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Al despertar me vestí a toda prisa y me bebí el café casi abrasandome la lengua para salir de casa corriendo abrochandome las cadenas en los vaqueros, y en lugar de ir al ascensor giré hacia la puerta del piso de al lado y toqué el timbre.

Esperé y no abrió.

-Erin, ábreme -golpeé la puerta con los nudillos un par de veces.

Apoyé la frente en la madera y suspiré frustrado.

Llevaba dándole vueltas desde ayer y seguía sin entender que pasó para que se fuera así después de besarnos. Mi aliento no olía mal, y sé que beso de maravilla. No sé que le hizo huir así de mi.

-Por favor Erin -suplico sintiéndome muy patético-. Hablemos.

Insistí un poco más llamando varias veces pero me alejé antes de llegar tarde a clase.

Arranqué a toda velocidad por la carretera acelerando cada vez más apretando el manillar con fuerza por el enfado casi saltandome algunos semáforos, no estaba pensando con claridad y las multas que podrían llegarme eran lo último en mis pensamientos. Al llegar al aparcamiento del instituto dejé la moto al fondo y entré llegando tarde recibiendo una larga charla sobre ser puntual.

-¿Qué te pasa? -murmura Kenneth desde la silla de al lado.

-Nada -gruño.

-Estás de mal humor -afirma-. ¿Es por tu madre?

No respondo. No tengo ganas de hablar, ni si quiera con mi mejor amigo. A pesar de que le cuento todo lo que me pasa, no le he menciona nunca a Erin y es un tema del que ahora mismo no me apetece hablar.

-Tío, venga -insiste-. Cuéntamelo.

-No quiero hablar joder -espeté a gritos muy cabreado.

-Señor Danner -maldigo a mis adentros cuando el profesor me mira con enfado-, vaya a dar un paseo y cuando se calme vuelve.

Me levanto y recojo mi mochila del suelo, salgo pisando fuerte y doy un portazo al salir notando temblar hasta el suelo.

No estoy lo suficientemente enfadado que parece que todo el mundo me busca las cosquillas.

Apoyo mi espalda en la pared y dejo caer mi cabeza hacia atrás respirando pesadamente del enfado. Camino hacia el patio trasero y me siento en uno de los bancos más alejados. Paso mis manos tirando de mis mechones rubios tratando de calmarme, sin éxito.

Me salto la siguiente clase y me paso la hora sentando en el jardín disfrutando del silencio y la tranquilidad para calmar mi mal humor detrás de los árboles del fondo. En un intento de sacar mis frustración intenté escribir un poema pero ya no era buena en un día normal, y mucho menos con el mal humor que tengo ahora mismo.

A la hora del recreo respiro y entro en busca de mi amigo.

-Hola -saludo acercándome a la mesa donde esta sentado comiendo una bolsa de patatas fritas.

Me mira un segundo sin decir nada y vuelve a su comida cuando me siento a su lado.

-Lo siento -murmuro robándole comida-. Estaba de mal humor y la pagué contigo.

-¿Me vas a contar que te pasa?

Abro la boca dispuesto a contar a mi amigo todo lo que me pasó con Erin cuando un grito interrumpió en medio de la cafetería.

-Hijo de puta -la voz de Karla resonó por todo el lugar haciendo callar a todo el mundo.

Sus ojos llenos de rabia escanean la cafetería en busca de alguien. Cuando sus ojos recaen en mi chispean de cabreo y avanza apretando los dientes y los puños.

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