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—No deberías estar aquí —dice evitando mirarme cerrando la puerta y caminando por la habitación para distraerse.

—Erin —la retengo del brazo pero se niega a mirarme a los ojos—, tenemos que hablar de lo que pasó el otro día.

—No pasó nada —dice por lo bajo—. Así que no hay nada de que hablar.

—¿No pasó nada? —repito y ella asiente—. ¿No significó nada para ti?

—No —murmura.

—Repítelo mirándome a los ojos —exijo cruzándome de brazos.

Erin suspira intenta mirarme pero sus fuerzas flaquean y se aleja de mí pasándose las manos por el pelo revolviendolo.

—¿Por qué haces esto tan difícil? —pregunta.

—Quiero que admitas que sentiste algo cuando nos besamos.

Traga saliva se me seca la boca y noto los latidos ansiosos de mis corazón cuando sus ojos encuentran los míos. Sus dos brillantes azules tan tan intensos y tan profundos como el mar con el reflejo del sol y joder como me gustan.

—Admítelo —susurro dando lentos pasos hacia ella—. Dime que te gusto tanto como tu a mi.

Su boca se entre abre buscando las palabras y en ningún momento deja de mirarme a los ojos pero está tan perdidas en mis ojos como yo en los suyos. No rompo el contacto de nuestras miradas mientras me acerco poco a poco hacia sus labios y solo cierro los ojos cuando ella lo hace dejándose llevar por las ganas de querer besarme. 

Sabía que se moría por besarme, tanto como yo me moría por besarla.

Sonrío antes de darle el beso por el que sus labios suplican silenciosamente. Nuestras bocas danzan en una sincronía perfecta conociendo cada movimiento para volvernos locos y nuestras lenguas se buscan comenzando una batalla. Enredo mi mano en su pelo agarrando su nuca pegando nuestros cuerpos. Caminamos por la habitación a ciegas hasta que sus rodillas chocan contra el colchón cayendo sobre el sin dejar ir mi boca.

Poniéndome sobre ella mis manos bajan por su cintura por las curvas que me vuelven loco. Tira de mi pelo y me clava los dedos en la espalda.

Gime contra mi boca y mi excitación aumenta poniendo a mi amigo duro contra su entre pierna. Al notarlo mueve sus caderas contra las mías volviéndome aun más loco.

—Aiden... —gime al bajar mis besos por su cuello mordiendo su piel.

Jadea con los ojos cerrados revolviéndose debajo de mi cuerpo clavando más los dedos en mis hombros, su pecho rozando el mío notando sus generosos pechos contra mi.

Empujo mi cadera contra la suya presionando mi erección dura como una piedra, por sus gemidos y por como se restriega contra mi provocandome.  

—Joder —gruño cuando me rodea la cintura con las piernas pegando nuestras partes.

Lamo entre sus pechos y le muerdo la parte de su pecho sin tela. Mi otra mano se cuela bajo su fino jersey y sonrío al notar que no lleva sujetador y se me hace muy fácil agarrar su pecho y pellizcar su pezón.

Sus gemidos se hacen más duros y mal altos y tira con más fuerza de mi pelo.

—Si sigues provocandome no podré aguantar mis ganas de fo... —mi frase es interrumpida por su boca por mi cuello y sus manos por mi pecho—. Lo estas haciendo a propósito.

Ella sonríe con falsa inocencia y se muerde el labio en un gesto para provocarme aun mas si es posible, la dureza de mi miembro empieza a doler y amenaza con romper mis pantalones.

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