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—Te digo que ese oro era mío.

—Y yo te digo que no te creo —respondió Joe.

Él lo había llevado a una pequeña y rústica cabaña oculta en uno de los valles boscosos que drenaban las montañas de Laramie, y donde nacían los riachuelos Sybille y Chugwater. Taemin supuso que aquel sitio debió de pertenecerle a algún cazador hacía unos cuantos años, cuando aún había castores en la región. Parecía que hacía mucho tiempo que nadie la habitaba. No creía que Samuel supiera de la existencia de aquel cobertizo. Estaba seguro de que nadie en el Círculo Siete lo conocía.

—Todo el mundo sabe que los Choi tienen oro —dijo Joe—. ¿De qué otra manera pudieron haberse enriquecido tan rápido?

—Trabajando duro, algo que deberías tratar de hacer si vives el tiempo suficiente.

—¿Por qué habría de hacerlo cuando todo ese oro esta a mi disposición?

Taemin golpeó una desvencijada mesa con el puño de su mano.

—No hay ningún oro —frustrado, negó con la cabeza—. Minho te matará, y si él no lo hace, Chan lo hará.

—A Chan le importas un bledo.

—Puede que así sea, pero los Choi siempre se mantienen unidos. Deberías haberte dado cuenta cuando fueron a perseguir a Frank y a los cuatreros. Todos ellos vendrán a buscarte ahora.

Joe echó su mano hacia atrás para pegarle.

—Si llegas a tocarme, si dejas la más mínima marca en mí, Minho te matará a golpes.

Taemin tuvo el placer de ver retroceder a Joe. No le preocupaba realmente que él le hiciera daño. Todo lo que él quería era el dinero. Minho se enfurecería si él llegaba a herirlo, y era menos probable que un Minho furioso le diera oro.

Pero ese oro no existía, de modo que Minho tendría que hacer otra cosa. Era esa otra cosa la que preocupaba a Taemin. No tenía ninguna duda de que Minho o Chan matarían a Joe. Tenía que impedirlo. Este hombre no le importaba en absoluto, pero sí le importaba Minho. No quería que ahora que estaba tan cerca de cumplir sus sueños, él terminara en una cárcel por asesinar a un hombre. Esto sería casi tan terrible como si eso le ocurriera a Chan. Este hecho siempre se interpondría entre Minho y el. Tenía que encontrar la manera de huir de Joe. Pero ¿cómo? Él no lo dejaba solo ni un segundo. Pero tendría que hacerlo para regresar al rancho a averiguar si Minho le había dejado el dinero. En ese momento el huiría. Sólo esperaba que no fuera demasiado tarde.


* * *


Yoona no alcanzó a decir más de tres frases cuando Minho salió corriendo al corral para buscar su caballo.

—Detenlo —le dijo Kibum a JongHyun—. Si se marcha en ese estado, alguien resultará herido.

—Haga lo que haga, a ese tal Joe no le va a ir nada bien —dijo JongHyun, siguiendo a su hermano—. Espera, yo iré contigo —le gritó a Minho.

—Entonces será mejor que te des prisa. No pienso esperar a nadie.

—Tienes que esperarme, ¡maldición! No estoy tan acostumbrado a ensillar caballos como tú.

Minho arrojó una manta y una silla de montar sobre un bayo de aspecto sumiso.

—¿Puedes cincharla?

—Claro que puedo —dijo JongHyun, cogiendo la manta y la silla de montar del lomo del bayo. Miró los caballos que estaban en el corral y se dirigió hacia uno pardo

Taemin (Libro 3 - serie 7 novios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora