Capítulo 15: Los Exploradores Del Eclipse.

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     Y como si fuesen seis semanas, los seis meses pasaron rápido. El tiempo en el que la separada tripulación se reuniría otra vez, llegó. Luego
de que Valentine, la piloto, encontrase a su nuevo compañero y recogiese a Stanley y a Brian, volaron en el Sweet Revenge hacia Rowan Starships, el punto de encuentro entre Lex y el resto de la tripulación. Lex había estado en Skilenze, un planeta infernal, lleno de gánsteres y fugitivos de la Alianza; por lo tanto, regresó muy diferente a como se fue.

     En la bahía de aterrizaje de Rowan Starships, el Sweet Revenge aterrizaba. La tripulación, dirigida por Valentine en esta ocasión, bajó de la nave y caminó en dirección hacia las oficinas para esperar a Lex. Pero no hizo falta llegar a las oficinas, porque Lex ya estaba allí. Viéndolo acercarse hacia ellos, la tripulación se sorprendió al presenciar su estado.

-¿Qué te pasó? –preguntó Valentine.
-Estuve en Skilenze. –respondió Lex.

     Lex estaba sucio. Tenía una mancha de grasa en su mejilla izquierda. Su cabello seguía igual, un poco más largo y sucio, pero igual. Cargaba una franela rota, que se cubría con una túnica de las que se usan en los desiertos. Tenía los pantalones rotos en las rodillas. Sus pistolas estaban como siempre, en su cinturón. Sus zapatos sucios de manera natural. En su brazo derecho, tenía una cicatriz que bajaba desde el codo hasta la muñeca; y su mano izquierda estaba vendada con gasa.

-¿Qué le pasó a tu chaqueta? –preguntó Stanley.
-Está en algún lugar de Skilenze. –respondió Lex.
-¿Cómo te fue? –preguntó Brian.

     Lex suspiró:
-Treinta y siete trabajos completados, treinta y siete asesinatos confirmados; y esos son solo los confirmados. –dijo Lex con profundo cansancio.
-¿Tienes el dinero? –preguntó Valentine.
-Sí, así es.

     La tripulación se emocionó ante la respuesta. Lex notó a un nuevo integrante en la tripulación. Inmediatamente lo reconoció: Stefan Schester.

-Yo te conozco… -dijo Lex mirando a Stefan.
-Un momento… ya te recordé. –respondió Stefan.
-¿Se conocen? –preguntó Valentine.
-Sí, él fue el que me llevó a Borges-37 el día en que nos conocimos. –respondió Lex.
-Yo sí lo reconocí. –respondió Stanley.
-Yo también lo reconocí a él. –dijo Stefan. –Pero no pensé que nos volveríamos a reunir contigo; al menos no luego de que estos me contaran todas las locuras que hiciste.
-Sí, es natural. Bueno, tenemos una nave qué comprar. –dijo Lex para ponerse en marcha.

     Mientras caminaban hacia las oficinas de Rowan Starships, Lex les contaba a todos cómo le fue en Skilenze, cómo casi pierde su vida en 44 ocasiones y cómo tuvo mucha suerte en 7 de esas 44. Lex era como era por su pasado. Haberse criado desde joven entre piratas lo hizo ser rudo y confiado; aunque la locura con la que tomaba sus decisiones y la
confianza en él mismo que a veces desbordaba era propia de su personalidad despreocupada. Lex se volvió mercenario durante el tiempo en que estuvo en Skilenze; incluso, traicionó en más de una ocasión a sus contratistas para que su presa le pagara el doble, solo para capturarlo y entregarla a otro contratista. Lex era la traición personificada, la desconfianza en persona; cualquiera que lo tuviese como enemigo, no
podría confiar en él ni un segundo. Sin embargo, quienes lo tenían como amigo, que era el caso de muchos y de su tripulación, no tenían de qué preocuparse. Era un hombre muy leal con los suyos. De cierta forma, con todo lo que había sucedido, su tripulación confiaba mucho en él porque con sus locuras había salvado de peligro a cada uno de ellos. A Stanley lo protegió durante el conflicto en Ulula, a Valentine la salvó de Arnold y a Brian no lo salvó, pero colaboró en el conflicto contra Richter y fue la pieza clave en la victoria. Sin duda, Lex era un joven admirable, como Valentine lo dijo una vez.

Saturno Dorado - Un Deseo entre las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora