22 latidos

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No había sido una buena semana

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No había sido una buena semana... para ninguno de los tres, Nadi estaba en pleno colapso por las audiciones para la universidad, pensaré que pronto los tres tomaríamos caminos diferentes la deprimía.

Para mí Ty la lesión iba bien sin embargo lo había dejado mentalmente muy mal, ganaron el partido si, pero no se había podido lucir.

Y yo... luego estaba yo que no había podido ir a la escuela toda la semana pues me sentía mal, no había pasado ni un solo control lo que era preocupante y hoy no era la excepción al parecer.

—Lo siento Dy —dijo besando mi frente— hoy tampoco.

No tenía ni fuerza para refutarle.

—Si te llevo al médico...

—No, médicos no —me quejé— no quiero médicos —me negué.

Mi mamá suspiró con tristeza para besar mi frente.

—Quieres comer algo —insistió.

—No tengo hambre —susurré acomodándome para dormir.

Mamá me dió un par de mimos para salir, al poco tiempo sentí un beso en la mejilla.

—Ni a mi me quieres comer —dijo mi ruso abrazándome.

Me giré para verle, ahí estaba con una sonrisa.

—Estoy cansado para comerte pero tú puedes comerme a mi —asentí permitiéndoselo.

Bas negó para acostarse a mi lado y abrazarme llenándome de besos.

—Te sientes un poco mejor querido —me sostuvo en sus brazos.

—Cuanto quisiera decirte que si —susurré acomodándome en él— pero siento como si un camión me hubiera atropellado.

—Bueno entonces descansemos, la obra me tiene fatigado —suspiró— no sabía que habría demasiado drama.

—Seguro ya has de haber practicado el beso mil veces con Carlo —gruñi.

—Ni uno solo —señaló— todos me los guardo para ti.

Dicho eso me llenó de besos como hacía cada que me veía, me acurruqué en sus brazos para descansar.

—Te gustaría que saliéramos este fin —me animó— podríamos ir a comer, o una película...

Asentí aunque sabía que no iba a ser así.

Mientras nos acurrucábamos y me pasaba un poco de calor la puerta se abrió.

—Oh... llego en mal momento —dijo Ty entrando apoyado en sus muletas.

—La verdad es que si estábamos por tener sexo —bromeé cruzándome de brazos.

Mi moreno se quedó pensando sin saber que hacer.

Hasta el último latir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora