ADVERTENCIA:
La escena que están por leer describe una Parafilia aceptada en la que no debería intervenir la ayuda psicológica o la ley a menos que una de las partes involucradas se sienta mal al respecto o no disfrute del acto. Fuera de esta ficción o del acuerdo íntimo las personas involucradas, puede que este sea un acto denunciable ya que no se respeta el «no» como respuesta sino que se usa como incentivo sexual. Si se considera sensible a estos temas, puede abandonar el libro o saltarse este capítulo. Sino, lean entendiendo que no porque en esta escena esté erotizado implica que bajo todas las circunstancias esto esté bien.
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El incidente con Roman Vasco fue la gota que colmó mi vaso.
Se acabó esa mierda de ser la presa dócil. La fiera amaestrada. Habían pagado por un maldito monstruo, y había llegado el momento de dejarlo salir.
Rompería todas las malditas reglas impuestas, y empezaría por aliar de mi lado al menor de los Jesper.
No se me escapaba el detalle de que su padre me quería alejar de él. Eso puede tener múltiples explicaciones, o ninguna. La más sensata serían los celos. Pero un hombre tan poderoso, y posesivo, no rebajaría su hombría de ese modo.
Si fuesen celos, no me diría nada. Me apartaría de otra forma, como lo hizo con Roman.
Me inclinaba más por otra posibilidad: temor.
Su hijo era su talón de Aquiles. Si lograba hacerlo mío, accedería a sus secretos.
Adiós a esa mierda de no acostarse con Jespers.
Cuando vi a Aysel y a Aaron, él recostado de la puerta del copiloto, esperándola con una corona de hojas de pino dorada sobre su mata de cabello oscuro como la nada misma, con una chaqueta negra abierta sin nada que cubriera su pecho y abdomen tan definido, y su palidez siendo casi un complemento natural de su traje; y ella, caminando hacia él, sus tacones dándole el doble de su altura, un vestido compuesto por dos piezas —top y falda tubo—, su blancura sonrosada intensificada por el color sangre de su melena, y sus labios pintados de negro para combinar con los colmillos falsos.
Al verlos besarse con pasión, desenfreno y lujuria reafirmé en una imagen el motivo de mi bisexualidad.
Ellos dos eran mi fantasía: él, el príncipe de las hadas oscuras; ella, la vampiresa del imperio rojo.
Yo tenía un vestido blanco ceñido, corto, para dejar lucirse todo el largo de mis piernas realizadas por la gran plataforma de mis tacones dorados. Con alas de ángel, para combinar con el ambiente de Halloween, y cadenas —a juego con los tacones— a modo de arnés que rodeaba mis tetas que ese día se veían más gloriosas que nunca.
También unos pendientes especiales en forma de frasco de veneno.
Llegamos a Terrazas esperando asistir a la fiesta de Halloween, yo sentada en el asiento de atrás, muy consciente de cómo él subía la mano por el muslo de ella, introduciéndose en su falda mientras conducía, y cómo a ella se le escapaba uno que otro gemido a lo largo del viaje.
Tenía ganas de tocarme ahí mismo, lo cual no era justo para mi determinación de hacer mi puto trabajo.
En Terrazas resultó que habían movido la localización de la fiesta —o diezmo— de último minuto. A Aaron le dieron la nueva dirección y nos trasladamos hasta las afueras de Malcolm a un muelle donde tuvimos que ser trasladados en lancha hasta el barco donde se celebraría la función.
No podía esperar menos de un hombre tan rico como Sama'el.
El agua negra, como un diamante oscuro. La luna enorme, teñida de color borgoña por el eclipse, como si una gota de sangre se diluyera en agua y se esparciera sobre una hoja de papel blanco.
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Nerd 2.5: Parafilia [+18] [COMPLETA]
Mystery / Thriller«-¿Qué edad tienes? -La que tú quieras que tenga. -Tienes veintiuno a partir de ahora. -¿Y mi nuevo nombre? -Mailyn. -De acuerdo. ¿Y qué debo hacer? -Absolutamente todo lo que yo te ordene». ~~~ [Esta historia puede leerse de manera independiente co...