James

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James estaba enojado. Su castigo consistía en un mes de labores de aseo del aula de pociones diariamente, incluyendo fines de semana. Llevaba una semana y quería aventar todo a su alrededor. Pasaba sus tardes ahí, no tenía tiempo para nada, no había podido practicar quidditch ni planear nuevas bromas. Nunca iba a la misma hora. El profesor Malfoy le decía en el día a la hora que debía ir y el no tener un horario fijo no le permitía disfrutar nada de lo que hacía. Estaba seguro que eso era parte del castigo, el profesor lo llamaba de repente para decirle la hora, incluso hubo momentos en que le había llamado 5 minutos antes para ir a limpiar.

Con lo que no sabía como reaccionar es que solo los primeros tres días tuvo que limpiar, a partir del cuarto día ya solo iba a perder el tiempo. Siempre que llegaba el lugar estaba limpio y solo se sentaba a fingir que limpiaba. Para el sexto día Draco le dijo que podía hacer su tarea, mientras pasaba el tiempo del castigo. James bufó.

Durante la segunda semana, el lugar seguía tan limpio que podrías comer sobre el piso. Draco le dio un libro a James sobre hechizos para usar en duelos. Le dijo que ya que no quería hacer tarea podría leer algo. James no leyó nada y decidió dormirse. Al término de la segunda semana, Draco le pidió ayuda con la preparación de las pociones para las clases de la siguiente semana. Ese fin de semana, paso ayudando a su profesor y por primera vez disfruto el castigo. Su cariño por las pociones regresó.

El lunes se sorprendió esperando a que el profesor le dijera cuando debía pasar a cumplir con el castigo. Incluso sus amigos se dieron cuenta que estaba caminado cerca de las mazmorras o más específicamente cerca del profesor Malfoy. A James le fascinaban las pociones, era la única metería que le interesaba cuando entró a Hogwarts en el 2015, le gustaba escuchar a Teddy y a Victoire hablar de esa clase o de lo que hacían. Pero al entrar se sintió defraudado por el profesor, el profesor anterior no le caía mal, pero no le gustaba su clase y ya para su cuarto año se había ido el amor por las pociones. Pero debía aceptar que el profesor Malfoy era bueno. Si le había hecho una broma, un poco pesada por no decir que pudo ser peligrosa, pero sólo había recibido regaño de parte del profesor.

Durante la segunda semana de clases sólo se dedico a ignorar al profesor y ser el payaso del salón. La tercera semana y la primera del castigo fue más pesado con el profesor. La cuarta semana, estaba aburrido, pero se dio cuenta porque muchos estudiantes estaban felices, por no decir enamorados del profesor. Era un hombre guapo, inteligente, le apasionaba la materia y aunque no supiera mucho de docencia ese amor por las pociones lograba que todos pusieran atención y que hasta el más torpe en la materia logrará hacer una poción decente. Ese lunes, en la quinta semana y tercera del castigo, se porto como un alumno modelo en clases de pociones. Y aunque toda la semana se porto excelente, en ningún día Draco le llamo para el castigo.

El viernes se acercó al salón en la tarde para preguntar que había pasado. Al abrir la puerta vio a su profesor limpiando el lugar sin magia. Nunca se le había ocurrido como es que el salón permanecia limpio y menos hubiera imaginando que era porque el profesor lo hacía y sin magia, a pesar de lo que decían su madre o sus hermanos, tenía esta idea que era un sangre pura estirado gracias a su tío Ron.

- Profesor Malfoy - Draco salto al escuchar la voz, volteo a ver quién era y lo miró sorprendido

- Joven Potter ¿en qué puedo ayudarle?

- El castigo, señor - Draco levantó la ceja sin saber de que hablaba - Se supone que era un mes. El castigo debía durar cuatro semanas y esta semana no me aviso de a que hora venir. Usted no me dio un horario para venir y como las primeras semanas siempre me avisaba. Pero esta semana no lo hizo. Pues eso. Quería saber que pasaba. Pues no quiero tener mas problemas con McGonagall o Neville o con usted. Me he portado bien. Pero creo, bueno el castigo continúa ¿no?

Draco noto que todos los Potter hablaban de mas cuando se ponían nerviosos, pensó que era algo genético. Era como si cada vez que tuvieran una emoción fuerte y que no podían controlar terminaban por hablar de más.

-¿El castigo? Pensé que eran dos semanas, eso explicaría porque Teddy llegó antes. Supongo que me equivoque.

- ¿Teddy?

- Sí, me pidió vacaciones pensé que me había dicho cuatro semanas y tu castigo era de dos. Pero al parecer era al revés. Siento mucho el error.

James se quedó callado durante unos minutos. Intentaba conectar los puntos. Teddy había dejado la academia para dedicarse a las pociones. ¿Era el profesor Malfoy el maestro de su primo?

- ¿Señor Potter? ¿Se encuentra bien? ¿James? - Draco se preocupo por el mutismo del chico. En eso la puerta volvió a abrirse dejando pasar a Teddy, Draco lo vio - ¿Es que nadie aquí tiene modales? Llegas tarde Edward.

- Te dije que mis malos modales eran culpa de Harry y solo es un minuto de retraso. Ni que te hubiera dejado... - Teddy se acercó a Draco y al alumno con el que estaba, al estar de espalda a la puerta no se dio cuenta quien era- ¡Oh! Jimmy, hola ¿James?

Cuando James reaccionó tenía al Pofesor Malfoy a Teddy viéndolo preocupados. No escucho mucho lo que le preguntaban, solo salió corriendo. Y menos se dio cuenta que estaba llorando.

Cuando Teddy lo encontró, James estaba llorando. Teddy no entendía lo que pasaba, y por lo que balbuceaba James tampoco sabía que sucedía con él mismo. James, terminó de conectar todo, el aprendiz del profesor era Teddy, las veces que Draco no iba al comedor a cenar era por estar en el salón de pociones junto a Teddy. Por eso Teddy le había escrito sobre la broma y que no se preocupará, su profesor le habria contado y quizás... Por eso el incidente no pasó a mayores hasta después.

Esa noche no fue al comedor. Se fue junto a Teddy y terminó tomando té en la oficina del profesor Malfoy. Draco y Teddy hablaban sobre una forma de mejorar una poción. James sólo los miraba interactuar. No estaba seguro porque había regresado con Teddy. Pero estaba ahí, comiendo pastelitos y té.

- Joven Potter debería cenar algo más nutritivo que pastelitos ¿Quiere algo en especial?

- Sí, cenar, comedor - respondió James sonrojado

-¿Seguro que se encuentra bien? Se ve aun mal. Si gusta puede acompañarnos a cenar.

- James, mejor quédate. No te ves bien.

- Sí. No. Comedor mejor, digo mejor me voy para no interrumpir más. - James se fue corriendo de nuevo.

Ese fin de semana James no salió de su cuarto. Recibió una carta de Teddy la cual no leyó. Para el lunes no quería entrar a la clase de pociones, no quería enfrentarse a su profesor después de la forma en que se comportó el viernes. James dejó de prestar atención a la clase cuando el profesor pasó por su lugar le preguntó si ya se sentía bien, que lo veía mejor y le revolvió el cabello.

Esa semana fue la peor. No podía ver a su profesor, su poción explotó, olvidó hacer el ensayo de la clase. Y esto no mejoró durante las siguientes semanas. James quería morirse, ahora sí iba a reprobar y no podía culpar a nadie más que a él mismo.

Un día, cuando su caldero explotó y el profesor tuvo que sacar a todos del salón por su poción malhecha se dio cuenta que le gustaba gustaba su profesor. ¿Se enamoro acaso? No se pudo mover de su lugar por el shock de su conclusión. Por eso no se dio cuenta que su Profesor lo cargo fuera del aula y lo llevaba a la enfermería. Menos presto atención a los murmullos del profesor.

Draco Malfoy y su forma de enamorarse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora