Capítulo 33: El Frío Desenlace.

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     Detrás de la derribada torre de agua y delante de la primera de las tres casas que culminaban la calle Aurora, se encontraban los últimos guerreros que quedaban de los defensores de Lambert. Matthew seguía disparando hacia los gánsteres, mientras que Adler, con sus flechas, hacía tiros estratégicos para eliminar a varios de ellos de un solo disparo. Sucedió que los gánsteres comenzaron a entrar por la calle principal para emboscarlos por el flanco derecho; pero cuando Matthew y Adler se dieron cuenta de esto, ordenaron a los guerreros seguir combatiendo bajo la dirección de Michael Dallas mientras ellos combatían con los que se acercaban por la calle principal.

-¡Usa tus flechas silbantes, Adler! –decía Matthew.
-¡Se llaman “Avispas Silbantes”! ¡Y ya no me quedan! –respondía Adler. -¿Qué tienes entonces?
-¡Algunas explosivas y flechas normales!
-¡Usa eso entonces!

     Poniéndose a cubierto detrás de los escombros del ayuntamiento, Matthew y Adler lucharon contra los gánsteres que venían por la calle principal.

-¡Se recalentó! ¡Cúbreme mientras esto se enfría! –decía Matthew.
-¿Qué? ¡Yo no soy el que puede contenerlos! ¡Yo soy el de los disparos certeros! –respondía Adler mientras se cubría también.

     Mientras tanto, en el enfrentamiento que se disputaba junto a ellos, ocurrió un desbalance que haría imposible la victoria a los defensores de Lambert. Sobre el tejado de la casa que se encontraba detrás de ellos, apareció Arnold, quien aparentemente ya había vencido a Lex. Con sus ametralladoras de plasma, atacó por la retaguardia a los guerreros, obligándolos a cubrirse detrás de escombros. Los guerreros intentaban defenderse Arnold, pero él disparaba de manera certera contra todos, matándolos fácilmente. Fue un momento desesperante. Los guerreros de Lambert no sabían dónde esconderse. Dallas, apuntó a Arnold para poder matarlo, pero no tuvo la oportunidad de dispararle. Arnold disparó primero e hizo volar su arma. Dallas había quedado desarmado. Por fortuna, Dallas pudo cubrirse antes de que un disparo le diera en un punto vital.

     Matthew había acabado con los enemigos de la calle principal, y volvía con Adler para preguntarle si estaba bien.

-¿Ese es Arnold? –preguntó Adler mientras veía cómo Arnold tenía a los atacaba a los guerreros.
-¡Debe ser él! ¡Lo mataré! –dijo Matthew.

     Pero Arnold tenía unos grandes reflejos, entrenados por vivir toda una vida como criminal, por lo que disparó hacia Matthew antes de que este pudiese apuntar.

-¡Cuidado! –gritó Adler, mientras empujaba a Matthew al piso para cubrirse de los disparos.

Arnold tenía en ese momento una sonrisa tenebrosa. Estaba afirmando con sus disparos que él era el dios de ese planeta. De vez en cuando se le escapaba una risa, porque su maldad era tanta que disfrutaba todo lo que estaba haciendo en ese momento. La vida de Arnold había sido difícil. Pero gracias a su esfuerzo, había llegado a los más alto. Claro, se perdieron muchas vidas en el proceso. Por ese motivo, Arnold Green merecía la muerte.

     Llegó el momento en el que apareció alguien que se creyó muerto. Desde detrás de Arnold, subiendo al techo, estaba Lex, con su ropa sucia y quemada, pero ileso de aquella explosión con la que Arnold quiso matarlo.

-¡Arnold! –gritó Lex a espaldas de él.

     Arnold reconoció la voz, exaltándose de repente y sintiendo un escalofrío que recorrió todo cuerpo. Volteó para mirar; y su sorpresa fue ver a Lex apuntándolo a escasos metros detrás de él.

-¿Pero qué…? –balbuceó Arnold.
-¡Bastardo! –le gritó Lex.

     Apuntando con sus dos pistolas, antes de que Arnold pudiese reaccionar, Lex realizó múltiples disparos contra él, impactando todos en su pecho y abdomen. Arnold no lo podía creer. Sus últimos segundos de vida consistieron en presenciar cómo Lex lo derrotaba. Al recibir todos esos disparos, resbaló desde el borde de la casa, y cayó de cabeza en el suelo. Ese día la vida de Arnold llegó a su fin. Todos quedaron atónitos ante la escena. Uno de los gánsteres dio voces diciendo “¡El jefe ha caído!”, lo cual bajó la moral de la pandilla. Por eso, los pocos guerreros que quedaban se armaron de valentía y dispararon de nuevo contra los gánsteres, esta vez representando un mayor desafío. Matthew y Adler se unieron de nuevo al conflicto, y Lex, teniendo aún muchas energías, bajó del techo y colaboró con el enfrentamiento, logrando hacer huir a los pocos gánsteres que quedaban, ganando así la batalla de Lambert de una vez por todas.

-¡Lo hicimos! ¡Ganamos! –dijo Dallas.
-¡No los dejen huir! ¡Persíganlos y mátenlos! –decía Matthew mientras corría tras los gánsteres.

     Muchos guerreros corrieron tras Matthew para apoyarlo, completando el objetivo de defender Lambert.

-Lo hicimos… –decía Adler aliviado. –Ganamos.
-Sí… por fin nos quitamos el yugo. –dijo Dallas.

     Lex recordó a Brian y corrió hacia su ubicación; pero a mitad de camino, lo vio venir hacia él, herido, con sus cuchillos ensangrentados y la espada de Gerard envainada y ceñida a su espalda.

-¡Brian! ¿Estás bien? –preguntó Lex.
-Sí. Excepto por los cortes. –respondió Brian.
-¿Y esa espada?
-Es nueva. –respondió Brian. –Me gustó, así que la tomé.
-Eso sí que es ser un pirata. –dijo Lex sonriendo.
-Siéntete orgulloso. –dijo Brian, poniendo su mano sobre el hombro Lex.
-Lo estoy.

     Brian se dejó caer sobre Lex, y él lo sujetó con fuerza para que no se golpeara con el suelo.

-¡Estás muy herido! Te llevaré para que te atiendan. No te rindas, Brian, sigue conmigo. –decía Lex, desesperado.
-Aquí estoy, no iré a ningún lado. Solo estoy mareado. Ayúdame y ya. –musitó Brian con debilidad.

     Volvieron a reunirse todos en la calle principal, concentrando a los heridos en un mismo lugar y los cadáveres en otro. El Valentine´s Pride volvía de su retiro, aterrizando en medio del pueblo, mucho más atrás de donde fue el enfrentamiento. Bajaron los habitantes del pueblo: las mujeres, niños y ancianos y agradecieron a los guerreros que aún vivían y a la tripulación de Lex por haberlos ayudado a vencer a Arnold de una vez por todas.

     Aconteció que la tripulación se volvió a reunir por fin. Valentine, Stefan, Stanley y Adara se reunían con Lex y los demás, cerca de la nave.

-¡Lex! ¿Estás bien? –preguntaba Adara, preocupada mientras corría hacia Lex.
-Estoy bien, solo son quemaduras menores y un disparo de plasma en mi hombro. –respondía Lex.
-Hay que curarte de inmediato… ¡iré a buscar un botiquín!
-Busca también para Brian. Es el más herido de los cuatro.

     Adara miró a Brian, quien estaba sentado en una roca, con su camisa rota y machada de sangre.

-¡Oh! ¡Ya vuelvo! –dijo Adara al ver a Brian.

     Valentine también se acercó para ver a Brian y luego a Lex. Sorprendidos todos de las condiciones en las que estaban, y a la vez, felices de que estuvieran vivos.

-¿Dónde está Arnold? –preguntó Valentine.
-Lo maté. –dijo Lex a secas.

     Valentine no reaccionó de inmediato. Pensó que Lex contaba un chiste. Pero al mirar sus ojos, supo que tenía razón.

-¿En serio? Quiero verlo. Quiero verlo con mis propios ojos.
-Ven, sígueme entonces.

     El equipo fue a ver el cuerpo de Arnold, el cual yacía en el suelo, con el cuello roto tras la caída y con el abdomen y el pecho destrozado por los impactos de plasma.

-Lo hiciste… Lex, lo mataste. –decía Valentine incrédula.
-El muchacho lo hizo. –dijo Adler a Matthew riendo.
-Lex, una vez más… eres increíble. –agregó Stanley.

     Valentine abrazó a Lex por haber matado a Arnold y dijo a todos lo feliz que estaba por su muerte, ya que, como podemos recordar, Arnold había esclavizado a Valentine para sus propósitos. Al cabo de unos minutos, llegó Adara, junto con otras mujeres enfermeras y atendieron a todos los heridos.

     Ese día se cerró un ciclo en la historia de Veragor, porque la dictadura de Arnold había terminado. Por supuesto, en la ciudad de Arnold, Arnold´s Kingdom, aún había pocos gánsteres. Pero no se les prestó atención, sino hasta dos días después, en el que el ejército de Lambert, esta vez apoyados por más hombres que se unieron a la causa tras enterarse de lo sucedido, invadieron Arnold´s Kingdom y purgaron de Veragor cualquier pequeña semilla de Arnold´s Gang´s, acabando de una vez por todas con una organización criminal que estuvo muchos años en funcionamiento. Todo Veragor agradeció la valentía que Matthew, Adler, Stanley y Brian demostraron al enfrentar a los gánsteres y a la valentía que tuvo Lex al enfrentar a Arnold. También agradecieron a Valentine y a Stefan por haber protegido a los habitantes del pueblo durante el conflicto. La tripulación y especialmente Lex, agradecieron a Adara por su ayuda, ya que sin ella, Lex no hubiese sido quien hubiese tenido el placer de asesinar a Arnold Green.

Saturno Dorado - Un Deseo entre las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora