12

224 32 11
                                    

—¿Taemin? —preguntó Samuel a su hermano cuando volvió a acercarse a la luz—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Me mudo a Wyoming. El banco me ha quitado el rancho.

—Quiero decir ¿qué estás haciendo aquí con él? —dijo Samuel, señalando a Minho y a aquel aislado campamento.

¿Qué había estado haciendo? ¿Qué habría pasado si Samuel no hubiese aparecido? Taemin esperaba que la oscuridad ocultara el rubor que le quemaba las mejillas. Le alegraba que ninguno de aquellos dos hombres pudiera adivinar los pensamientos que pasaban por su cabeza.

—Estamos siguiendo a algunas de mis vacas que se perdieron en una estampida —le contestó Taemin, decidido a actuar como si nada hubiese pasado. No podría soportar que Minho supiera cuan cerca había estado de ceder—. Minho cree que es posible que unos cuatreros se las hayan llevado. Justo en este momento se disponía a buscar su fogata.

—No hace falta que se tome esa molestia —dijo Samuel, volviéndose hacia Minho sin dejar ver ninguna señal de alegría—. Están al otro lado de esas colinas, y la única fogata que encontrarás es la mía.

Taemin sintió un gran alivio de no tener que quedarse solo con Minho. Necesitaba tiempo para pensar en el sorprendente cambio de sus sentimientos hacia él.

—¿Cuántas has encontrado? —le preguntó Minho.

—Alrededor de doscientas. Las encontramos pastando a unos pocos kilómetros hacia el oeste. Reconocí la marca de mi padre.

—Hace mucho tiempo que no te veo, Samuel —dijo Minho, mirando a aquel hombre—. Has cambiado.

—Tú no —le respondió Samuel.

—¿se conocen? —preguntó Taemin, mirando a los dos hombres.

—Me acuerdo de él —dijo Minho—. No se quedó el tiempo suficiente para que alguien pudiera llegar a conocerlo.

Samuel se movía intranquilo.

—Eso fue culpa de mamá —dijo Taemin—. No quería que él se quedara en el rancho.

—Por una vez Boah demostró algo de sensatez.

—Eso no es verdad —lo contradijo Taemin—. De niño yo quería tener un hermano mayor.

—Deberías habérmelo dicho —dijo Minho—. Te habría dado uno de los míos.

—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó Taemin a Samuel.

—Me contaron que ibas a Wyoming, de modo que pensé que tal vez querrías que te echara una mano. Podría incluso quedarme por un tiempo.

—Quieres decir que querías que te llevaran gratis.

—Es mi hermano —dijo Taemin entusiasmado—. Puede venir conmigo si así lo desea.

Siempre se había compadecido de la situación tan difícil en la que se encontraba Samuel, pese a que él era once años mayor que el y a que no lo conocía muy bien. Nunca le había molestado el hecho de que fuera ilegítimo —su madre, que era hija de mexicanos, había muerto cuando él era un niño—, pero, sin duda, a Boah sí le disgustaba. Cuando Taemin cumplió catorce años, Boah obligó a su esposo a romper toda relación con Samuel. Pero Taemin nunca se olvidó de él. Era el hijo de Sooman Lee tanto como el era su hijo, y le parecía injusto que se le negara un hogar y la compañía de su familia sólo porque su padre no se hubiera casado con la mujer que lo trajo al mundo.

Pero la buena disposición de Taemin para acogerlo en aquel momento era más que un deseo de recrear una relación de infancia. La soledad en la que vivía desde la muerte de sus padres era tan profunda, tan aterradora, que quiso aprovechar la oportunidad de tener con el a un familiar. Aunque el lazo que los unía se hubiera reducido a un simple recuerdo, en aquel instante sintió que ya no estaba solo. Él era su hermano.

Tenía a alguien que formaba parte de su familia. Sabía que Minho podía hacer por el mucho más que Samuel, pero de inmediato reconoció que quería cosas muy diferentes de aquellos dos hombres.

Taemin (Libro 3 - serie 7 novios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora