Capítulo 21

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- ¿Qué? — La voz de Megan se llenó de alarma, enseguida corrió para acercarse a mí. No dejaba de ver mi herida y no comprendía lo que había pasado. Ni siquiera yo entendía, pero al menos podía estar segura de que eso no era natural. Sacudí mi mano un par de veces, esperando a que el dolor regresara de alguna manera, pero no era así. Miré al fregadero y pude ver el cuchillo, que aún tenía una mancha de sangre, de mi sangre.

- ¡Me corté! ¡Me corté, pero acabo de ver como mi mano sanaba! ¡Como lo que pasó con Kelly! — Exclamé. A duras penas y podía controlarme, pero mis ojos no podían engañarme.

- ¿Qué? — Ella estaba tan confundida como yo. — ¿Tomaste...? — Sabía perfectamente a lo que se refería y no, no había manera en que eso fuera posible.

- ¡No!

- ¿Qué hacemos? — Ambas hablábamos a gritos.

- ¡No sé! — Megan frunció los labios y tragó saliva. Ella fue la primera en calmarse, pero yo aún estaba bastante alterada.

- ¿Llamamos a alguien?

- Oh, sí. Claro, ¿a quién? — Contesté con ironía.

- ¿A Alaric? — ¿Qué? No. No quería verlo. Gruñí, mirando al techo. Aunque me costaba admitirlo, él es el que sabía de esto. ¿No?

- Ajá, ¿tienes su teléfono? — De nueva cuenta estaba usando la ironía para poder calmarme.

-No. — Mordió su labio inferior y me miró con inocencia. ­­— Tengo el de Abrielle.

- ¿Qué? ¿Por qué?

- Me cae bien. Tenemos un par de clases juntas. — Bufé y agité mi cabeza. Al menos no tendríamos que ir a su casa.

- Bueno, llámala. — Recogí el cuchillo y lo dejé sobre la encimera. Aun se veía mi sangre en el filo y eso me confirmaba que no había delirado nada. Megan ya estaba hablando por teléfono, pero yo me apresuré a quitárselo y en ese instante pude escuchar a Abrielle contestando. — Hola. — Le dije a la otra línea.

- ¿Merrick? ¿Qué pasa? — Pareció que pudo escuchar mi nerviosismo en mi tono de voz.

- Ehm... Tenemos una situación. — Balbuceé. ¿Situación? ¿En serio? Joder, a veces me odiaba. No supe que más decir, así que Megan me arrebató su teléfono y se puso a hablar con ella.

- Creemos que algo está pasando... Pero creo que tu hermano nos puede ayudar. — Se quedó en silencio un momento y después colgó. — Dijo que Alaric ya venía para acá.

- ¿Sabes? Hubiera sido mejor que ella viniera. — Musité, odiando la idea de ver a ese tipo otra vez.

- Si quieres le llamo y le digo.

- No. — Suspiré. — No quiero tener a tanta gente aquí.

Solté aire y me dejé caer en el pequeño banco de la cocina, mientras aún miraba mi mano con incredulidad. No, esto no me podía estar pasando a mí. Tomé el cuchillo y lo acerqué para ver con atención los remanentes de mi propia sangre, al menos se veía totalmente normal. No se parecía en nada al líquido que vi con Alaric o Nicholas. ¿Tal vez eso era algo bueno? ¿No? De repente el timbre sonó. Me paré de un brinco y corrí a abrir la puerta.

Alaric llevaba una camiseta azul marino y unos pantalones oscuros. En cuanto me vio se cruzó de brazos y arqueó una ceja. No parecía estar muy contento de haber venido. Bueno, yo no estaba contenta con él cerca, ni con la incertidumbre de lo que me estaba pasando, pero nadie tiene lo que quiere, ¿no?

- Me sorprende que me hayan llamado a mí, quiero decir, ¿no tú me odias? — Fue lo primero que dijo.

- No sabía que otra cosa hacer. — Admití. Él dejó caer sus brazos a los costados y me miró con un poco de curiosidad.

Transfusión | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora