Llego a la cocina donde está mi madre cocinando y voy a a darle un beso en la mejilla.
—Hola mami —me descuelgo la mochila del hombro buscando entre los libros—. Tenemos que vender unas rifas para la excursión de fin de curso.
Dejo el talón de rifas en la mesa y me sirvo un vaso de agua apoyándome contra la encimera.
—¿Me haces una transferencia?
Me madre deja de mirar la olla con las apestosas verduras y se cruza de brazos.
—¿No tienes que venderlas? —me pregunta y le doy mi mejor sonrisa de hijo bueno—. Tienes que pasar el trabajo para aprender a negociar.
—Te los vendo a ti, mami.
Entre cierra los ojos.
—Tienes que encargarte tú —recalca— de venderlos.
—Tengo una madre rica y debería aprovecharlo —le hago pucheros—. Es para mi viaje de fin de curso mami.
Ella bufa pero me agarra de las mejillas dándome un sonoro beso.
—Estás muy mimado.
—Es porque mi mami me quiere —le rodeo los hombros y su cabeza queda en mi hombro.
—Aún así si quieres el dinero, harás recados para mí —advierte señalandome con el dedo acusador.
—Sí, señora —me pongo recto llevando la mano a la frente.
Los recados no son cualquier cosa simple, que va. Mi madre lleva lo de tenerme de asistente al límite. Ahora que tengo carnet me hace ir al supermercado cada vez que necesita algo ya sea por un simple limón y luego también me hace ir a por compras enormes que nos durarán un mes y tengo que cargar con todas las bolsas yo solito, colocar todo en la cocina y también me tiene de cocinero día y noche. Me hace limpiar el salón, mi habitación, la suya, lavar la ropa —esta vez sin romper la lavadora—, cambiar las cortinas, limpiar muebles, la cocina dejarla reluciente, fregar platos y el suelo de toda la casa.
—Mamá, estás esclavizando a tu hijo, ¿no te da remordimientos? —me quejo frotando mi frente sudada—. Esto es ilegal.
—No te entiendo, cariño, pensar en tu viaje me distrae —responde pasando las páginas de la revista que está leyendo en el sofá.
A regaña dientes sigo frotando el estropajo contra la encimera hasta dejarla limpia y brillante y acabo con los dedos arrugados.
—Cariño, ¿me preparas un té?
Mi madre está disfrutando de tenerme de sirviente. Parezco idiota con el delantal puesto y oliendo a lejía como si fuera la cenicienta dejando la cocina impoluta.
—Aquí tienes, mamá —remarco la palabra mamá cuando le entrego la taza de té un poco mosqueado por tener que hacer esto por una excursión.
En lugar de sentir remordimientos mi madre se ríe y me da un beso mandándome a pasar la aspiradora. Estos últimos meses que estuvo en cama cuando salió del hospital tras el atraco en el banco me tuve que encargar de todo pero esta limpieza general es excesiva.
Es oficial mi madre me odia.
O quizá esté haciéndome pagar por todas las cosas malas que hice. ¿Se habrá enterado de que me salté las últimas clases del viernes por irme con Miles y Kenneth? Espero que no, y menos que estuvimos fumando hierba.
Cambio las sábanas de su cama cuando me lo pide y por fin me deja irme a mi habitación. Me pongo los cascos para el ordenador y juego unas cuantas horas hasta que se hace de noche y empiezo a quedarme dormido.
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Atracción ✔️
Teen FictionUna atracción innegable. Un amor único. Una historia diferente. Vive la historia de un adolescente que se enamora de una mujer mucho mayor que él pero que se vuelve el centro de toda su atención. La chispa entre ellos surge de una atracción innegabl...