Los cumpleaños no eran mi fuerte, de ningún tipo... nunca sabía como actuar, de pequeño me aterraban los payasos por lo que pasaba la mayoría de las fiestas escondido y cuando crecí no me dejaban hacer mucho más que sentarme y ver a los niños correr... ninguna buena experiencia a decir verdad.
Sin embargo haber llegado al cumpleaños de mi hermanito si era un gran logro, uno que quería disfrutar.
—Esto es una mala idea —señale.
—Así vivimos los hombres, de malas ideas —afirmó Dedri con un pastel en sus manos.
Abrimos la puerta para entrar la habitación del pequeño demonio, una a la que casi no entrábamos.
El niño estaba dormido en su cama con libros tirados por todos lados, estanterías completas.
—¡Feliz cumpleaños hermanito! —exclamó Dedri.
El chico abrió los ojos para vernos con molestia, el primer error fue entrar a su habitación, el segundo fue entrar con su pastel de cumpleaños, sin previo aviso terminamos con la cara llena de pastel...
—Déjenme dormir idiotas —se quejó dando vuelta para acomodarse.
—Lo que quiera el cumpleañero —dijo Dedri respirando para no lanzarme lo que quedaba de pastel.
Salimos de su habitación, me quité parte del merengue que me había ensuciado.
—Bueno te quedó rico al menos —sonreí
—A ti te encantaba cuando hacía esto —señaló— yo lo amaba cuando Dianne lo hacía para mi.
—Salió medio raro el niño que quieres que te diga —comi más del merengue pues mamá no me dejaba comer azúcar— pero a ti te toca limpiar.
Me fui ante sus reclamos pero sabía que aún así lo iba hacer.
Me bañe para vestirme, hoy volvía a la escuela después de una semana de no ir.
El desayuno era a la elección del cumpleañero, y la obsesión de mi hermano por los sándwiches de queso hizo que todos desayunáramos lo mismo.
—Otro añito más mi niño —felicitó mamá abrazándolo — ¿Estas emocionado?
—No —dijo mirando su emparedado con amor.
—Nadie, si ya es insoportable así imagínate en su plena pubertad —negué asqueado.
Tal vez no lo iba a llegar a conocer así... pero no sonaba tan mal, no quería llegar a ver qué tan imbecil llegaba a ser.
Mi amiga llegó por mí con los gemelitos corriendo a mi hermano.
—¡Feliz cumpleaños! —dijeron al unísono.
Mi hermano solo correspondió al abrazo algo incómodo ante el contacto sin hacerle nada a sus cuñados.
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Hasta el último latir
Roman pour AdolescentsLas maravillas del corazón: llevar sangre a todo el cuerpo, latir de sesenta a cien veces por minuto... un poco más cuando ves a la persona que te gusta. Y a veces entre más grande es el corazón, mas amor para dar aunque implique que el tiempo de es...