Capítulo 10

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Había estado maldiciendo el día desde que comenzó y todo gracias a que tenía que ir a encontrarme con ese Nicholas más tarde. Lo único bueno del día de era que mi querida madre me había dejado que fuera sola a la escuela, eso se trataba de un gran avance después de lo que había estado pasando. Aunque, pensándolo dos veces tal vez lo hizo solo para que mi mal humor se disipara.

Cerré mi taquilla y me giré para ir a mi próxima clase, pero una persona se interpuso en mi camino, haciendo que diera un respingo y trastabillara un poco hacia atrás.

- Oye... — Sacudí la cabeza y alcé la mirada para ver con quien había tropezado. Y vaya que tenía una suerte de mierda. — ¿Tienes algo con tropezar con la gente así, Alaric? — Controlé mis ganas de gritar.

- Me gusta que la gente no espere mi presencia.

- Y también matarlas de un susto. — Acomodé mi mochila en un hombro. Alaric sonrío con esa sonrisa característica; entrecerrando sus ojos y ladeando un poco la cabeza.

- Soy alguien imponente, no me sorprendería que alguien muriera por mí.

- Aja. — Rodeé los ojos y refunfuñé. Por su culpa se me estaba haciendo tarde para llegar a mi próxima clase. — ¿Por qué me detuviste?

- Tenía que hablar contigo.

- ¿Justo ahora? Tengo clase.

- Tenemos clase. Juntos. Así que podemos hablar un poco.

Mi maestra de literatura no había vuelto, ya tenía bastante tiempo fuera de la escuela y la verdad es que me preocupaba, esa mujer me agradaba bastante y su clase me encantaba. El profesor con quien ahora estaba llevando la clase era bueno, pero no se comparaba a ella. Y Dios, lo último que quería era pasar una hora confinada con Alaric. A estas alturas ya no sabía a quien soportaba menos, si a él o a su hermano.

Sin decir nada más ambos caminamos por los pasillos hasta llegar a la sala de clase. Yo escogí un lugar justo en la última fila y Alaric me siguió hasta ahí, sentándose a mi lado. Poco a poco los demás estudiantes comenzaron a llegar. Me acomodé en mi lugar y saqué mi libreta en caso de que tuviera que anotar algo importante durante la clase. Alaric se tendió en su asiento y cruzó los brazos. Algo si era cierto; era imponente. Era alto, muy alto y musculoso, pero su actitud, eso era lo que te empequeñecía cuando él estaba cerca. Mas aparte sus ojos... parecían que podía atravesarme con su mirada y eso me ponía un tanto nerviosa.

- Me enteré de que saldrás con Nicholas más tarde. — Dijo sin mirarme a la cara. Yo le miraba la quijada marcada.

- Sí, pero no voy por voluntad propia. — Admití.

- ¿Entonces? — Me volteó a ver solo con el rabillo del ojo.

- Él y mi madre se llevan bien. La convenció de dejarme ir con él.

- Ah. — Fijó su vista nuevamente hacia el frente y se relajó un poco.

- Oye. — Lo llamé, cosa que lo sorprendió y honestamente yo también.

- ¿Qué?

- ¿Qué fue esa escenita ayer en mi casa? — Volvió a mirarme haciendo el mismo gesto.

- Eso es algo entre Nicholas y yo. Déjalo, ¿sí?

- No. — Respondí, acomodándome en mi lugar y moviendo mi cuerpo como si también necesitara enfrentarlo físicamente. — Llegaste de la nada a gritar a mi casa, espantaste a mi madre, ¿y pretendes que lo olvide? — Él se volteó a mirarme solo un momento y enseguida regresó a su posición.

- Sí.

- Dios. — Murmuré. Dejé caer mi mochila al suelo y pateé deliberadamente una de sus piernas. — Deja de comportarte como ese chico malo y misterioso. Dios, en serio me tiene harta. No puedes llegar a mi casa a hacer un alboroto y luego creer que yo voy a hacer como si nada pasara. Tú y tu hermano me tienen harta. — Él se me quedó mirando un poco desconcertado. Me acomodé nuevamente en mi lugar y miré hacia el frente para comprobar que el profesor no me había escuchado. — Dejen mi vida en paz.

Transfusión | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora