Cuando Aysel y yo nos levantamos del comedor, nos separamos para buscar por todos los pisos de la universidad a Aaron. Aysel se rehusaba a irse sin despedirse, y el chico no le había dado su número de teléfono nunca.
Pero no aparecía, y entonces mi prima también se me perdió. Estaba considerando irme al caserón de Celina sin ella, pero seguí aguardando por la ligera gratitud que me quedaba, ya que ella me había esperado primero.
Para cuando llegué al salón principal de planta baja de nuevo, había un revuelo por todos los estudiantes que se marchaban ya de su jornada académica y los que entraban al nuevo turno. Pero nos detuvo a todos, un sonido que atravesó los pasillos y desgarró nuestras burbujas hasta envolvernos y unificarnos a todos en un mismo horror.
Un grito.
Cuando ese tipo de cosas pasan, lo sabes. Lo sientes. Sabes que no es un juego, que nadie podría fingir un susto así en una broma. La manera en que te detiene el corazón y te hiela la piel no se puede recrear, es espontánea. Solo el impacto de un horror traumático sería capaz de algo así.
Por ello, todos corrimos en la dirección en la que se oyó el grito. No sé por qué lo hice yo, tal vez por impulso. No era mi problema, no debí haberme inmiscuido. E incluso así, corrí con los demás. Tal vez porque quería enterarme.
La duda no era de mis compañeras más preciadas.
Pero al llegar al origen del caos, la persona que gritó ya regresaba del baño de mujeres. Tenía las las manos embarradas de sangre que todavía goteaba, mismas manos que dejaron huella en su ropa. La sombra de sus dedos recorría su cara hasta su barbilla, donde una costra color vino empezaba a endurecerse.
No tenía salpicaduras, todo el desastre en su cuerpo se lo había causado ella misma.
—¡¿Lo tocaste?! —le preguntaba una docente, estremeciéndola para que reaccionara—. Dime, Victoria, ¡¿lo tocaste?!
Como si hiciera falta que respondiera esa pregunta.
En torno a la puerta del baño habían al menos cinco profesores más impidiendo el paso, y todo un tumulto de estudiantes que se empujaban por alcanzar a ver. Esperé a que los despejaran a todos, o a la mayoría, para poder echar un vistazo desde mi distancia prudencial.
Y así lo vi. El cadáver de un estudiante desangrándose en las baldosas del baño de mujeres.
Un estudiante rubio que hacía solo minutos había conocido con el uniforme impecable y la amabilidad de un caballero.
Di un paso hacia atrás, consciente de que cerca tendría que haber una pared, pero no conseguí su sustento. Y ya no podía ver nada a mi alrededor, todo se había desdibujado en una bruma repentina que me cegaba de la realidad, manteniéndome cautiva frente a la imagen del cadáver.
Su vida se había interrumpido a mitad de una sonrisa, de un pensamiento cotidiano y fugaz. Murió así, con esa curva indeleble en sus labios, señal inequívoca de que no esperaba ser atacado, y que fue emboscado a traición.
Todo mi cuerpo estaba helado, pero sudaba. Mis orejas ardían con un calor inusual, y mi vista seguía sin estabilizarse.
Estaba tan mareada, y por más que seguía dando pasos hacia atrás no conseguía chocar con la pared.
Escuchaba sus voces, sus llantos, sus gritos; sabía que estaban a mi alrededor, pero no los veía, no podía verlos. Así como no podía respirar.
El asesinato de Álex no debió haberme importado. Su cuerpo tendido en las baldosas al alcance de mi vista no me debió impresionar, pues había visto muchos otros a lo largo de mi vida. Pero ese me hirió de manera personal.
ESTÁS LEYENDO
Nerd 2.5: Parafilia [+18] [COMPLETA]
Mystery / Thriller«-¿Qué edad tienes? -La que tú quieras que tenga. -Tienes veintiuno a partir de ahora. -¿Y mi nuevo nombre? -Mailyn. -De acuerdo. ¿Y qué debo hacer? -Absolutamente todo lo que yo te ordene». ~~~ [Esta historia puede leerse de manera independiente co...