En todo el resto de la semana la universidad no volvió a abrir. Seguía siendo la escena de un crimen y los oficiales querían evitar que se contaminara.
Por otro lado, el caos en Malcom se había sembrado. Los padres estaban tan histéricos como paranoicos, los alumnos se sentían inseguros. Nadie podía escapar del hecho de que habían asesinado a uno de nuestros compañeros, que además era una persona de interés, bajo nuestras narices.
Y nadie vio ni escuchó nada.
Sin testigos, ni sospechosos.
Excepto yo para las autoridades, aunque no tenían nada en mi contra. Entendí que el motivo para acusarme era su propia frustración de que, sin mi culpabilidad, estaban perdidos. No tenían nada.
Y yo solo tenía mis propias conjeturas. No estaba convencida de que Aaron tuviera algo que ver con el asesinato, pero mis corazonadas apuntaban a él de alguna forma.
No afirmé nada ni actué al respecto porque no podía romper mis propias reglas.
Acostumbraba a no aferrarme ni a mis propias teorías, así dejaba espacio a la desconfianza.
Ese mismo fin de semana, Aysel y yo nos arreglamos para nuestra incursión en Parafilia.
Era un lugar con prestigio y elegancia, así que intenté vestirme a la altura.
Llevaba un vestido negro ceñido al cuerpo que daba un efecto visual favorecido a mis caderas, ensanchándolas a ellas y estrechando mi cintura. Me esculpía la figura como a una ninfa en una fábula erótica. Además, brillaba a la luz de las lámparas por el diseño escarchado. Me hacía un centro de atracción inevitable, la estrella fugaz cuya estela no puede borrar ni el fuego del sol.
La abertura de la falda no era sutil, estaba tan pronunciada que casi dejaba desnudo todo el lado izquierdo de mi cuerpo hasta la cadera. No llevaba ropa interior debajo, pero la sombra ayudaba a mantener el misterio de aquella zona. Mientras no apareciera una mano extraviada, mi intimidad seguiría en incógnita.
Guantes de satén blanco enfundaban mis manos hasta muy cerca del codo, con un anillo brillante encima para complementar.
Mi cabello largo lo arreglé en ondas a un lado de mi rostro para que en el otro tuviera protagonismo el pendiente a juego con la piedra en mi anillo. Terminé el conjunto agregando en mi cabello un prendedor de pedrería al que iba anclada una red oscura, la cual dejé caer en mi rostro donde cubrió parte de mi frente.
Me sentía como aquellas damas en décadas pasadas que disfrutaban del jazz, la sensualidad discreta, el coqueteo furtivo y caballeros con los que compartir el humo de un cigarrillo y un buen martini.
Aysel había escogido una temático opuesta para su velada, pero tan válida como la mía.
Tal vez para favorecer su baja estatura, usó una minifalda estampada con botas rojas de tacón fino. Arriba tenía un crop‐top a juego con el diseño de la falda, con si fuese el uniforme de una animadora.
El cabello lo llevaba suelto con volumen y personalidad que no le había visto nunca. Ese aspecto que se logra cuando te has quedado dormida con el cabello trenzado y luego sueltas todo en el mañana. Era como un león con melena de fuego.
Busqué un bolso para llevar mi teléfono y el discreto auricular que me dejó Azrel, me tapé con maquillaje el tatuaje de la clavícula y terminé mi atuendo con una pieza honorífica de mi personaje: una gargantilla con un crucifijo de plata.
Una hora más tarde de lo acordado, cuando Aysel ya estaba tentada a cometer un asesinato al azar, Aarón nos mandó a recoger con su chófer personal. Según me dijo la pelirroja, el auto le pertenecía a Aaron. Un mazda blanco, elegante y aerodinámico, con rines dorados.
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Nerd 2.5: Parafilia [+18] [COMPLETA]
Mystery / Thriller«-¿Qué edad tienes? -La que tú quieras que tenga. -Tienes veintiuno a partir de ahora. -¿Y mi nuevo nombre? -Mailyn. -De acuerdo. ¿Y qué debo hacer? -Absolutamente todo lo que yo te ordene». ~~~ [Esta historia puede leerse de manera independiente co...