Capitulo 30 - Singto

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Sabía que me veía horrible sin embargo, no podía importarme menos. Había llamado a Krist tantas veces que me sentía como un acosador.

No había comido mucho y no podía concentrarme, había venido a Phuket después de cinco infructuosos días de intentar encontrar a Krist.

Necesitaba ir a casa un tiempo y organizarme, había herido a Krist, algo que nunca quise hacer. Ya me había disculpado con Off y Gun por arrastrarlos, junto con sus padres, dentro de mi mentira. Gun me había dicho que me tomara unos días libres. Así que, aquí estaba yo, acampando en casa de mis padres.

Mi madre me alimentó, que era algo común en ella, alimentar el desamor, había dicho, definitivamente tenía el corazón roto nunca antes me había sentido tan vacío.

Todo dolía por Krist.

Me senté en el porche cubierto ante la vista del mar El sol se hundía detrás de las palmeras y un matiz naranja cubría el cielo. Papá salió, me dio una cerveza, se sentó a mi lado y suspiró.

—¿Quieres contarme sobre eso? —dijo.

—Metí la pata, papá. Conocí al más maravilloso chico y le mentí.

—¿Sobre qué?

Le conté toda la historia, desde el principio hasta el amargo final. Me sentía como el infierno por engañar a Krist, pero sabía que, si se enteraba de la verdad sobre mí, se alejaría. Bueno, se alejó mi padre se reclinó en la silla y frunció las cejas.

—Así que, te dejó, no ha respondido a tus llamadas telefónicas y se niega a verte.

—Bueno, sí. Pasé por su apartamento todos los días — admití— Estaba empezando a sentirme como un psicópata.

—Mira, lo único que puedes hacer ahora es esperar, hijo. Dijiste la verdad y eso es lo mejor que puedes hacer. Te disculpaste, ¿verdad?

—¡Por supuesto que lo hice! —Me froté la sien — Debería haberlo aclarado de inmediato.

—Hijo, ¿amas a este hombre?

Me volví para mirar a mi padre.

—Papá, creo que nunca he estado enamorado hasta ahora.

—Dale algo de tiempo, Singto eres un buen hombre

Intenté mantener mi mente ocupada, mis padres se habían metido en un negocio secundario de cría de caballos árabes. Teníamos una especie de granja casi a la orilla del mar, había montado caballos en mi tiempo, pero estaba nervioso alrededor de los árabes. Creo que son más tercos que Krist me reí entre dientes ante el pensamiento y uno de ellos me relinchó.

—Trueno, deberían haberte llamado Krist —acaricié su melena y recibí un bufido.

—¿Por qué no lo llevas a dar un paseo?

Miré por encima de mi hombro para ver a mi mamá apoyada contra la puerta del establo.

—¿Todavía está verde?

—No, tu padre lo domó hace un mes. Estuvo dolorido durante semanas y magullado de la cabeza a los pies.

—Oh sí, ahora quiero montarlo —dije con tono plano.

—Vamos, llévalo al mar. Lo ama.

Miré al caballo.

—No me tires, ¿lo entiendes?

Obtuve una sacudida de cabeza y un bufido.
El viento me azotó el pelo mientras Trueno galopaba por la arena no me había sentido tan en paz en mucho tiempo.

Tuve tiempo de pensar en cual sería mi siguiente plan de acción Krist no aceptaba mis llamadas y eso me hizo apagar el mío, mirarlo fijamente no me ayudaba.

Trabajando. Sin tiempo para eso que llaman amor- SingtoKrist (Historia 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora