Capítulo 34

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Aquel rotundo golpe me desconcertó y por un momento veía todo doble. Sacudí la cabeza y volví a enfocar la mirada hacia adelante. Marianne ya se encontraba delante de mí y se arrastraba por las gradas hasta donde estaba. Así que doblé mi pierna derecha y le di una patada con todas mis fuerzas, el tacón de mi bota golpeó contra su quijada y ella calló hacia abajo. Aproveché ese momento para ponerme de pie y correr, pero no pasó ni un segundo cuando Marianne ya se encontraba de nuevo frente a mí. Sin pensarlo dos veces, le lancé un puñetazo a la cara, pero ella fue lo bastante hábil para esquivarlo. Tomó mi muñeca antes de que yo pudiera retirarla y me lanzó hacia la duela.

Traté de enroscarme cuando estuve en el aire, pero al momento de impactar el suelo, mi cabeza rebotó fuertemente y rodé por un par de metros. De nuevo sentía que aquella oscuridad parecía tragarme, pero esta vez yo no iba a ceder. Abrí los ojos y miré un pequeño charco de sangre, llevé mis manos a mi nariz y noté que estaba sangrando.

- El aroma de tu sangre es indescriptible. — Alcé la mirada y noté que Marianne ya estaba al lado de mí. Eché un vistazo al resto del lugar, esperando ver a sus vampiros, pero no había nadie. Solo estábamos ella y yo. — Tu sangre me invita a beberla. Solo me retengo porque sé que podría llegar a matarme.

- ¿Qué te preocupa? ¿Tú no ya estás muerta? — Aquel comentario pareció enfurecerle, pues me pateó en la cara, haciendo que rodara otros metros más. Sentía un dolor intenso recorrer todo mi rostro hasta llegar hasta mi nuca. Me coloqué sobre mis hombros, pero eso solo le dio espacio para patearme en el estómago y sacarme el aire. — Esto es muy bajo. — Murmuré. — Patear a alguien a quien está en el suelo. — No me respondió en ese momento, pero se me acercó y me tomó por el pelo. Me obligó a colocarme boca arriba mientras ella se acomodaba arriba mío.

- ¿Crees que me importa algo de lo que dices? — Su rostro ya había vuelto a la normalidad, pero aun podía ver perfectamente gran parte de sus terribles colmillos cada que hablaba. Se inclinó y acercó su boca hasta mi oído. — De todas formas, voy a matarte. Y de la forma más lenta que puedas imaginarte. — Susurró. Me dio un puñetazo en mi mejilla y cerré los ojos después de recibir el golpe, pero pude sentir que se ponía de pie y caminaba. — Párate, anda.

No tenía ninguna intención de obedecerla, pero tampoco quería permanecer tirada en el suelo. Con la ayuda de mis codos logré sentarme y comenzar a pararme. En ese momento noté lo patético de mi situación. Era una Venator, era más fuerte que cualquier persona normal y pertenecía a una antigua raza de cazadores, mis antecesores mataban vampiros. Pero yo estaba frente a uno y no podía hacer casi nada. Podía tener más capacidades físicas, pero sin saber pelear, mis probabilidades se reducían cada segundo. Me puse de pie y la miré. Estaba parada al lado de la mesa y sostenía uno de los tazones entre sus manos.

- Vas a querer ver esto, querida. — Se llevó el tazón a la boca y lo inclinó. En ese momento pude notar que estaba bebiendo toda la sangre que había. Al terminar, lo dejó caer, al igual que la copa y miró hacia el techo. En ese momento pude observar cómo su cuerpo cambiaba drásticamente. Su piel se volvió de un color rosado cálido y había un color rojizo en sus mejillas y sus labios. Su cabello pareció avivarse y se hizo mucho más abundante. Ya no parecía más una vampira, lucía como cualquier otra persona. Incluso podía sentir la vida en la sangre que apenas había ingerido. — Esto es lo que somos, Merrick. Yo soy esto y no soy nada diferente a los Rhode. Lo único en lo que diferimos es en que yo acepto esto, ellos no. Ellos quieren ser más... Humanos. — Pronunció esa palabra con asco, como si estuviera hablando de una alimaña cualquiera. — Están negando lo más obvio, comportándose como unos malditos hipócritas.

- Cállate. — Ladré.

- Oh lo siento, ¿no te gusta que hable así de la familia de tu nuevo novio? — De pronto se escuchó un estruendo, un fortísimo golpe que provenía de algún otro lugar del edificio. Ambas volteamos a ver la puerta del gimnasio. De repente un par de gritos. El clan Rhode estaba aquí y solo era cuestión de tiempo para que arrasaran a todos sus vampiros. La miré de nuevo y fue entonces que pude notar un atisbo de pánico en su rostro. Ya no estaba controlando todo. — Creo que tendré que acelerar el proceso. Lástima que no será tan divertido. — Corrió hasta mí y trató de empujarme, pero esta vez pude recibir bien el golpe. Tomé sus manos y ambas nos deslizamos por la duela, hasta que mi espalda chocó con las gradas en las que había caído. Quise sostener sus manos con fuerza, pero se zafó de mi agarre en cuestión de segundos y me asestó otro golpe al rostro. Después de recibir el golpe, en la posición en la que me encontraba pude notar un respaldo roto de uno de los asientos. Así que lo tomé y junté todas mis fuerzas para golpearla en la cabeza. Aquello la aturdió y aflojó su agarre, entonces volví a golpearla con la misma fuerza, solté el pedazo de metal y la empujé al suelo.

Transfusión | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora