Capítulo 16

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Mentí, por supuesto.  No tenía intensiones de ir a la barra.

Fingí querer ir al baño y me perdí en la pista de luces de neón y estroboscópicas que obligaban a la gente a moverse al ritmo de la música. En el escenario, había una canción con un trío de papasitos que al bailar preñaban el suelo con el movimiento de caderas más hipnótico y sensual posible, al ritmo de 2/Catorce de Rauw Alejandro.

Baby, hoy te voy a chingar
Y al oído va' a gritarme
Que siempre me va' a amar
Y que soy el dueño 'e to'a tus parte'

Di un par de pasos entre los cuerpos que se restregaban y manoseaban con la ropa puesta, y salí de allí, ahogada y desorientada. No pasaba aire a mis pulmones, mis ojos estaban abiertos sin alcanzar a ver nada, así que solo podía parpadear y sostener mi cabeza. Me dejé caer en una esquina bañada por las luces de la pista, ensordecida por el escándalo, y pegué una mano al suelo y otra a la pared, como si las necesitara para que el mundo dejara de darme vuelta.

Por supuesto, ese ataque de pánico no era genuino. Fue la manera en que se me ocurrió atraer a Roman Vasco. Aproveché la oportunidad al verlo servir a una de las mesas más cercanas al pasillo del baño.

Lo hice como prueba a su amabilidad y buenas intenciones. Quería saber si era de los que se detenían ayudar a las chicas atrapadas en un espacio en el que no respiran, en el que por mucho que quieran incluirse son incapaces de encajar. Chicas que solo necesitan un piso firme y una respiración profunda para no tener que huir.

Chicas como Mailyn. Porque incluso en un club como aquel, el personaje seguía.

—¿Estás bien? —me preguntó casi a gritos el empleado.

—Lo estaré —afirmé levantándome yo misma y rechazando su ayuda.

—¿Necesitas algo?

—Sí. Un trago, por favor. Grande.

—Puedo ayudarte con eso.

Lo seguí hasta la barra, caminando no como la haría Poison, sino como alguien que se esfuerza por fingir comodidad en una piel que no es la suya.

Cualquier hiena me habría devorado con solo olfatearme.

Al llegar a la barra de vidrio, hipnotizada por las luces violetas, forcé una sonrisa y me crucé de brazos mientras esperaba a que el rubio volviera con mi trago.

—¿Qué te sirvo? —preguntó preguntó al regresar, como si recién recordara que no me había preguntado antes.

—Yo... —Mostré mi vacilación avergonzada, la dejé asentarse en el aire antes de confesarme—. No sé mucho de tragos. No de sus nombres, al menos. Dame lo que se te dé mejor.

—Puedo darte un orgasmo.

La oferta de mi vida, y tenía que fingir que me sonrojaba de vergüenza, abriendo los ojos con desmesura para dramatizar mi poca experiencia manejando ese tipo de lenguaje.

Me costó mucho no sonreír cuando la voz de Azrel musitó en mi auricular la palabra «imbécil».

A pesar del atrevimiento en aquella oferta, Roman la había hecho sin tabúes ni rastro de insinuaciones en su rostro, como si no hubiera una doble intención en haberme ofrecido ese trago en particular.

—Tal vez será mejor empezar con algo más suave —contesté al fin.

—Perfecto. Ya te traigo algo.

O yo no le gustaba, o era demasiado respetuoso para ser real. Su servicio era amable y atento, no daba señales visibles de querer pegarme contra nada y embestirme.

Nerd 2.5: Parafilia [+18] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora