El vuelo

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Al día siguiente me desperté de golpe al no sentir a Colombus a mi lado.

Me levanté para salir a buscarla.

—¿Colombus? ¡COLOMBUS!
No había respuesta.

Comencé a entrar a cada habitación buscándola.

Me había desesperado al no verla en ningún lado.

Escuché la puerta abrirse y a Colombus discutir con alguien.

Entonces consigue a alguien Luna. Luna contraté a más de cinco pilotos, no es posible que no puedas comunicarte con ninguno de ellos. Para algo te pago carajo. Es que no me sirven tus disculpas, me serviría más si te pusieras a buscar a alguno de los pilotos. Que no Luna, necesito irme hoy carajo. No lo repetiré de nuevo, busca a alguien o ¡ESTARÁS DESPEDIDA LUNA CARAJO!

Colombus notó mi presencia en las escaleras y aclaró su garganta.

—Soluciónalo por favor Luna
Colgó el celular y me acerqué a ella.

Notó mi desesperación en mis ojos y se acercó a mi.

—¿Lloraste?
—No
—¿Entonces?
—No te encontraba y creí...

Agarró mi cara con ambas manos y me hizo verla directo a los ojos.

—Cielo, solo fui por desayuno
—Perdón
Rió levemente.

Me dió un pequeño beso y bajó sus manos a mis caderas.

—Duele
Bajó mi pants y vió las marcas de sus manos en mis caderas.

Sonrió orgullosa.

—Me encanta como se ven
—A mi igual, pero duelen demasiado
—Son moretones, evidentemente van a doler April
—Necesito algo para el dolor
—Te lo doy después de desayunar, te va a caer menos pesado
Sonreí y asentí.

Nos sentamos a comer frente a la barra y Colombus me platicó lo que sucedió con Luna, su asistente.

—Vaya
—Y le prometí a Natalia que estaríamos hoy ahí
—Todo se arreglará amor, tenlo por seguro
—Ojalá y sea pronto, o de verdad voy a despedir a Luna
—Tranquila
—Es que ya no hace nada bien
Se le notaba el enojo.

Su mandíbula estaba tensada y sus piernas se movían repetidas veces.

Puse mi mano en su muslo para calmarla y solo la acarició levemente.

Ambas terminamos de comer y subimos.

Ella se encerró en su oficina, volví a escuchar gritos de su parte.

Hablaba con Luna sobre el vuelo.

—Soluciónalo por favor
Bajó el tono de voz en cuanto entré a su oficina.

Apagó el cigarrillo que traía en manos, recién lo había prendido.

Cortó la llamada y se recargó en la pared.

Me acerqué a ella lentamente y acaricié su mandíbula.

—Ya tranquila
—Me voy a enojar más si me dices eso de nuevo
—Bueno, pero...
Me juntó a ella y chocó sus labios con los míos.

El beso se aceleró, puse mi mano en su mandíbula para acercarla más a mi.

—Te ves estresada
—Lo estoy
Hablamos entre besos.

Sus manos estaba en mi cadera.

—Déjame ayudarte
Abrí su pantalón y metí mi mano en sus panties.

Un pequeño secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora