Capítulo 5: Valentine Kauffman.

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     Valentine era una joven piloto que pertenecía al Sindicato de Transportistas. Se graduó en una de las academias de pilotos de la Alianza, la Academia Royal Crown. Era la piloto más joven de su generación, graduada a los 18 años. En aquel entonces, aunque no lo aparentaba por su madurez y porte adulto, tenía 19 años. Valentine se ganó su reputación trabajando duramente y cumpliendo con éxito muchos viajes. Por eso era considerada de los mejores pilotos del sindicato. Pero el día en que conoció a Lex, renunció a su trabajo. Lex, decidido a que ella se convirtiera en piloto de su tripulación, la siguió hasta su planeta natal, Cerroz. Ahí, la buscaron. Pero Valentine había llegado una hora antes que ellos, y al llegar, entró a la ciudad principal. Una vez ahí, fue a los barrios. Entrando por callejones, llegó a una casa apartada. Tocó el timbre para que le abrieran. Un escáner láser la analizó y tras confirmar su identidad, la puerta se abrió. Valentine entró a una habitación llena de hombres armados con rifles láser. En medio de ellos, el líder habló con Valentine.

-¿Renunciaste?
-Sí, ya lo hice. Ahora dime, ¿cuándo empiezo? –dijo Valentine.
-No tan rápido. Debemos confirmar si dices la verdad. Hasta que eso suceda, eres libre de andar por la ciudad. Ni se te ocurra delatarnos, porque sabes lo que le pasará a tu linda familia si haces eso.
-Lo sé. ¿Puedo ir a verlos? –preguntó Valentine.
-Por supuesto, sabes que no tengo problema con eso. Pero cuidado con
intentar algo.

     La verdad de todo era que Valentine estaba siendo extorsionada por un dirigente de crimen organizado que se había establecido en su planeta. Dicha organización estaba en la mira de la Federación de Seguridad Galáctica (FSG) que se encargaba de la lucha contra mafiosos y contrabandistas. Por eso eligieron a Valentine. Necesitaban un piloto limpio para que pudiese trabajar para ellos y hacer su contrabando, de manera que no se levantaran sospechas; y para obligar a Valentine a hacerlo, amenazaron de muerte a su familia. De esa forma, ella no tenía opción; y por tales motivos, renunció al sindicato.

     Valentine llegó a casa de su familia. Tocó el timbre. Por la rendija de la puerta se asomó uno de los que custodiaban a su familia. Al confirmar que era ella, la dejó entrar. Valentine entró. Había seis hombres armados en la casa. Todos trabajaban para la mafia. La madre de Valentine y sus hermanos menores estaban en un sofá, sentados. Al verla, se llenaron de alegría y corrieron a abrazarla. Fue un momento de alegría para ellos. Valentine le aclaró a su madre que había renunciado al sindicato, que aceptó el trabajo que se le impuso y que pronto los sacaría de allí. Dicho esto, Valentine volvió al Sweet Revenge. De camino a su nave, Valentine se lamentaba mucho por la situación en la que estaba. La llenaba de mucha impotencia, y la hacía desear nunca haberse convertido en piloto espacial. Su mirada se perdía en el suelo, y rápida y ansiosamente caminaba con su gorro de piloto en la mano. Al llegar a su nave, notó que frente a ella estaban Lex y Stanley, esperándola. Se irritó al instante al notar su presencia y los confrontó:

-¿Qué hacen ustedes aquí? –les dijo.
-Solo queríamos asegurarnos de que llegaras a salvo a tu destino, señorita Kauffman. –dijo Lex.
-Sabes que es mentira. –dijo ella.
-Saber y no saber es relativo. ¿Tú sabes que miento? Porque yo sé que tú no sabes si miento o no.
-Escúchame, no tengo tiempo para esto, dime qué quieres de una vez.
-Ya te lo dije. Quiero que seas mi piloto. Por eso pregunté “¿tienes ya un contrato?” Porque podemos hacer uno ahora muy beneficioso para ti y tu familia.
-¿Qué sabes tú de mi familia? –preguntó ella alterada.
-Nada, la verdad. Esperaba que pudieras decirme algo.

     Valentine, que no tenía permitido conversar con nadie puesto que ponía en riesgo la operación, decidió cortar el tema al instante.

-Mira, no tengo tiempo para hablar contigo. Voy a entrar a mi nave y no voy a responder más preguntas. Abstente de seguirme y de volverme a hablar, porque ya te dije que tengo un contrato y saldré mañana. –dicho esto, Valentine pasó en medio de Lex y Stanley y se subió a su nave.
-Qué temperamento. –dijo Stanley.
-Lo sé, me encanta. Es la clase de mujer ruda que hace falta en una tripulación. –dijo Lex, sonriendo.
-Bueno, supongo que se acabó.
-¿Quién te dijo que se acabó? Esto no se acaba hasta que se acaba.

Saturno Dorado - Un Deseo entre las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora