Capítulo 26

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Era como tener una visión fantasmal frente a mí. Me había acostumbrado a ver a los vampiros de una manera más humana, pero Marianne era todo lo contrario. Sus pómulos estaban muy marcados debajo de su piel pálida y no tenía color por ningún lado. Se movió delante de mí y pasó una mano delgada por su cabello, pero incluso ese solo acto me puso los pelos de punta al ver sus uñas. Aquellas uñas parecían pedazos de cristal, rotos en las puntas y eran horriblemente amenazantes.

Decir que estaba aterrada, era poco. Estaba parada justo frente de la responsable de las crueles muertes de tantos chicos. Y aquella mujer, inspiraba terror. Solo podía pensar en la manera tan cruenta que ella debía de haberles quitado la vida. Quería salir huyendo, pero no pensaba demostrarlo. Me quedaría ahí para enfrentarla y de ser necesario pelearía para sobrevivir.

- ¿Cómo sabes mi nombre? ­— Inquirí. Ella sonrió y miró hacia al cielo por un segundo, antes de verme a la cara nuevamente. El cielo estaba bastante nublado y el sol ya se había ocultado, lo que explicaba el porqué ella estaba afuera, pues no parecía que portara una runa como el resto de los Rhode.

- Lo supe desde el día del accidente de la camioneta. — Mordió su labio inferior y me miró a los ojos. El viento hacía que su cabello volara. — Ese día fue una casualidad, yo no tenía idea que eras una cazadora. Solo estaba en una tarde de caza normal, pero me sorprendí cuando te vi. — Se balanceo de un lado al otro sobre sus piernas. — Desde ese momento me di cuenta.

- ¿Cuenta de qué?

- De que eres una Venator, por supuesto. — Dijo como si fuera una obviedad. — No había visto a uno en siglos, pero podría reconocer a uno con solo olerlo. — Sacudió su cabeza y parecía que sonreía cuando hablaba, pero siseaba como una serpiente. — Pero algo me dijo que ni siquiera tú sabías eso, así que me intrigó. Y traté de mantenerme un poco cerca, para observarte, solo por curiosidad. ¡Y oh sorpresa! Eres la mascota de los Rhode. — Gruñí y cerré los puños con fuerzas. Estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para controlarme.

- ¿Qué quieres de mí?

- Bueno. — Su ceño cambió. Todas sus facciones se oscurecieron y de pronto me sentí como una presa y ella era el depredador. — Quiero que te alejes de ellos, son míos. — Había algo en su hablar que la hacía parecer una maniática.

- ¿Por qué?

- ¿Qué acaso no lo notas? — Ladró desesperada. — Nicholas y Alaric están ambos cautivados por ti y dudo mucho que sea por tu linda cara. Es tu estúpida sangre mágica de Venator. — Yo enarqué una ceja y ella se quejó. — Tú eres como un imán de vampiros, quieras o no siempre los vas a atraer.

- ¿Por qué no me matas, entonces?

- ¿Me estas retando? — Llevó sus manos a su cintura y se irguió. Aunque éramos casi de la misma estatura, logró hacerme sentir mucho más pequeña. ­— Podría romperte el cuello sin que te dé tiempo de darte cuenta. Pero no lo haré, no quiero problemas con ninguno de los fastidiosos Rhode.

- ¿Por qué no te vas del pueblo? Vete y así te ahorras todos los problemas.

- No pienso irme de aquí, niña estúpida. Llevo viviendo en Newport desde antes que tú nacieras. ¡Ellos fueron quienes vinieron a arruinar todo y los quiero lejos! — Sus emociones iban de un lado a otro rápidamente, era imposible predecir como iba a reaccionar. — Yo sé que ambas queremos lo mismo, Merrick. Las dos queremos proteger nuestros hogares, así que lo único que te pido es un poco de ayuda de tu parte. — Tomó una bocanada de aire, mirándome expectante. Desconfiaba de sus palabras, no podía aliarme con una maldita asesina. — Mantente lejos de los Rhode y no te sucederá nada a ti ni a tus amigos, yo me encargaré de todo.

- ¡Pero yo no tengo nada que ver! Podré ser una Venator o lo que sea, pero yo quiero mantenerme al margen de todo esto. — Admití. No quería ni siquiera ponerme a negociar con alguien que merecía ser detenida. — También quiero que ellos se vayan. ¡Pero no me busques a mí! — Di media vuelta, pensando abandonar el lugar y regresar a la cafetería, pero ella se interpuso en mi camino.

- No te creo. —Frunció los labios y permaneció de pie frente a mí, impidiéndome el paso. — Vas por ahí con esa petulante italianita. Quiero que te alejes, pero tienes razón, esto no es contigo. — Retrocedió un par de pasos — Pero sé bien que ellos pueden quedarse en ese pueblucho de mierda, atados por ti. Y si eso pasa, ten por seguro que tú terminaras muerta, como el resto de tu especie. — Me miró de arriba abajo y dio otro paso atrás. — Y yo no repito las cosas, Merrick. — De pronto ella se fue, casi desapareció. Ni siquiera fui capaz de notar hacia donde se fue. Me giré para mirar hacia mi alrededor, pero todo estaba tan solo como antes.

En ese momento me di cuenta de lo que era. No era una Venator, solo era una chica normal, una humana normal y vulnerable. No importaba las nuevas características que había adquirido mi cuerpo, seguía siendo una muchacha de un pueblo chico. Pero sin importar qué, haría hasta lo imposible para protegerlo. Al menos en eso estaba en lo cierto Marianne.

- Merrick. — La voz de Abrielle me llamó la atención y me volví hacia ella. — Gracias a Dios estás bien. Perdí tu rastro en cuanto saliste del local. ¿Encontraste a Marianne?

- Sí. — Me abracé y caminé para acercarme a ella y así volver a la cafetería.

- ¿Te dijo algo?

- Nada. — Mentí. La miré con el rabillo del ojo y negué con la cabeza para enfatizar. —Pero sus uñas...

- ¿Parecían de vidrio? — Finalizó mi idea.

- Sí. ¿Por qué? — Ella suspiró y desvió la mirada de mí.

- Cuando un vampiro pasa demasiado tiempo sin alimentarse... Eh... Su aspecto cambia demasiado.

- Oh. — No dije más. No quería saber nada más.

Llegamos a la cafetería al cabo de un par de minutos. En cuanto Megan me vio, su semblante cambio, se relajó bastante. No era difícil adivinar que estaba preocupada por mí. Tomé asiento y traté de poner atención a la presentación de la banda, pero me costó poner hacerlo. A pesar de que hubiera regresado a la cafetería mi mente seguía en las afueras del lúgubre bar.

De algo si estaba más que segura; no iba a hacer lo que ella me había dicho. Marianne podría ser una vampira milenaria, pero yo no pensaba dejarme intimidar. Tal vez tenía razón en la parte que yo atraía a Nicholas y Alaric y que yo era un imán de lo sobrenatural. Ya sea por el hecho que era una Venator o no, aprovecharía eso para hacer que ella se fuera de Oregón. Y así evitar que algún inocente más muera. Ni siquiera le presté atención a la música de la banda de Ashton. Yo estaba en otra parte, pensando en otras cosas. Dándome cuenta de que tal vez ser lo que era, ahora era una ventaja.

Al finalizar, Megan se quedó con su hermano y Abrielle me condujo a casa. El camino fue casi total silencio. Por lo pronto no quería hablar con nadie, solo quería encerrarme en mis pensamientos antes de saber qué es lo que iba a hacer.

- ¿Qué van a hacer ahora que saben que Marianne está aquí? — Pregunté.

- Cazarla seguramente. — Nuestras miradas se conectaron por el espejo retrovisor. — Ella no puede estar aquí, pone en riesgo todo.

- ¿Y cómo lo harán?

- Lionel es experto en eso... Solo espero poder darle un par de golpes yo misma, no tienes ni idea de lo mucho que la detesto. — No tuvo que decir más, con eso ya me daba nuevas ideas y me convencía de que cual fuera el problema que ellos venían arrastrando con esa vampira, iba mucho más allá que simplemente una invasión al territorio.

Rápidamente llegamos a mediados de noviembre. El frío era insoportable y todo había cambiado. Pareciera que todo se había olvidado, el pueblo era el mismo de siempre. Los chicos desaparecidos permanecían sin ser encontrados, pero el resto del mundo ya había seguido con sus vidas y eso solo era un triste recuerdo.

Yo necesitaba respuestas, necesitaba saber más de mí misma. De los vampiros y de Marianne. Ya había intentado hablar con Abrielle, pero no había logrado hacer que me dijera algo importante. Solo me quedaba hablar con quien había sido el más allegado a ella y sabía perfectamente que si yo se lo pedía, podía hacer que hablara. Nicholas.

Transfusión | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora