Capítulo 29

1.1K 137 13
                                    

Después de finalizar mi llamada para avisarle a mi madre que llegaría tarde a casa, guardé mi teléfono dentro de mi mochila y volteé para ver a Megan. Aún estábamos esperando a que Ashton viniera con la camioneta. Sabía que debería de estar haciendo otras cosas, como investigar la verdadera manera en la que se mata a un vampiro. Ya comenzaba a considerar comprar aquel carísimo libro de ocultismo que había encontrado unos meses atrás. Si ese era autentico, quizás ahí podía obtener la respuesta que tanto estaba buscando.

Pero podía tomarme un descanso, los últimos días no había tenido ningún avance y estaba emocionada de saber que Tyler había vuelto, él era el hermano mayor de Ashton y Megan, y siempre nos cuidaba cuando éramos más pequeños. Cuando tenía alrededor de doce años, desarrolle algo así como un amor platónico por él, solo era un capricho tonto de niña. La última vez que lo había visto era hacía dos años atrás, cuando él se fue a la universidad de Yale para estudiar leyes. De manera que ver a un viejo amigo podía ser refrescante.

- ¡Muévete! — Megan me gritó mientras subía dentro de la camioneta. Corrí para seguirla y enseguida saludé a Ashton.

- Vamos a Abby's, ahí están mis padres esperándonos. — No tardó en encender la camioneta y pisar el acelerador.

En el camino me pasé las manos por el cabello, tratando de hacer que se viera más presentable, pues la mayoría del tiempo era una masa indomable. Afortunadamente debajo de mi chamarra, llevaba una blusa sin el logo de una banda. Tyler siempre se burlaba de la manera en la que me vestía, me decía que así jamás conseguiría novio, solo una novia. Y no era que me molestara, pero ahora no quería tener que aguantarme esos comentarios idiotas, ya tenía bastante con aguantar los de Alaric.

Llegamos a las afueras del restaurante en un par de minutos. Dejé mi mochila sobre los asientos y salí con Megan tomada del brazo. Desde afuera se podía ver que el restaurante estaba a reventar e incluso había una larga fila para entrar. Nosotros pudimos hacerlo rápidamente y no nos costó encontrar la mesa de la familia Taylor. En cuanto nos vieron, los padres de Megan se pusieron de pie y vinieron hacia nosotros.

- ¡Merrick! —Janet, la madre me recibió con un enorme abrazo, a pesar de que nos habíamos visto solo unas semanas antes. — ¡Qué bueno que viniste!

- Ya eres parte de la familia. — Su esposo, John, dijo con una sonrisa. Él no me abrazó, solo me dio una palmada en la espalda.

- Yo estoy feliz de que me invitaran.

- Ven, siéntate a comer.

Megan jaló mi brazo y me obligó a sentarme en una silla al lado de ella. Sobre la mesa estaba una enorme pizza con millones de ingredientes encima. No perdí más tiempo y tomé una rebanada. De vez en cuando los gemelos se acercaban a comer, pues estaban muy ocupados jugando en las máquinas de videojuegos. Yo estaba comiendo mi tercera rebanada cuando noté que el matrimonio se volvía a poner de pie.

- Perdón por tardar, estaba saludando a unos amigos. — Por fin había llegado Tyler. Era mucho más alto de lo que recordaba y también se veía bastante más delgado, pero con mayor musculatura que antes. En cuanto posó sus ojos color chocolate en mí y sonrió. — ¡Enana! ¡Levántate! — Me puse de pie de un brinco y él se acercó a abrazarme. — Creo que el apodo te queda mal. Creciste mucho estos últimos años.

- Lo dice el que mide dos metros. — Él me apretó aún más y río.

- Uno noventa y dos, tampoco es tanto. — Yo rodeé los ojos y él volvió a reír.

- ¿Y para mí no hay abrazo? — Dijo Megan haciendo un puchero.

- No. Porque tú tienes la maldita costumbre de llamarme cuando estoy dormido.

Transfusión | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora