Capítulo 1

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¡Maldita alarma de mierda! Me levanté con la cabeza aun dándome vueltas y apagué a alarma de un manotazo. Me tallé los ojos con mis manos y dejé escapar un bostezo antes de ponerme de pie y empezar con mi rutina diaria.

Me puse de pie y me dirige al baño para tratar de arreglar algo de mi melena negra que siempre es un desastre total en las mañanas y al terminar fui a mi armario a escoger algo de ropa decente para mi primer día de clases del segundo año del bachillerato.

Me decidí por una sudadera negra con un estampado de mi banda favorita, "Arctic Monkeys." Unos tejanos un poco desgastados y unas botas. La verdad jamás me había preocupado mucho lo que los demás opinaran de mí, yo soy segura como soy y la verdad me importa un reverendo pepino si a alguien no le agrada como me visto.

- ¡Ya es tarde! — Gritó mi mamá histérica desde el piso de abajo.

- ¡Ya voy! — Grité en respuesta.

Antes de salir me di una última ojeada frente al espejo y al concluir con que me veía presentable tomé mi mochila a un hombro y bajé las escaleras a desayunar.

- Merrick.

- Buenos días, mamá. — Respondí con una sonrisa mientras me sentaba con ella en el comedor.

- ¿Cómo dormiste, cariño?

- Bien, ma. — Comencé a comer mis huevos revueltos con ansias.

- No puedo creerlo. — La miré arqueando una ceja. No te pongas de sentimental, mamá. — Ya estas a la mitad del bachillerato, dentro de poco ya escogerás tu carrera. — Rodé los ojos.

- Sí, mamá. — Tragué saliva. — Es algo por lo que todos pasamos, ¿no?

- Sí, pero aún recuerdo cuando te lleve por primera vez al preescolar.

- Mamá, eso fue hace años.

- ¡Exactamente! — Rodé los ojos. A veces mi madre puede ser demasiado dramática y sentimental. Terminé mi desayuno y me puse de pie.

- Ya me voy, mamá. — Tomé mi plato y lo llevé al fregadero.

- Espera, antes que te vayas. — Me volví a mi mamá que estaba sacando un refractario de plástico del refrigerador.

- ¿Qué es eso?

- Hice un poco de estofado. — Oh Dios, que delicia. El estofado de mi madre es como la gloria en un plato. — ¿Merrick? — Me distrajo evitando que saliva cayera de mi boca.

- ¿Qué pasa?

- Te decía que se lo llevaras a los nuevos vecinos.

- ¿Nuevos vecinos?

- Sí, colina abajo se ha mudado una nueva familia.

- Mamá, ¿y tú cuando los viste?

- Ayer, iba regresando del centro y vi el camión de mudanza.

- Bueno, al menos no seremos las únicas a un kilómetro a la redonda.

- Es por eso que creo que es bueno que nos hagamos amigos, así les podremos enseñar como es la vida aquí.

- ¿La vida en Northanger? ¿En serio? Mamá, nuestro pueblo es tan pequeño que ni siquiera aparece en el mapa, hay un solo colegio y ni un supermercado. No creo que sea demasiado difícil de adaptarse.

- Es un acto de cortesía, Merrick, ve y dáselo. ­— Me ordenó.

- ¿No puedes pasar tú?

- Yo ya me voy. — Mi madre tomó las llaves del coche, se acercó a darme un beso y antes de que yo pudiera decir algo desapareció por la puerta.

Transfusión | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora