Capítulo 8

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Para el viernes todos se enteraron de quien era el cuerpo que encontraron. La chica de Newport, Rebeca Jones. En las noticias dijeron que a la pobre chica le habían arrancado la cabeza, si, arrancado. Supuestamente en la autopsia no se reveló como fue que se hizo el corte o separación más que por pura fuerza, lo que hacía el hecho mucho más cruento y macabro. Su cuerpo también tenía varios cortes. No revelaron demasiado por respeto a la familia en duelo, pero en pocas palabras; había sido masacrada.

Del grupo de campistas de Northanger encontraron solo un cuerpo. Un chico; David. Estaba a unos cuantos metros de donde encontraron el cuerpo de Rebeca. Y fue hallado en condiciones similares. Pero en cuanto a los otros tres chicos y Jordan, aun no se sabía absolutamente nada.

Se empezó a creer que las desapariciones de los muchachos de Newport, los de Northanger y los asesinatos de Rebeca y David están relacionados. La policía enseguida comenzó a desplegar intensas búsquedas en los alrededores de Siuslaw y Newport. No creían que el asesino pudiera estar en Northanger.

A pesar de esas declaraciones del cuerpo policial, el pequeño pueblo estaba vuelto un lío. Descubrí que la madre de David era un cliente frecuente de la tienda de ultramarinos de mi madre. Aunque no era de sorprenderse, ya que medio pueblo es cliente frecuente de la tienda. Solo que mi madre y la señora Todd eran buenas amigas y yo ni siquiera lo sabía. En cuanto se supo lo de David, mi madre fue una de las primeras que habló con ella.

Para el lunes nos convocaron a todos los alumnos al gimnasio de la escuela. El gimnasio era un edificio bastante reducido, pero cabíamos a la perfección toda la reducida población estudiantil. Habían reunido sillas de todos los salones para los que no alcanzamos asientos en las gradas.

- No puedo creer que algo así este pasando aquí. — Me susurró Megan desde mi costado izquierdo.

- Técnicamente no pasó aquí. Creo que fue una coincidencia que ellos hubieran estado en Siuslaw justo ese día. — Le respondí a susurros. Aunque aún nadie había subido a hablar al podio todos hablaban a susurros. Desde hace días todos hablaban así, como si hubiera algo agazapado cerca, queriendo escuchar la conversación o peor, listo para saltar a matar.

- Ya sé, pero Merrick... Eran chicos de aquí. Yo los conocía.

- Todo mundo los conocía.

- Tú no conoces a nadie de aquí más que a mí. Y eso que hay un solo colegio.

- No es eso. — Arrugué la nariz. — Eres la única que me agrada de aquí, es distinto.

- Bueno. — Ella sonrió, pero enseguida su sonrisa se difuminó. — ¿Sabes? Estoy algo preocupada.

- ¿Por Jordan?

- Sí y por todos los demás. — Tragó saliva. — Merrick, yo iba a irme con ellos. — Me quedé mirando a mi amiga y pude ver perfectamente el miedo reflejado en sus ojos. Todos tenían ese mismo miedo, pero el de ella era distinto, pues sabía bien que en esa misa también hubiera podido ser para ella.

- Y no puedo creer que yo te haya dejado ir.

- Al principio no querías que fuera.

- Aun cuando te subiste en su camioneta no quería que te fueras. — Admití. Con eso incluso el miedo también comenzó a contagiarme.

- El simple hecho de que hubiera sido mi cuerpo el que encontraran y no el de David me pone nerviosa.

- Oye. — La tomé por los hombros y le di una leve sacudida. — Pero estás aquí, eso es lo más importante. — Se me vino a la mente lo que sentí justo después de que Megan subiera a esa camioneta. Ese sentimiento de que algo malo iba a pasar. Y pasó. — Tragué saliva y decidí que lo mejor era no decirle, al menos no por ahora.

Transfusión | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora