Capítulo 14

13.1K 2.8K 551
                                    

Al salir de la comisaría me sentía exhausta, como si mi día estuviese durando más de las horas respectivas y todavía sin acabar. Quería beber, coger y dormir dos noches seguidas después de eso, a ver si así borraba las huellas de aquel ajetreo.

Y el recuerdo del cadáver.

Cuando llegué al caserón de las Lugo, Aysel no estaba ahí y Celina tampoco. Tuve que entrar con mi propia llave, suponiendo que mi supuesta abuela estaría haciendo algún recado de la iglesia, y que mi prima volvería pronto.

Entré directo a la habitación de Aysel y me quité la camisa del colegio, quedando solo con mi brasier.

Frente al espejo solté mi cabello, dejándolo caer como el desastre que me precedía. Lo alboroté un poco más con mis dedos y lo dejé tal cual.

Cuando escuché la puerta de abajo supuse que se debería a cualquiera de las dueñas de la casa, hasta que el intruso subió las escaleras hacia la puerta de mi habitación, revelándome su identidad.

Azrel, mi jefe provisional.

Al reconocerlo me sentí confiada, tanto para darle la espalda y sonreír. Mas, al escuchar la fuerza con la que cerraba la puerta detrás de él, supe que estaba cometiendo un error al relajarme.

Pero para cuando me volteé ya era demasiado tarde, ya tenía a Azrel encima de mí.

Su mano se cerró sobre mi cuello con tal violencia que lastimó mi tráquea, asfixiándome. Solo por ese anclaje, me dominó, arrastrándome hasta pegarme del closet. Las puertas tronaron ante el impacto de mi cuerpo, la ropa de dentro se calló de sus ganchos, creando una avalancha que abrió la puerta que mi cuerpo no bloqueaba, para desplomarse toda en el piso.

Azrel se sacó una navaja de la muñequera negra que llevaba puesta, y apuntó su filo a mi cuello. Pero nada atemorizaba como sus ojos de plata fundida, un lago hirviendo donde amenazaba con llevarme a rastras para dejar que me ahogara.

A pesar de la seriedad, de la crítica situación en la que me encontraba, sin nada de oxígeno que se colara en su agarre, sonreí con cinismo, y como pude musité:

—¿Va a ser esta una costumbre entre nosotros, querido griego? ¿Apuntarnos la garganta como saludo?

—No estoy jugando a nada, hija de puta.

Tiró de mí con fuerza, solo para poder empujarme todavía con más intensidad contra la madera, golpeándome en el cráneo.

—Te gusta rudo, ya entendí —concluí, harta.

Elevé mi rodilla para agradirlo en su entrepierna, pero aquella solo fue una cortina de humo en la que cayó con facilidad, porque tuvo que soltarme para detener mi pierna, sus manos duras por haciendo contacto en esa parte de mí desnuda por la falda del uniforme.

Libre de su trampa en mi cuello, dejé caer todo mi peso al suelo, fuera de su alcance. No llegaría muy lejos corriendo, así que usé las dos piernas para patearlo con el fin de empujarlo; pero sus brazos me apresaron, pasando por detrás de mis rodillas, y con ese anclaje me hicieron dar vueltas sobre nuestro eje hasta lanzarme a la cama de Aysel.

Una vez caí sobre el colchón, el cuerpo de Azrel me impactó encima, sus rodillas a ambos lados de mi cuerpo, una mano halando mi cabello para levantar mi rostro, la otra aprovechando esa oportunidad para acceder a mi cuello con la navaja, amenazándome de nuevo.

—Dime que esta es otra más de tus poéticas pruebas —pedí en un jadeo extasiado.

—Eso dependerá de tu respuesta.

—A ver, dime tu pregunta. Ya tienes mi atención.

Azrel me volteó en la cama hasta que estuve boca arriba con mis ojos fijos en él. Una de sus manos sometió mis brazos, por encima de mi cabeza, anclando su agarre por la unión de mis muñecas cruzadas. Su otra mano, la de la navaja, ignoró mi cuello esa vez y llevó la punta del arma a la piel de mi seno, la que sobresalía por encima del brasier.

Nerd 2.5: Parafilia [+18] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora