Capítulo 8: Brian Wilcevski

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-¿Cocinero? ¿De una nave? –preguntaba Brian tras escuchar la propuesta de Lex.
-Sí, así es. Somos exploradores. Estamos en una búsqueda y necesitamos un cocinero a bordo. –dijo Lex.
-¿En qué clase de búsqueda se encuentran? –preguntó Brian.
-Eso es una respuesta solo para miembros de la tripulación. Si aceptas, podría decirte.
-¿No crees que es incorrecto? ¿Cómo piensas convencerme de que me una a ti si no me dices lo que haremos?
-Tengo mis métodos. –dijo Lex.
-Extraños métodos. –dijeron Valentine y Stanley al unísono.

     Brian lo pensó un momento. En el fondo, no quería abandonar Miracle Moon, pero simultáneamente tenía varias razones para hacerlo.

-No creo que quiera dejar este lugar. Amo cocinar y amo este restaurante.
-Yo respeto eso. –dijo Lex. –Pero lo que te ofrezco es mucho mejor. Pertenecer a mi tripulación significa abrazar la posibilidad de vivir increíbles aventuras y viajar. Además de un buen pago mensual.
-Háblame del pago. –dijo Brian sin vacilar.
-Eso es tema para otro momento. –dijo Lex para cambiar el tema de conversación. –Por ahora solo quiero saber si estás interesado, y si no, ¿qué puedo hacer para que lo estés?
-Puedes hablarme del pago. –repitió Brian con una sonrisa en su rostro.
-Me agrada este muchacho. –dijo Lex mientras miraba a Valentine y a Stanley. –Pero hablaremos de eso luego. Por ahora, queremos comer. Gracias por tu atención, puedes volver a la cocina.

     Brian volvió a la cocina. Giz-Mhok recogió la orden de Lex, Valentine y Stanley y volvió a la cocina también para trabajar. En la mesa, esperando por la comida, estaban Lex, Valentine y Stanley conversando.

-¿Lo quieres en la tripulación? ¿Seguro? –preguntaba Valentine.
-Si puede cocinar y pelear, le pagaré lo que sea. –dijo Lex.
-Hablando de pagos, tú a mí no me has dicho cuánto me pagarás. –dijo Valentine.
-A mí tampoco. –dijo Stanley.
-Yo te salvé a ti y a tu familia, así que tu pago será algo de lo que hablaremos luego; y en cuanto a ti, Stan, no pienses en pagos por ahora, porque me debes mucho dinero. –respondió Lex. –Además, me interesa que seamos amigos, no “compañeros de trabajo”. Las tripulaciones así no llegan muy lejos. Por eso, en señal de mi amistad, yo pagaré la comida.
-Espero que sí, porque ni billetera tengo. –dijo Stanley.
-¿De qué clase de planeta de tercer mundo saliste? –preguntó Valentine.
-¡De ninguno! ¡No soy pobre! Es que Lex me secuestró y no traje nada
conmigo. –respondió Stanley.
-En primera, estás exagerando. En segunda, tuviste tu oportunidad de recoger varias cosas cuando volvimos a Lincoln-12. En tercera, me debes dinero y lo pagarás con trabajo. Cuarta y última, te he protegido varias veces, con eso me debes más, pero no lo tomaré en cuenta porque somos amigos.

     En la cocina, Brian volvía a su trabajo. Uno de sus compañeros se acercó a él y le preguntó sobre la conversación que tuvo con Lex, pero él no dio detalles. Luego de considerarlo un rato, fue a la oficina del chef. Ese mismo chef que lo regañó hace un rato, el dueño del restaurante y quien le enseñó todo lo que sabe: Grit Tardys.

-Jefe, necesito un momento. –dijo Brian.
-No tengo un momento. –respondió Grit. –Vuelve al trabajo.
-Es importante. –aseveró Brian.

     Grit lo observó unos segundos para luego darle permiso de pasar.

-Siéntate. –le dijo.

     Brian se tomó un momento para hablar. Entonces comenzó:

-¿Qué me diría usted si decido renunciar?
-¿Quieres renunciar? –preguntó Grit.
-No, le pregunto si le importa en algo si renuncio o no.

     Grit lo pensó. No quería perder su fachada de Chef serio y asertivo. Por eso mintió.

-No. No me importa, puedes renunciar cuando quieras.

      Brian se ofendió con lo que dijo y se levantó de la silla.

-¡Pues no te daré el gusto! –dijo Brian desafiante.
-¿A eso viniste? ¿A faltarme el respeto?
-¡No es eso a lo que vine!

     Hubo un silencio siniestro durante varios segundos. Brian tomó la palabra.

-Me ofrecieron trabajo en una nave. No quiero subir nunca más a una nave. Pero a la vez… no quiero seguir estando aquí. Usted no me trata más que como un perro que no tiene a dónde ir y no merezco eso. –y diciendo esto, salió de la oficina de Grit.

     Grit se quedó meditando en lo que Brian dijo. Quebrantando su orgullo, le dio la razón a Brian. Desde hace un año, su trato hacia él no era más que el que le da un hombre a un perro que no tiene a dónde ir. Todo comenzó en el año en que se inauguró Miracle Moon. Luego del naufragio de Brian; después del rescate, el trauma de Brian salió a flote. Cada vez que subía a una nave, la ansiedad y el miedo lo abordaban, al punto que quería salir de ella a toda costa. La última vez que Brian abordó una nave, fue la que abordó para llegar a Miracle Moon. Luego de eso, nunca más quiso salir de allí por el miedo de volver a naufragar. Brian aprendió a controlar su ansiedad con el lanzamiento de cuchillos, arte que Grit le enseñó. Al ser un chef, su manejo con los cuchillos se volvió puramente
artístico. Pero nunca dejó de saber usarlos para defenderse. Podría decirse que la ruptura en la relación entre Brian y Grit comenzó cuando él comenzó a involucrarse en pleitos en el restaurante. Brian no soportaba que nadie se burlara de él por su miedo a las naves, por lo que peleaba con quien fuese. Al único a quien no le ponía un dedo encima era a Grit. Luego comenzó a meterse en pleitos con comensales problemáticos. Eso bajaba la calidad del restaurante, puesto que comenzaba a decirse que Miracle Moon era solo un comedero para indigentes y piratas. Grit despidió a Brian dos veces durante ese periodo, pero Brian se negaba a subir a una nave para abandonar la estación. El corazón de Grit se ablandaba y le permitía volver al trabajo, pero para nada su relación volvió a ser la de antes. Todos en el restaurante veían a Brian como un chico problema. Trabajador, buen cocinero, pero de actitud agresiva y dominante. Todo por los traumas que sufrió. Actualmente, Brian y Grit no se hablaban. Ningún cocinero del restaurante se metía con Brian. No tenía relación alguna con sus compañeros. Solo trabajaba por su amor a la cocina y porque no tenía a dónde ir. Ese era Brian Wilcevski; atrapado entre estar en un lugar en donde no se sentía bienvenido y entre el miedo de tomar la única alternativa para salir de la estación: una nave.

     Mientras tanto, en la mesa en donde se encontraban Lex, Valentine y Stanley, la comida ya había sido servida y estaban comiendo.

-Tomé una buena decisión con este plato. –decía Valentine mientras comía.
-Todo aquí es una buena decisión. Es Miracle Moon. –respondió Lex.
-No quiero salir de aquí nunca, quiero vivir aquí y comer todo lo del menú. –decía Stanley.
-¿En serio quieres llegar a la sección de la gastronomía Bugariana? Yo no te lo recomiendo. –decía Lex.

     En ese momento, uno de los vigilantes de las bahías de aterrizaje entró corriendo al restaurante.

-¡Jefe Tardys! ¡Jefe Tardys! ¡Es una emergencia!

     Todos se alarmaron. Tardys salió de su oficina.

-¿Cuál es el alboroto? ¡Espantas a los comensales! –gritó Grit Tardys.
-¡Es que volvió! ¡Él volvió!
-¿Quién volvió?
-¡Richter! ¡Richter volvió! ¡The Supernova está aterrizando en este momento en la bahía!

     Los ojos de Grit cambiaron en ese instante. Su expresión demostró lo preocupado que estaba en ese momento. La desgracia había vuelto al restaurante luego de mucho tiempo.

Saturno Dorado - Un Deseo entre las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora