Noveno latido

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Los cumpleaños suelen ser una celebración que todos gozan

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Los cumpleaños suelen ser una celebración que todos gozan... excepto si eres mi hermano donde su celebración favorita es ir a la biblioteca a leer libros aburridos.

Exceptuando a él claro, cuando puede ser tu último cumpleaños las personas tienden a emocionarse demasiado.

Apuntándome a eso el cumpleaños de mi chica Cece era hoy, pero los sábados eran días ocupados.

Mi padre y hermanos se encargaban de la granja y yo acompañaba a mamá a vender sus pays de manzana en  el bazar local.

Me senté en mi silla vigilando los pays mientras mamá platicaba como de costumbre.

—Se te van a quemar los pays —dijo esa voz.

—Los tengo bien vigilados —los miré— ay no se me queman —Vi el humo salir del horno.

—Ay Dyre —negó mamá apartándome.

Me giré a ver la voz para ver que en efecto era mi chico.

—Hola guapo —sonreí— ¿Qué haces por aquí?

—Mamá me trajo a pasear —contó divertido— no esperaba verte por aquí.

—Y no lo verás si sigue quemando pays —me regaño mamá sacando el pay medio quemado.

—Perdón mami —sonreí torpe.

—Bastian —lo llamó una mujer delgada seguido de cosas que no entendí.

—Ma él es Dyre y ella es su madre Diana —nos presentó.

—Mucho gusto Ágata —se presentó— a si que tú eres su Dyre —me miró picara.

—Su Dyre —lo mire burlón.

—Ah el inglés de mamá aún no es bueno —negó mirándole feo.

—Lo hablo mejor que tu —señaló su madre riendo.

Era verdad a mi chico se le salía lo ruso a veces.

Las madres se pusieron a platicar mientras nos comíamos el pay medio quemado, que a decir verdad se lo comía más él que yo.

—¿Tienes planes para hoy? —me preguntó— hay una película en el cine...

—Ne encantaría ir pero tengo un compromiso —mencioné— pero si quieres puedes ir.

—Uh cuéntame más —sonrió apuntándose.

—Bueno es el cumpleaños de una amiga, es algo pequeño solo iremos un par de personas —conté.

—Bien apúntame —sonrió— Ma me voy de fiesta.

—Mejor para mi —afirmó— tu padre y yo nos comeremos este Pay.

—Se van a comer entre ustedes que —negó riendo.

Su madre asintió para revolver su cabello e irse, Bas se quedó ayudándolo y vaya que era un buen vendedor, sin embargo los chicos llegaron emocionados.

Hasta el último latir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora