Capítulo 9

16.5K 2.9K 466
                                    

ANTES

Soy una mentirosa, pero sé decir la verdad. Sin embargo, cuando tengo un motivo, engaño. A Aysel le mentí, por ejemplo, y lo narré sin especificar que lo que le dije no era cierto. Esta no es una historia donde exista alguien en quien confiar, ni siquiera su narrador.

Antes, le había dicho a Aysel que nunca había estado en una relación, que los novios eran distracciones que prefería evitar. Pero no fue cierto, no del todo.

Mi amistad con Dain se intensificó después del declive de mi primera, y única, relación sentimental dentro de dengus.

Hoy, esas dos palabras me parecen ajenas, como si pertenecieran a un idioma que nunca me enseñaron a hablar, palabras de las que ahora soy incapaz de apropiarme o de darle una interpretación correcta: relación y amistad.

Incluso en aquel tiempo, prefería evitar ambas. Sabía que los sentimientos implicaban bajar la guardia y me negaba en rotundo a cometer un desliz tan de principiante... Pero Bastian fue especial para mí. Él se merecía la excepción.

O tal vez no, tal vez solo pienso eso porque es como se supone que debe pensarse de los muertos.

Estábamos en una misión juntos. Era una de esas oportunidades en que debíamos vestirnos como militares porque el ejército nos necesitaba.

Al principio, parecía una encomienda sencilla. Gracias a uno de nuestros espías pudimos colarnos en una base de entrenamiento del bando enemigo entrando con un helicóptero similar a los de su pelotón, con los mismos códigos e insignias. Éramos seis contando los pilotos, los que nos hacíamos pasar por soldados novicios.

Era la primera vez que volaba, y Bastian llevaba todo el viaje haciendo bromas sobre empujarme al vacío.

—Si te empujo, el vértigo te mataría antes que la caída —me había dicho con una sonrisa juguetona.

—Y si yo te corto las bolas, todavía quedarías vivo para enfrentarte a ser el desbolado el resto de tu virginal existencia —le había respondido yo, mostrándole mi dedo medio.

—No me dejaste terminar, fiera —se quejó él entonces, golpeándome la cabeza—. Si me dejaras tomarte, sentirías el mismo vértigo sin necesidad de la caída.

Había sido una broma, claro, pero eso no le quita mérito a la mentira. La caída estaba asegurada.

Sin embargo, me reí, mordiendo mi labio. Ya habíamos cogido varias veces antes, y me afectaba reconocer que me encantaba. Él era como una peste imposible de exterminar.

La primera vez que lo hicimos, antes de que su mano se deslizara dentro de mi ropa interior, le dejé claro que sería una vez y nada más.

Sin coqueteos.

Sin repeticiones.

Sin interacción post-polvo.

Y, sobre todo, sin sentimientos.

Pero a Bastian Russelt no se le decía que no, porque no había plaga más insufrible que su persistencia.

Nunca dejó de provocarme. Jamás de intentar hacerme reír. Y sobre todo, fue incapaz de desaprovechar hasta la más minúscula oportunidad para sacarme un orgasmo tras otro hasta que olvidara todas mis malditas inhibiciones.

Él era así. Carismático, el alma de la fiesta, la chispa que le faltaba a cualquier broma para resultar divertida, el sarcástico que le roba curvas a tus labios por mucho que lo quieras reprimir.

Mi contraparte. Quizá por ello acabó siendo mi complemento.

Cuando bajamos en aquella misión a la base de entrenamiento enemigo, destinamos a una parte de nuestro grupo a camuflarse en el campo de tiro mientras Bastian y yo íbamos por el verdadero objetivo: secuestrar a un ebrio veterano sordo y obligarlo a revelar información sobre el paradero de nuestros rehenes.

Nerd 2.5: Parafilia [+18] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora