La limosina

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La limosina se paró por un momento, Colombus preguntó que pasaba y el chofer le dijo que había bastante tráfico.

Colombus se veía enojada aún, hablar fue lo peor que pude haber hecho en esos momentos, le había dicho que se calmara un poco y volteó a verme, su mandíbula estaba apretada y sus ojos se veían apagados, volvió a recargar su cabeza en el asiento y soltó un pequeño gruñido.

--¿Estás bien? –
--Si claro Hawk, no duele el puto labio roto—
--No tienes por qué hablarme mal Colombus—
--Lo siento—
--Está bien—
Se quedó callada, el tráfico seguía por toda la ciudad, hacíamos paradas cada cinco minutos, Colombus parecía estresada por la forma en la que jugaba con sus dedos tratando de calmarse, mis comentarios al respecto hacían que se enojara más.

--Hawk—
--¿Qué? –
--Ya guarda silencio un maldito segundo—
--Y tu deja de tratarme así Ross—
--Tu me pones más de malas Hawk—
--No es mi culpa que se hayan peleado—
--¿En qué momento dije eso? –
--Solo decía—
Colombus gruñó y metió su mano en el bolsillo de su pantalón, gemí al sentir vibraciones del juguete.

--Apaga eso Colombus—
--Solo así te mantengo en silencio—
Gruñí por su comentario y volteó a verme, comenzó a subir la intensidad de las vibraciones haciendo que mis palabras fueran interrumpidas por mis propios quejidos de placer.

--Maldición Colombus—
--¿Qué? –
--No te desahogues conmigo de esta manera—
--¿Por qué no? Es mejor que ser agresiva—
--Mmg, deja de intensificar las putas vibraciones Colombus—
--Oblígame conejita—
Tragué saliva fuertemente, me acerqué a ella y me senté en sus piernas, vi como Colombus le decía al chofer que siguiera dando vueltas por la ciudad, el asintió y ambos cerraron la ventana de en medio. Colombus agarró mi cintura y me movió para adelante, quedé elevada dejando mi abdomen cerca de su cara, apretó mi trasero y gemí.

--¿Este es tu plan para que baje las vibraciones? –
--Tenía sentido en mi mente—
--Hum, salió mal tu plan Hawk—
--Ya me di cuenta de eso—
Despegué el juguete de mi disfraz y le quité la cinta, Colombus me vio confundida, escuché un gemido de parte de esta al poner el juguete en su intimidad por encima de su pantalón.

--Maldita—
--¿No te agrada Ross? –le arrebaté el control del juguete, sus manos se despegaron de mi cintura y se pusieron en el respaldo del asiento, aproveché para abrir su pantalón y meter lentamente el juguete, soltó un gemido cuando subí la intensidad al máximo, sus gemidos eran perfectos, salían sin problemas y se oían tan elegantes como su voz, metí mi mano en sus pantis y comencé a estimular su clítoris.

--Dios Hawk—
--¿Qué? –
--No conocía tu lado dominante—
--Me gusta más cuando tú lo haces—
--Primero termina, ya veré que hacerte—

Quité el juguete de su intimidad y lo dejé a un lado, lo apagué para seguir con mi trabajo, seguí estimulando su clítoris hasta que se mojara, metí mis dedos en su sexo y encontré su punto G, gimió fuertemente cuando comencé a mover mis dedos, separó más sus piernas dándome más accesibilidad, sentí como su orgasmo se acercaba, profundice mis dedos, se escuchó un <<maldición>> en ese momento, arqueó su espalda y llegó al orgasmo, saqué mis dedos y mi mano de sus pantis.

Agarré el juguete y lo prendí en la velocidad en la u lo había dejado.

--¿Qué harás ahora Hawk? –
Puse el juguete en mi intimidad y gemí en el oído de Colombus, se aclaró la garganta y se acomodo en el asiento, comencé a gemir en su oído sin cesar, Colombus trataba de controlarse debajo de mí, sentí sus manos en mis caderas.

--Sin tocar Ross—
-- ¿En serio me harás esto? –
--Mhm—sus manos se quitaron de mis caderas, subí la velocidad del juguete al máximo, gemía fuertemente, comencé a moverme en círculos con el juguete en mi intimidad, Colombus parecía tanto disfrutarlo como odiarlo, sus manos estaban masajeando mis muslos lentamente.

--Por favor Hawk—
--¿Qué pasa? –
--Déjame hacerte mía de nuevo—sus manos subieron hasta mi cintura y luego una fue hasta mi trasero, le dio una pequeña palmada y luego la apretó, gemí al sentir otra de las palmadas, pero esta vez más fuerte.

--Hazlo Colombus—quitó lentamente el juguete de mis manos y lo apagó para después tirarlo al piso de la limosina, comenzó a desabrochar mi leotardo de la parte de abajo causando gemidos por los roces de sus dedos en mi intimidad, agarró mi cintura y me movió para acostarme en el asiento, quitó mis mallas cuidadosamente, se puso entre mis piernas y me besó el cuello, luego subió a mis labios y jugó un rato con mi lengua, estaba acariciando mis muslos de arriba abajo, no tocó mi intimidad para nada. –Por favor—
--¿Qué es lo que quieres conejita? –
--A ti, quiero sentirte dentro de mí Colombus—

Colombus sonrío y bajó hasta m intimidad marcando un camino con sus labios, abrió más mis piernas y las subió a sus hombros ella quedando en el piso, su lengua pasó por mi sexo tan lento que mi piel se erizó, comenzó a lamer mi clítoris, sus manos estaban subiendo y bajando en mis muslos, me penetró con la lengua y se concentró en mi punto G, aumentó sus movimientos haciendo que mi espalda se arqueara y mis caderas se movieron un poco, las manos de Colombus agarraron mi caderas fuertemente y las pegó más a su cara haciendo que su lengua se profundizara en mi interior, agarré su cabello y la pegué aún más a mí, todas las sensaciones que causaba en mi cuerpo eran extraordinarias, eran mejores que todas las que había tenido a lo largo de mi vida, estaba por llegar a mi orgasmo, Colombus lamió mi punto G haciendo que me estremeciera, solté mi último gemido al llegar al clímax.

--Mmg, mierda—
--¿Qué, no te gustó? Porque puedo repetirlo—
--Si me gustó y lo segundo no estaría mal—
--Ya será otro día—
Quitó sus manos de mis caderas y se levantó para hablar con el chofer, unos minutos después llegamos a mi departamento y me bajé.

--Creí que dormiría contigo—
--Hoy no puedo, mañana tendré un viaje con Isis y bla bla bla—
--Bueno—
--Descansa conejita—
--Tu igual Colombus—
--Mañana en la mañana estaré aquí para recogerte—
--De acuerdo—
Me besó y me dio una ultima palmada junto con apretón en el trasero, me separé de ella y abrí las puertas del edificio.

--Te amo Ross—Colombus se quedó en silencio y retrocedió hasta su limosina, iba a entrar sin esperanzas en tener una respuesta.

--Yo más conejita—me sonrió y cerró la puerta de la limosina, entré al edificio y subí hasta mi departamento, cuando entré a mi habitación di un bailecito de felicidad y me cambié por mis pijamas

Un pequeño secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora