Capítulo 4

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DULCE

Había pasado ya una semana desde que Amelia hizo la fiesta aquí en la sala, no le había comentado nada sobre los hombres misteriosos que vinieron un mes antes de la fiesta; Amelia me hizo ordenar todo el desastre al día siguiente, y esa misma noche del sábado hizo otra fiesta donde el día siguiente también me hizo recoger todo.

En la semana ayude a Amelia con los quehaceres de la casa, cocinaba, limpiaba y atendía a Amelia, si lo hacía todo bien podría obtener mi ración de arroz con tortilla y un vaso de agua por la noche, habían veces que me castigaba y no me dejaba comer por ser una niña mala; no había vuelto a ver a esos hombres misteriosos pero quería volver a hablar con alguien, aquí en la casa solo servía a Amelia y no me dejaba conversar con nadie.

Era viernes y como siempre hoy se haría otra fiesta en la sala; estaba acomodando todo bien, la bebida en una hielera, no sabía porque tomaban tanta agua helada, pero no podía preguntar, la comida en recipientes de vidrio en medio de la sala, eran alitas de pollo con una salsa oscura, panes y bocadillos, estaba terminando todo cuando Amelia bajo las escaleras con un vestido rojo como su cabello.

–Apurate con eso, hoy llegarán personas importantes así que más vale que te comportes, sabes las reglas, no hables de más, no los mires y no seas torpe cuando sirvas la comida, sabes que si lo haces te quedas sin cenar ¿Entendido?. – fue dura con sus palabras pero debía obedecer, era cuidar de ella así que daría todo de mi esta noche.

–S-si Amelia, lo prometo.–le sonreí para que quedara tranquila pero solo paso por mi lado a esperar que sus invitados llegaran.

Pasó una hora y el timbre de la casa sonó, Amelia se levantó de su lugar y abrió la puerta, se escucho que intercambiaron un par de palabras y luego los mismos hombres misteriosos de la última vez entraron, los mire sorprendida y ellos me devolvieron la mirada, cuando Amelia estaba de espaldas cerrando la puerta uno de ellos me hizo una seña, puso su dedo en los labios para que hiciera silencio, supe entonces que no tenía que mensionar nada de la última vez y hacer como si nunca los conocí.

Amelia regresó y se sentaron en los sillones, me quedé en un rincon como siempre, tratando de no hacer ruido ni llamar la atención, ya me había advertido de que si lo hacía los hombres que habitualmente venían podían hacerme cosas malas, por eso no desobedecia.

Las horas pasaron y ahora sospechaba que lo que tomaban no era solo agua(aunque seguia sin saber que era), ellos de vez en cuando me daban miradas extrañas mientras les alcanzaba la comida o bebida, parecían molestos por eso pero solo seguí haciéndolo, en verdad tenía hambre como para portarme mal y no cenar.

Luego vi como Amelia un poco mas feliz como de costumbre, se levantó de su puesto y de una gaveta de un mueble ser a de ella, sacó una bolsa negra con algo en ella y se los dio a los hombres, se sentó de nuevo y ellos sacaron lo que al parecer era dinero, mucho dinero, lo contaron luego a sintieron y lo guardaron; después de eso volvieron a lo de antes y horas después se marcharon.

Amelia me dejó comer y pude irme a dormir, mañana me levantaría temprano para ordenar todo y dejar listo para la segunda fiesta que da en la semana. Subí a mi habitación, me cambié y luego deseé buenas noches a mis padres.

§

Me desperté a las 6 de la mañana, baje y después de tomar un vaso de agua empecé con el oficio, luego me bañaría y haría el almuerzo de Amelia ya que no desayunaba.

Cuando terminé de hacer todo y de atender a Amelia, a las 6 de la tarde empecé a ordenar la sala, cuando terminé, de nuevo espere a que todos llegaron y repetí lo mismo que hacía siempre, un hombre me miraba raro todo el tiempo pero lo ignore y solo seguía en lo mismo.

§

La siguiente semana llegó y jamás espere lo que pasó esa noche de sábado.

Mabel dice:

Estoy muy inspirada últimamente así que tendrás muchos capitulos seguidos, espero los disfruten y todo se entienda bien, si hay alguna duda háganmelo saber y también mas faltas de ortografía.

Gracias por leer ❤️

Mi Dulce InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora