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Una molesta vibración perturba mi sueño despertándome en mitad de la noche. Me renuevo en la cama, siento un brazo aprisionado.

Abro los ojos despacio y me encuentro a Erin, su cabeza sobre mi brazo dejándome sin circulación, pero esta tan adorable dormida que no quiero moverme y que se despierte.

La habitación huele a sexo y a rosas igual que ella.

La vibración vuelve a insistir molestando y tengo que moverme despacio para alcanzar el móvil sobre mi mesita de noche.

El nombre de Miles aparece en grande en la pantalla. Frunzo el ceño y aunque quiero ignorarlo es mi amigo y por la hora que es tiene que haber pasado algo, tanto el como Kenneth dijeron que irían a una fiesta y mis amigos son un peligro borrachos.

—¿Miles? —pregunto nada mas descolgar.

—Heeey, señor pecoso por fin contestas —oigo que me responde y hay mucho ruido de música de fondo y el arrastra las palabra notablemente borracho—. ¿Por qué no contestabas? Llevo un buen rato llamando.

—Estaba ocupado —me limito a responder viendo a Erin moverse.

—¿Estabas follando? —pregunta con picardia y de repente empieza a soltar hipos y risitas tontas.

—Si —respondo sin vacilar, lo mas seguro es que mañana no recuerde nada de lo que ha hecho así que, ¿que importa?

—Que suerte tienes pecoso hijo de puta —responde entre balbuceos—. La chica que me quería follar me tiró la copa encima porque estaba bebiendo un chupito del ombligo de otra, ¿que le pasa a las mujeres?

—¿Me has llamado solo para decirme eso? —pregunto irritado ya que interrumpió mi sueño.

—No —de repente se ríe—. Es que me acabo de olvidar porque te llamé, e intentaba distraerte para...intentar recordarlo.

Me froto la cara exasperado.

—Miles, concéntrate —chasqueo la lengua tratando de buscar mi paciencia.

—Me concentro mi capitán —suelta en un grito y me tengo que apartar el móvil de la oreja.

—Piensa de una vez que me ibas a decir o cuelgo.

—Que gruñón eres Aidencito —replicó balbuceando—, eres igualito que...¡Kenneth! —de repente oigo un golpe seguido de otra risa de borracho—. Por eso te había llamado.

—¿Por Kenneth? —de repente la preocupación por mi mejor amigo me espabila—. ¿Donde se está Kenneth, Miles?

—Pues... —se ríe—, no lo sé.

Suelta carcajadas sin parar y por mucho que repito su nombre para que se centre y me cuente que coño pasa no deja de reír como un idiota.

—Miles, me estas cabreando.

—Follar no te quita no amargado, eh? —se burla y respiro hondo recordando que estoy hablando con un estúpido Miles muy borracho y drogado con la peor droga que encontró.

—¿Donde esta Kenneth? —pregunté pronunciando despacio cada palabra para conseguir que la única neurona que tiene funcionando me diga de una vez que pasa.

—No lo sé —respondió por fin—, lo he perdido en la fiesta.

Frunzo el ceño ya que se oye apenas unos murmullos de música a tope de fondo.

—¿Donde estas? —me levanto de la cama.

—Pues...—se queda callado y lo oigo respirar—, veo un árbol rosa.

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