reino, gracias a ti mi hijo, el único heredero al trono, a muerto.

—¿que, a que se refiere?, no se quien es su hijo, y ¿por que seria mi culpa si murió?

—el día de el festival de la aldea Amelía, muchos hechiceros fueron asesinados por los amandios, mi hijo fue una de las víctimas.

—eso no fue mi culpa...

—si lo fue, desde que llegaste a nuestro Reino, los amandios estan fuera de control, ellos te siguieron a ti, y tu los llevaste hasta mi hijo.

—¡no es mi culpa, que esas Vestías me sigan, yo estaba bien hasta que llegaron ustedes y su magia a mi vida!

—bien, pero... ¿como me aseguras que de verdad no sabias nada de nuestro mundo?

—no sabia nada, yo no sabia nada de la magia.

—pues según el informe de tu caso, usas tu magia desde niño.

—¿que? Eso no es cierto ...

—pues, confío más en el informe que en tus palabras, hasta que no se compruebe que dices la verdad, permanecerás en las celdas de el castillo...

—¡¿que?!...no, les aseguro que digo la verdad..

—¡Guardias! — dijo, y de inmediato unos hombres en armaduras de color rojo y blanco, me tomaron por los brazos — llevenlo a las celdas de el castillo.

—¡no! — grite, mientras los hombres me arrastraban.

  Los guardias me llevaron a las "celdas", que en realidad no eran tan horribles como pensé,  las paredes de la pequeña cárcel eran de un material blanco brillante, parecía porcelana, el suelo era exactamente igual, las rejas de la celda parecían ser hechas de mármol, adentro había una pequeña cama con sabanas blancas y una pequeña almohada.

  Los hombres me encerraron, y luego se marcharon, dejándome solo.

—que hiciste — dijo una voz detrás de mi, voltee y observé a una mujer que estaba sentada en una esquina de la habitación, ella tenia... ¿alas llenas de plumas negras?.

—no he hecho nada, el rey piensa que soy una amenaza para su reino...

—para el todos somos amenazas, estoy aquí solo por ser diferente a los demás... Por no ser un ángel común...

—¿eres un ángel?

—si, nací con alas negras y eso no es muy común, por eso el rey me encerró aquí, cree que soy un demonio solo por ser diferente — se miró las manos y entonces noté sus heridas — todos los días me torturan, me dicen que les diga la verdad, y por más que les digo que nací de esta forma, no me hacen caso, no me dan comida, y por ser un ángel, no puedo morir estoy aquí condenada sufrir.

—¿estas aquí desde hace mucho?
—estoy aquí desde que nací.

—¿estarás aquí por siempre?

—tal vez... — hizo una pequeña pausa, limpio sus lágrimas y siguió — por cierto, mi nombre es Himalaya, ¿tu eres?.

—soy James.

  Pasaron las horas y aun seguía encerrado, escuché pasos que se aproximaban, una figura muy familiar se acercó, era de baja estatura, cabello castaño, ojos oscuros, y esa bella sonrisa.

—Anabelle, ¿que haces aquí? — le pregunté .

—hemos convencido al rey de  que mereces un juicio.

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