Capítulo 16

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No me moví de mi asiento en lo que terminaba de fumar ese cigarro, que daba la casualidad era el último que quedaba en la roída cajetilla. El cielo estaba aún más nublado y unas pequeñas gotas comenzaban a caer, un par cayeron sobre mis rodillas. Después de unos pocos minutos me puse de pie y regresé a casa en la bicicleta. Mi madre había prometido arreglarla, de hecho, lo había intentado, pero el manubrio había quedado demasiado flojo, así que me quedé con la vieja bicicleta que estaba tan destartalada como la mía, un golpe y terminaría rompiéndose en pedacitos. Lo mejor era comprar otra, pero no teníamos tanto dinero como para comprar una bicicleta nueva. Ojalá pudiera concentrarme en el drama de mi bicicleta y no en lo que acaba de pasar.

Cuando llegué a mi casa, la encontré sola, pues mi madre había salido temprano a Newport a arreglar unas cosas de la tienda de ultramarinos; proveedores y esas cosas que yo nunca pude entender. Al menos así no tendría que preocuparme por fabricarme una excusa de por qué no fui a ninguna clase y regresé temprano.

Sentía que todo me daba vueltas, como si estuviera en un lugar nuevo, en una dimensión desconocida. Me costaba trabajo incluso caminar.

Subí a mi habitación y lo primero que hice fue botar mi teléfono celular en la cama, no era como que pensara que alguien me fuera a hablar de todas maneras. Tomé mi laptop y la coloqué sobre mi escritorio para luego prenderla. Ingresé en el buscador y titubeé un poco antes de decidirme que buscar. Finalmente tecleé; "vampiros, reales o no." Una tonelada de resultados desfiló en mi pantalla y comencé a revisar cada uno.

Me llené de información inservible. La mayoría de las páginas tenían contenido para fanáticos, otras, imágenes y videos de películas ya conocidas. No había nada que pudiera parecer cierto, todo parecían los típicos cuentos para asustar a los niños pequeños. Esperaba encontrar algo parecido a una verdadera investigación, algo con una base sólida, pero no encontraba nada a pesar de que me adentraba en cada liga que aparecía frente a mis ojos. Navegué por muchas páginas más, sin encontrar nada preciso. Después de varias horas llegué hasta un blog, que hablaba de que los vampiros tuvieron su origen en el antiguo Egipto, pero cuando quise indagar más, no encontré nada. El autor no había actualizado desde hace años. De nuevo me encontraba en un callejón sin salida.

Aun así, indagué un poco más en ese blog, pues el dueño no parecía un fanático loco más, sino alguien que de verdad estaba interesado en el tema y tenía verdadera curiosidad de investigar, así nadie lo leyera. En sus añejas entradas leí unas cortas descripciones acerca de las criaturas; sus características sobrehumanas y sus sentidos aumentados y su único alimento, la sangre. Realmente no decía nada que no supiera ya.

Totalmente frustrada cerré mi computadora con fuerzas y tallé mi cara con mis manos. Miré la hora en mi reloj de pared. Había pasado más de medio día metida en sitios web inservibles, tratando de responder preguntas que no tenían lógica. No iba a encontrar nada en internet y por seguro tampoco encontraría en los libros de la biblioteca local, ¿en qué estaba pensando?

Pero tenía que hacerlo, debería de haber una forma en la que encontrara algo. Así que busqué de nuevo en internet, esta vez cambiando los motivos de la búsqueda. Busqué por libros de ocultismo y encontré algunos extractos de unos pocos, sin embargo, como antes no era algo que me sirviera. Desperdicié unas horas más solo para encontrar libros en venta en paginas extrañas a precios astronómicos. Si tenía que juntar mis centavos para comprar una bicicleta no había manera en la que pudiera adquirir uno de esos libros. Así que finalmente apagué la computadora y dejé caer mi cabeza sobre esta.

Era extraño, me sentía en una burbuja aparte. Me había dado cuenta de la existencia de lo que muchos pensarían que no existía. Pero lo hacía y era tangible. Ahora sentía una responsabilidad enorme recayendo sobre mis débiles hombros. Sabía a la perfección que no podía quedarme sin hacer nada. Pero tampoco sabía que hacer, mi primer plan había fallado. Primero tenía que saber a lo que me enfrentaba. ¿Pero a qué me enfrentaba? Ya ni siquiera podía distinguir lo real de lo irreal.

Transfusión | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora