Capítulo 9

1.5K 137 4
                                    

En el pequeño pueblo todos se volvieron muy cuidadosos, o a mi parecer; demasiado paranoicos. Mi madre que siempre había sido una mujer algo paranoica, solo que ahora se había vuelto mucho más. Insistió en llevarme y recogerme de la escuela ella misma y no es que me molestara mucho que lo hiciera, pues en realidad prefiero ir cómodamente en un auto a ir en una bicicleta, bueno, en ocasiones.

Y por eso estaba donde ese sitio; parada afuera de la escuela, esperando a que mi madre pasara por mí. La mayoría de los estudiantes ya se habían ido a sus casas e incluso Ashton fue a recoger a Megan, pero yo estaba sola al lado de la entrada principal, sentada en los escalones, como si fuera una niña pequeña esperando por una madre que se había entretenido haciendo sus cosas.

Después de varios interminables minutos el coche verde azulado de mi madre se paseó por la plaza principal del pueblo y se detuvo enfrente de mí, yo no perdí más el tiempo y corrí hacia él. Abrí la puerta y arrojé mi mochila dentro antes de deslizarme al asiento trasero.

- Hola, mamá. — La saludé mientras cierro la puerta. No iba a cuestionarle el por qué le había tomado tanto en recogerme. Sabía bien que ella era una mujer muy trabajadora y no estaba acostumbrada a parar su labor en la tienda de ultramarinos para ir por mí todos los días al bachillerato.

- Hola, cariño. ¿Qué tal tu día?

Comenzamos una conversación de rutina mientras avanzábamos por la autopista hasta llegar a nuestra casa. Algo bueno de este pueblucho es que todo está cerca y no teníamos que desplazarnos demasiado, pero algo que odiaba de ese pueblucho es que todo estaba demasiado cerca.

No tardamos mucho en llegar y en el camino mantuvimos una conversación bastante trivial, acerca de productos excedentes que ahora llevaba en la cajuela y mantendríamos guardados por lo pronto en la casa.

Una vez que llegamos mi madre bajó apurada del auto a abrir la puerta de la casa y luego regresó a abrir la cajuela del coche. Decidí dejar mi mochila dentro del coche pues no tenía intenciones de hacer la tarea esa tarde, honestamente prefería ver una película para distraerme un rato y olvidarme del tema de las desapariciones por un rato, ya que cada que me encontraba sola, mi mente no dejaba de darle vueltas al asunto. Después de bajar caminé hasta la cajuela que estaba atiborrada de cajas.

- Con cuidado hija, están algo pesadas.

Con esa advertencia me preparé, doblando un poco las piernas y me incliné para tomar la caja. Ya la estaba comenzando a levantarla sin mucho problema, cuando de pronto la voz de un tercero me tomó por sorpresa, haciendo que diera un respingo y que me golpeara la cabeza contra la puerta.

- ¡Merrick!

¡Estúpido Nicholas! ¡Maldito estúpido! Si no tuviera las manos ocupadas ya habría saltado a ahorcarlo.

Solté la caja inmediatamente y llevé una mano a mi cabeza, justo donde se originaba el dolor. Me di media vuelta y me encontré que dos rostros preocupados me miraban, pero yo sentía más enojo que dolor. Mi madre se aproximó rápidamente a examinar mi golpe.

- Lo siento, mucho, Merrick. Yo... — Comenzó a decir atropelladamente Nicholas.

- ¿A qué viniste? — Lo interrumpí tajantemente y lo miré con odio. Simple y sencillo odio.

- ¡Merrick! — En seguida mi madre me corrigió. Madre, por su culpa me golpeé la cabeza, pude haber muerto. Tenía suficientes razones para estar enojada.

- Ah... Si claro. Lo siento... Venía a hablar con tu madre.

- ¿Si, Nicholas?

Rodé los ojos y decidí que lo mejor era alejarme de eso, pues no tenía la mínima intención de quedarme a escuchar a los ahora mejores amigos.

Transfusión | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora