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Bostezo por décima vez en lo que va de mañana desde que a la fuerza tuve que salir temprano de la cama un sábado.

El café se me acaba y ya me comí el último croissant que me mandó mi madre en la mochila.

—¿Estáis listo? —pregunta la voz de Karla apareciendo con el grupo de chicas de nuestro curso dejando a todos con la boca abierta.

Además de ponernos a trabajar a nosotros y explotarnos como carne fresca para que dejen de sexualizar a las mujeres vienen vestidas... No tengo muy claro para que.

Creo que sencillamente quieren volvernos locos vistiéndose tan atractivas. Con esos tops tan ajustados, esos pantalones cortos que dejan ver sus largas piernas morenas.

Analizándolo bien es un buen incentivo tener a mujeres guapas así vestidas para motivarnos a trabajar.

Empiezan a repartir cubos, esponjas y jabón entre todos que están preparando las mangueras y algunas ya les están arrancando literalmente las camisetas a algunos para atraer más público.

—Vamos Anne, quítate la chaqueta —oigo a Karla decirle a unos metros.

—No puedo.

—Claro que puedes, no va a pasar nada te lo aseguro.

Anne insegura mira a todos a su casa alrededor y se encoje en su lugar.

Anne es una chica gordita, así como otras de la clase pero que van orgullosas con el pantalón corto y el top. Pero así como Anne tiene miedo otras orgullosas van como si nada mostrando sus atributos así gusten o no. No todas están delgadas, no todas tienen pechos enormes ni culo y están muy tranquilas con la ropa sometiendo a los hombres.

En cambio Anne se esconde tras una chaqueta pero si lleva el pantalón corto.

—Anne, nos hemos vestido así para demostrar que las mujeres mandamos y podemos vestirnos como nos de la gana sin ser sexualizadas —intenta motivarla Karla.

Los chicos y yo nos acercamos a ellas. Karla me sonríe y Anne se pone tímida mirando de reojo a Miles.

—Hoy no hay complejos, verdad chicos? —pregunta Karla hacia nosotros—. Vamos a divertirnos y a ganar mucho dinero para nuestra excursión.

Anne sigue sin quitarse la chaqueta.

—Ya verás, mandamos las mujeres —insiste Karla y me mira—. Quítate la camiseta, Aiden.

La miro sorprendida porque no tenía planeado quitármela.

—Estáis bajo las órdenes de las mujeres —me señala—. Quítatela.

Me enojo de hombros y me la termino quitando porque no me avergüenzo de mi cuerpo. Como soy alto estoy delgado, bastante delgado a pesar de que como mucho pero tengo un metabolismo acelerado y de vez en cuando algo hago de ejercicio por lo que soy un delgaducho con algo de músculo.

Estoy bueno que te cagas.

Anne aparta la mirada poniéndose roja.

—Venga Anne, quítate tu también la chaqueta —le ánima Karla.

—También puedes quitarte la camiseta —bromea Kenneth moviendo las cejas.

Anne se pone más roja.

—Kenneth —le riñe Karla—. Hoy no tienes permiso para ser pervertido.

—Lo siento señora —se lleva la mano a la frente en plan militar—. Permiso para unirme al club de los sexys sin ropa.

—Permiso concedido —Karla le sigue la broma intentando no reírse.

Kenneth se quita la camiseta y Miles se aguanta la risa.

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