30 Latidos

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Nieve, podía verla desde mi ventana

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Nieve, podía verla desde mi ventana... hace tres meses me habían remplazado el corazón por el de la persona que amo, después de tres meses de tormenta hoy estaba nevando.

Las fiestas navideñas se acercaban más y en esta casa las tomaban muy enserio, apenas era primero de diciembre y aquí ya olía a galleta de jengibre.

Aún me estaba recuperando pero estaba "estable" en estos momentos, tal vez era por los antidepresivos que a veces no me sentía tan mal.

Mi puerta se abrió dejando entrar a dos personas que había tratado de ignorar después de tanto.

—Escúchame bien Dyre Lambert no te atrevas a seguir molesto con nosotros porque nosotros solo...

—Me mintieron —me adelanté— fingieron que él estaba vivo, incluso me dieron obsequios...

—Tal vez te hayamos mentido pero, Dy ese regalo si es de él —interrumpió Ty— déjanos hablar tranquilamente para arreglar las cosas.

—Ustedes llegaron a gritar —dejé en claro.

Nadi respiro para asentir, los chicos se sentaron a mi lado, Ty ya no usaba el bastón solo una férula en su rodilla.

—Entendemos que te sientas defraudado por nosotros pero se tenía que hacer —me dijo Ty— ya habíamos perdido un amigo, no íbamos a perder otro.

—Pero porque mentirme...

—Porque no hubieras soportado la verdad —señaló Nadi con lágrimas en sus ojos— no tan débil, no así, y de haberlos perdido a los dos... no es algo con lo que hubiéramos podido lidiar.

Podía ver el dolor en sus palabras, ese ambiente estaba tan tenso que dolía.

—Sabemos como te sientes... pero trata de entender como nos sentíamos nosotros —expresó Ty con lágrimas en los ojos— tratamos de darte tu espacio y que lo procesaras pero ya no puedes seguir enojado con nosotros por eso, por favor ya no, te extrañamos amigo.

Entonces las palabras del moreno tuvieron sentido en mi, me había preocupado demasiado por mi que no había considerado su dolor.

—Lo siento —susurré— lamento hacerlos pasar por esto.

Una vez más las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, mis amigos me abrazaron con fuerza para acompañarme en un mar de lágrimas.

Nos quedamos así por un largo rato hasta que las lágrimas se acabaron.

—Lo de la vaca de peluche fue...

—Esa te la había pedido Bas por internet para tu cumpleaños, llegó un par de días después de... bueno consideramos que debías tenerlo —explicó Nadi que me tenía abrazado entre sus brazos.

Su último regalo para mi...

Me quedé dormido en los brazos de mi amiga para despertarme con ellos igual de dormidos, mi vejiga aún era pequeña por lo que no aguantaba demasiado.

Hasta el último latir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora