Día 3

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Colombus me despertó bruscamente, me voltee para verla.

Nuestra mirada se cruzó, sus ojos eran rojos y estaban hinchados.

Le pregunté qué sucedía, me agarró de la cintura y me pegó a ella, recargó su frente entre mis pechos.

—¿Estás bien?
—¿Quieres ir a dar una vuelta?
—Son las 3:33 a.m.
—Por favor

Asentí y nos levantamos, salimos del departamento discretamente y bajamos por el elevador hacia el estacionamiento.

Colombus se sentó en la motocicleta y estiró su mano.

—¿Te puedo enseñar algo?
—Con todo gusto, cariño

Colombus condujo hacia una zona departamentales demasiado linda.

Llegando bajamos y caminamos hacia unos departamentos. Colombus abrió la puerta de uno de los departamentos.

El departamento estaba amueblado de una manera hermosa y elegante.

—Lo compré para ti
Volteé sorprendida hacia ella.

Me acerqué a abrazarla y darle un beso.

Me dijo que siguiéramos el paseo y luego regresaríamos a que me lo enseñe bien.

Bajamos y nos fuimos de nuevo, iba sin completo rumbos, nos quedábamos un rato en diferentes lindas partes de vancouver.

El aire frío pegaba directo a mi cara, mi pelo en un chongo mal recogido se llenaba de nieve, Colombus iba tan rápido que el viento apenas y se sentía.

Metí mis manos debajo de la blusa de Colombus para calentarlas un poco, su piel era cálida, su hermoso abdomen definido.

Abrazarla era sentir todo y nada a la vez, comencé a subir y bajar mis manos por su abdomen.

Le susurré al oído y solo vi una sonrisita pícara por el retrovisor.

—¿Me ayudarás?
—Con todo gusto princesa

Manejó hacia el departamento que había comprado, entramos al elevador y nos besamos.

El beso era un cuan desesperado, comenzó a jugar con mi lengua y a acariciar todo mi cuerpo.

Llegamos al departamento y abrió sin separarse de mí. Comenzó a quitarme la ropa y tirarla por todo el piso.

Comenzó a bajar sus besos hacia mi cuello, gemía por cada beso que daba. 

El tacto con mi cuerpo era tanto que comenzaba a sentir calor.

Agarró mis caderas y me puso sobre ella en un abrazo. mis piernas rodeaban sus caderas, nuestros labios volvían a tocarse.

Comenzó a subir las escaleras hacia el cuarto, lo abrió y me dejó caer a la cama, era tan suave que me acomodé fácilmente.

Se arrastró hacia mí y se puso encima mío, me vio directo a los ojos y me volvió a besar, ahora sus besos eran deseosos.

Comenzó a quitarse la ropa y la tiró a un lado de la cama, me tocaba tan desesperadamente por todo el cuerpo.

—Te tengo ganas
Me susurró al oído y mi piel se estremeció, envolví mis piernas en su cintura y la empuje hacia mi, comenzamos a besarnos de nuevo mientras sentía su mano bajar por mi abdomen.

Sin previo aviso me penetró con sus dos dedos de en medio y comenzó a moverlos, estaba completamente lubricada por solo los besos y los susurros.

Aumentó sus movimientos en los dedos, su nombre rebotaba por todas las paredes y mis gemidos se ahogaban por el placer que sentía.

Me agarré de la espalda de Colombus y enterré mis uñas.

—Muy bien, cielo

Sin pensarlo comencé a rasguñar su espalda, dejando marcas por toda.

Iba tan rápido que mis piernas se cerraban y mis gemidos comenzaban a ser agitados. Mi respiración mal controlada y sus labios rozando por mis pechos.

Estaba tan cerca del orgasmo, pero no quería terminar aún.

La agaché hacia abajo y entendió lo que quería, su lengua comenzó a moverse contra mis labios vaginales.

—Más rápido

Rogaba por más por cada lamida que daba, mis ojos se cerraron y mi mano se puso en su pelo dando pequeños jalones por todo el placer que sentía.

Empezó a meter y sacar sus dedos de manera brusca. Mis gemidos salían sin control alguno y pedía por más y más.

Su nombre entre gemidos y gritos, siguió moviendo sus dedos y su lengua, su otra mano comenzó a apretar mi muslo izquierdo.

Mi orgasmo estaba tan cerca, solo sentía sus dedos apretando mis muslos y sus embestidas tan fuertes, su lengua a una velocidad perfecta.

Mi visión se nubló y me retorcía cada vez más, mi orgasmo llegó y grité su nombre. Nos quedamos pegadas un gran rato, Controlando ambas nuestra respiración.

Después de un rato nos separamos, nos dimos un beso y nos quedamos dormidas.

Un pequeño secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora