Capítulo 2

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Después de pedalear por unos quince minutos llegué a mi escuela. La escuela local de Northanger que cuenta con una comunidad bastante reducida de estudiantes, dentro de la cual me encontraba yo y claro, mi mejor amiga desde la infancia Megan Taylor.

- ¡Megan! — Di un gritito al verla acomodar su bicicleta y me aproximé a saludarla. — ¿Qué tal tus vacaciones? — Reí al saludarla.

- Pues aburridas. Tuve que ver tu fea cara todos los días solo para no aburrirme. —Comentó ella abrazándome de la cintura.

- Idiota. —Le di un leve manotazo en la mejilla para luego darle un beso para molestarla más.

- ¡Iagh! —Se pasó las manos por donde estuvieron mis labios y yo estallé en risas. —No quiero que piensen que somos novias.

- ¡Ay cállate! —Le sacudo el cabello y me adelanté corriendo a los casilleros. Megan era más pequeña que yo, pero está en el equipo de atletismo así que correr de ella no es muy buena idea. En seguida me estrelló media cara contra la puerta metálica de la taquilla.

- Jamás huyas de mí. ¿Entendido? —Negué aun riendo y Megan me soltó.

- ¿Están seguras que están en el grado correcto? —Una voz femenina y chillona nos llamó la atención y nos viramos a la dueña, Kelly. Y ella es la chica más odiosa que he conocido en existencia. —Porque creo que deberían de estar en el primer grado del jardín de niños.

- Por Dios, Kelly, ¿no tienes nada mejor que hacer? —Dije molesta. Me molestaba su simple presencia. Ella jamás ha sido una chica amable, mucho menos con nosotras.

- Pierdo tiempo estando aquí. —Se cruzó de brazos y frunció el ceño como si estuviera oliendo pescado en mal estado. —Adiós par de idiotas.

En cuanto Kelly pasó por el pasillo me devuelvo a Megan y comencé a imitar a Kelly exageradamente y provocando sus risas. Ella la imitó conmigo y reímos juntas

- No entiendo cómo es que Kelly disfruta de hacernos la vida imposible solo a nosotras. —Dijo ella irritada.

- No somos las únicas, no te sientas especial. —Bromeé.

-Bueno. — Ella sonrió. — Ya saben lo que dicen. Pueblo chico, infierno grande.

- Claro.

- Como sea, ¿qué te toca?

- Ciencias.

- Qué asco.

- No, a mí me gusta.

- ¡Oye! — Ella me pellizcó un brazo.

- ¡Au! — Me comencé a masajear el lugar afectado y le saqué la lengua. — ¿Qué?

- ¿Estas enterada que tendremos nuevos alumnos?

- ¿Ah sí?

-Sí. — Ella asintió con la cabeza. — Una familia se acaba de mudar. —Oh, claro.

- Ah, sí. Lo sabía. —Arrugué la nariz. — ¿Tú como lo sabes?

- Pueblo chico.

- Claro, claro.

- ¿Tú como supiste?

- ¿Recuerdas la casa que está en la misma carretera donde está la mía?

- Sí. — Abrió los ojos como platos. — ¡Oh Dios! ¿Se mudaron ahí?

- Sí. Sinceramente creo que están locos. Nadie en su sano juicio se mudaría sobre esa autopista solitaria.

- Nadie en su sano juicio se mudaría a Northanger, para empezar. Quiero decir, ¿Cómo demonios nos encontraron? Ni siquiera aparecemos en el maldito mapa.

Transfusión | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora