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Taemin empezó a correr de manera tambaleante y torpe. Sus maltratados músculos se negaban a funcionar con normalidad. El asustado ternero berreaba tan lastimeramente que el esperaba que la madre se preocupara más por consolar a su cría, que por atacar a un inocente transeúnte.

Al mirar por encima de su hombro comprendió que no tenía tanta suerte. Lo peor era que varios longhorns más, atraídos por las llamadas de socorro del ternero, empezaban a acudir al lugar. Taemin sabía que no tenía ninguna posibilidad de llegar al campamento antes que aquellos furiosos animales. Sus bramidos no parecían haber alertado a nadie. Ni siquiera los vaqueros que estaban de guardia se habían dado cuenta de lo que estaba sucediendo. Taemin tropezó, pero se levantó de nuevo y siguió corriendo con gran dificultad. Sus cansados músculos crujían en señal de protesta.

De repente, oyó el estrepito de unos cascos acercándose desde el campamento. Alzó la vista y vio a Minho galopando hacia el. Lanzándose hacia él, Taemin se aferró desesperadamente al brazo que descendió para levantarlo como si su cuerpo fuese tan liviano como una pluma.

—Agárrate fuerte —le gritó Minho, al tiempo que obligaba a su caballo a dar media vuelta para regresar al campamento—. Están tan furiosos que atacarán a cualquier cosa viviente.

No había tiempo para detenerse y permitir que Taemin se montara detrás de Minho. Los longhorns podían correr como antílopes. Minho siguió galopando con Taemin balanceándose de frente suyo, su cuerpo estaba peligrosamente cerca. Nightmare corría a muy poca distancia de los centelleantes cuernos del ganado. Se dirigían directamente al campamento. Minho gritaba como un indio de cara pintada para alertar a los vaqueros.

Cuando Minho y Taemin irrumpieron en el campamento, los hombres ya estaban sobre sus caballos. El corcel de Minho saltó la fogata. Los enloquecidos longhorns se abrieron camino a través de ésta, esparciendo cenizas y pequeños fuegos en derredor suyo. Cuando Minho finalmente aminoró la marcha de su caballo y dio media vuelta, los vaqueros se habían situado entre ellos y los cerca de doce longhorns. La furiosa vaca intentó embestir a los caballos un par de veces, pero las insistentes llamadas del asustado ternero la distrajeron y al poco tiempo regresó a buscarlo. Los vaqueros arriaron a las demás bestias a seguirla.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó Minho a Taemin mientras lo bajaba al suelo—. Vi cuando tropezaste y te caíste.

Minho se bajó de su montura y ayudó a Taemin a sentarse en la única manta que los salvajes animales no habían roto. Estaba pálido. No podía tenerse en pie. Minho lo sostuvo con sus brazos para evitar que se desplomara. A él también le flaqueaban las piernas. No podía recordar haberse sentido tan impresionado desde aquella ocasión, hacía ya doce años, en que Chan había llegado justo a tiempo para impedir que unos bandidos lo ahorcaran. La ciega suerte había permitido que él estuviera lo suficientemente cerca para salvar a Taemin. Había estado cabalgando muy despacio, intentando pensar en una buena excusa para regresar al campamento poco después de que el lo hubiera echado de allí, y encontrar el valor para pedirle perdón por su comportamiento, cuando el berrido del ternero atrajo su atención. De no haber sido así, era muy posible que él no hubiera reaccionado a tiempo.

No quería pensar en lo que le habría pasado a Taemin si no lo hubiese hecho.

—¿Quieres beber algo? —le preguntó él.

—Estaré bien en un momento —logró decir Taemin—. Sólo me siento un poco débil.

—Tienes suerte de estar vivo —dijo Minho. El alivio que sentía le hacía hablar con dureza—. Un par de saltos más y esa vaca te habría alcanzado.

—Lo sé —dijo Taemin. Sus ojos aún querían salírsele de órbita del susto.

¿Qué había estado haciendo? ¿Por qué estaba deambulando por el monte de noche? Él estuvo a punto de paralizarse de miedo cuando alzó la vista y vio a aquella vaca corriendo hacia el.

Taemin (Libro 3 - serie 7 novios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora