Capítulo 25

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La magia de la humanidad es la diversidad de lenguajes que tenemos, aunque también pueda ser una confusa maldición. Como el sexo, que, aunque voluntario y recreativo, no deja de ser un medio de comunicación. Y Azrel acababa de decirme muchas cosas con el que me había regalado en Parafilia.

Ahora me tocaba a mí responder, y yo tenía muy clara mi intención de contradecirlo. Él me atraía de forma insana, pero no renunciaría a mi libertinaje por ello, aunque este dejara de saberme tan bien como antes siempre que tuviera el hambre del griego todavía vigente.

Tenía que hacerlo caer, y al fin podría sacarlo de mi cabeza.

Luego de Parafilia pensé que Azrel me devolvería al caserón de las Lugo, pero no fue así. Ni siquiera salimos de Terrazas, decidimos quedarnos en un motel dentro de aquella utópica y lujuriosa urbanización gobernada por los Jesper con la excusa de que así podríamos dar un paseo de investigación por la mañana.

—No tenemos que dormir juntos —le dije apenas analicé el espacio reducido del hotel.

Solo había una cama. Y los lugares con una sola cama, compartidos con una persona a la que no puedes tocar, definitivamente siempre han sido mis menos favoritos.

No como en el caso con Aysel, donde tener una sola cama era lo mejor que nos pudo suceder.

—¿Le tienes tanto miedo al apego? —preguntó con indiferencia mi jefe. Ni siquiera me miraba, estaba quitándose la camisa como si yo no estuviera ahí. Y cuando lo vi tirarse de espaldas al colchón con toda la imagen de su tatuaje hacia mí, viajé de vuelta a aquel momento hipnótico en que lo descubrí nadando en su piscina con una intimidante serpiente enroscada alrededor de su cuerpo.

Pero, aunque se veía delicioso, mis ojos en un parpadeo me traicionaron. Mi mente viajó sin mi permiso, y volví a aquella madrugada luego de mi cumpleaños, a la imagen del cuerpo del hombre al que había besado todos los días durante todos los meses de nuestra relación. Incluso cuando peleábamos. En especial cuando lo hacíamos.

Y solo así, con su cadáver y una maldita nota de escasas palabras como explicación, tuve que asumir que jamás volvería a besarlo. Que moriría sin escucharlo reír de nuevo más que en mis pesadillas.

—Asco es lo que le tengo —respondí al regresar de mi trance.

—¿Y dónde piensas dormir? —preguntó el griego con tranquila indiferencia.

—En el piso si hace falta.

—Vaya —escuché que suspiró antes de voltearse para quedar bocarriba y verme de frente—. Me halagas.

—¿Te halaga que huya de ti?

—Solo los cobardes huyen, y para ser cobarde hay que tener miedo, y los miedos sin enfrentar demuestran debilidad, y si te sientes débil a mi lado, Poison, es porque sabes que estás demasiado cerca de caer como para que sea prudente asomarte más al borde.

Quería abofetearlo con fuerza por lo que insinuaba de mí, así que bufé y me crucé de brazos para enfrentarlo con mis siguientes palabras que no dejaban de ser honestas.

—¿Caer en qué? Tú eres el que se rehúsa a tomarme.

—Y tú solo sabes sobrevivir con sexo. Pero temes, sin duda, a lo que puedas sentir cerca de mí sabiendo que esa no es una posibilidad.

—Ay, cállate la maldita boca.

Solo para zanjar el asunto, me lancé en la cama a su lado cubierta todavía por el vestido blanco que Dominik ni siquiera me quitó para cogerme. Y una vez estuve así, a su lado y dentro de la sábana, Azrel me miró por largo rato con una opresiva intensidad que por poco me desvistió el alma.

Nerd 2.5: Parafilia [+18] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora