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El sol de mediodía se abatía en la pradera con despiadada violencia. Una cuadrilla reducida mantenía el hato pastando hacia el norte, mientras todos los demás hombres se encontraban reunidos en el centro de aquella extensión de terreno cubierta de pasto. Una brisa perezosa apenas mecía una hierba que se volvía cada vez más quebradiza y menos suculenta con cada día caliente y seco que pasaba. Cuando el último hombre finalmente llegó, Minho dijo a Chan:

—Dinos qué viste.

Minho parecía una persona diferente cuando asumía el papel de jefe, y a Taemin no le gustaba ese cambio. Escuchaba sin hacer ningún comentario, sin mostrar ninguna emoción, sin lanzar una sola mirada en dirección a el. Parecía completamente absorto en el problema. Taemin no quería que su ganado muriera de sed en medio de aquel territorio indio, pero tampoco le gustaba que lo ignoraran del todo.

—¿Hay al menos un riachuelo que tenga suficiente agua para todo el hato? — preguntó Minho a Chan.

—No.

—¿Las vacas pueden sobrevivir sin agua? —preguntó Taemin.

—No podrán sobrevivir ciento sesenta kilómetros —le respondió Frank.

—¿Los riachuelos tienen suficiente agua para la mitad de nuestro hato? — preguntó Minho.

—Tal vez.

—¿La corriente es lo bastante fuerte para que vuelvan a llenarse en veinticuatro horas?

—Posiblemente.

—¿A quién le importan los hatos que están detrás de nosotros? —preguntó Frank. Minho hizo como que no lo había oído.

—Dividiremos el hato y mantendremos las dos partes al menos a un día de distancia. Incluso a dos si es necesario.

Chan lanzó una maldición que hizo que Taemin se sonrojara, luego se marchó sin decir palabra.

—¿De qué servirá eso? —preguntó Reardon.

—Eso dará a los riachuelos el tiempo suficiente para volver a llenarse antes que pase la segunda mitad del hato —dijo Taemin, complacida de entender algo acerca de todo aquello antes que ninguno de los hombres.

—Con un poco de suerte —añadió Minho—. Frank y yo nos haremos cargo del primer hato. Max y Samuel llevarán el segundo. Chan cabalgará delante todos los días para buscar los sitios en los que haya más agua.

—Eso nos dará tiempo para discutir nuestros planes para el rancho —dijo Samuel, a todas luces deseando tener la oportunidad de estar con Taemin sin que Minho los estuviera vigilando.

—Taemin y Reardon vendrán conmigo —señaló Minho a Samuel.

—¿Por qué? —preguntó Samuel. Sus ojos brillaban de rabia.

—Porque mi deber es cuidar de Taemin, y porque no confío en Reardon.

—Yo sí confío en Joe, y... —empezó a decir Samuel.

—De cualquier forma, vendrán conmigo —dijo Minho, y luego fue a buscar a su hermano.

—¡No lo hagas! —suplicó Taemin de manera apremiante cuando Samuel quiso seguir a Minho—. Te está permitiendo que compartas la responsabilidad de encargarte de un hato. Lo harás mejor si no tienes que preocuparte de mí y si Reardon no está cerca para distraerte.

—Pero...

—Si quieres aprender todo lo necesario acerca de las vacas, ésta es la mejor oportunidad que tienes de hacerlo. No encontrarás mejores maestros que Minho y Max. —Taemin vaciló, pero luego decidió decírselo—. Tengo intención de pedirte que seas mi capataz cuando lleguemos a Wyoming.

Taemin (Libro 3 - serie 7 novios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora