No confiaba en Aarón. No confiaba en Aaron al igual en que no confiaba en mí misma. Si tenía los medios para organizar un secuestro como ese, tenía el alcance para hacernos la vida pedazos. Tenía que cuidarme mucho de él.
Además, seguía la duda con respecto a su participación en el asesinato de Álex Divario.
Si Aarón quería mantenerme lejos de su padre solo era un incentivo para que yo misma me le acercara por mi cuenta. No podía esperar a que el mocoso le llevara mi mensaje.
Estaba tranquila, de cierta forma, con el hecho de haberle lamido hasta la ingle. No me preocupaba Azrel porque me había quitado los lentes de contacto luego de escapar de Terrazas al perder esa chispa irracional de esperanza que me llevaba a pensar que él encontraría un indicio de mi paradero y me rescataría.
Por supuesto, Azrel era mi jefe, no mi niñera. Si yo me metía en problemas en mi trabajo, era mi responsabilidad salirme del mismo, no la suya.
Sin embargo, mentiría con descaro si negara mi paranoia. Aunque técnicamente no había forma humana de que Azrel descubriera la maldad que le hice a Aaron a mitad del cementerio, había una leve vocecita en mi cabeza que me decía «él lo sabrá». Era un parásito que se alimentaba de mi tranquilidad mental y dejaba huevos de ansiedad en mi cerebro.
Azrel de verdad fue capaz de sembrarme angustia e incertidumbre en la piel; todas sus reglas y métodos eran un terror psicológico para mí, y eso solo me hacía admirarlo más.
Era un villano a mi nivel.
Cuando llegué al caserón de las Lugo y abrí la puerta, no me conseguí con una sala de estar silenciosa. Aysel acaparaba el televisor de la sala para ella sola, acostada en el mueble como si se tratara de un colchón.
Había puesto Disney Plus y veía Violetta a todo volumen. Y aunque ella no cantaba, era suficiente tormento las voces de los actores chillando con maldad contra los altavoces de la sala.
No me molesté en pedirle que bajara el volumen, solo torcí los ojos y caminé a todo marcha para la cocina mientras decía:
—Necesito un cigarro.
—¡Aquí no se fuma! —gritó Aysel desde el sofá.
—¡Jódete!
—¡Te estoy hablando en serio! ¡Si me llega el olor a humo lanzo tus cosas por el balcón!
Como necesitaba de Aysel para completar mi misión, evité incordiarla más de la cuenta desafiando sus reglas y me comencé a preparar un café tan negro como mi alma.
La cafeína por sí solo no surgía gran efecto en mí, hacía que tendría que subir a la habitación por unas gotas de cianuro para relajarme.
Pero mientras pasaba el agua caliente por el colador con el café en polvo, escuché que la puerta se abría sin que nadie tocara.
Desde la cocina me llegó el sonido del respingo que dio Aysel de sorpresa. La interrupción la sobresaltó, y pude imaginar su corazón desbocado reviviendo los efectos del trauma recién vivido.
El primer secuestro siempre sería el peor.
—¡Tía! —escuché gritar a Aysel y puse los ojos en blanco. Lo último que quería era conocer más de sus asfixiantes familiares—. ¿Qué haces aquí? Debiste haber devuelto esa llave cuando...
—Y tú deberías dejar de hacerte la virgen pura y casta cuando sabes que le obsequias sexo oral a tus huéspedes.
—No fue sexo oral, fue una paja, y no volvió a suceder —se defendió Aysel.
—Claro que no, porque te conseguí y echamos al tipo de la propiedad.
Luego de aquel debate revelador, cambié de opinión sobre toparme con más familiares de Aysel. El chisme sonaba demasiado jugoso como para darme el lujo de ignorarlo.
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Nerd 2.5: Parafilia [+18] [COMPLETA]
Mystery / Thriller«-¿Qué edad tienes? -La que tú quieras que tenga. -Tienes veintiuno a partir de ahora. -¿Y mi nuevo nombre? -Mailyn. -De acuerdo. ¿Y qué debo hacer? -Absolutamente todo lo que yo te ordene». ~~~ [Esta historia puede leerse de manera independiente co...