Capítulo 11

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Un breve rayo de luz me despierta, y mientras los ojos tardan en enfocar recuerdo la noche y la pesadilla. Doy gracias de haber despertado a tiempo; estaba siendo demasiado vivida. Me levanto, con el cuerpo adormilado y un fuerte dolor de cabeza que poco a poco desaparece en función de el clareo de la vista.

Una vez consciente, recojo la manta y la coloco en mi mochila (lista para cuando tengamos que volver a marchar, que puede que sea pronto).En cierto modo, esto ya es costumbre al emprender un viaje. 

Todos están despiertos menos Bilbo, que sigue disfrutando de un largo sueño sin importarle los fuertes golpes de hacha que suenan en el exterior. Vuelvo a estirarme antes de acompañar a la compañía.

Bofur está subido a una enorme silla intentando poder ver, desde una ventana con el cristal roñoso, al extraño cambia-pieles que corta madera de forma violenta. Recordando todo lo que Gandalf ha dicho sobre esta raza, comprendo lo extraño que resulta ver a ese hombre y pensar que, a la par, también es un enorme oso de pelaje oscuro y dientes afilados. Con cada hachazo que recae con fuerza, vislumbro los trozos de madera que podrían llegar a ser como el detallado y precioso juego de ajedrez o la enorme silla decorada con osos.

La compañía discute sobre si debemos continuar en la casa: o marcharnos con el rabo entre las piernas o confiar en aquel extraño individuo (el mismo que nos ha prestado su casa para descansar una noche mientras él se encargaba de terminar de limpiar la zona de nuestros enemigos).

La compañía está desorientada, pero agradecida de poder tener un sitio calentito en el que poder discutir. Gandalf, harto, nos ha mirado sobre nuestros hombros y nos ha pedido tranquilizarnos y confiar en aquel hombre de descomunal tamaño (aunque creo que es él el que más está sudando por los nervios).

En el tiempo que estamos esperando la reacción por parte del mago, repasamos (ubicados en el mapa) la nueva ruta que deberíamos de tomar. Nuestro siguiente tramo será sin duda el más complicado.

Mi padre, aprovechando la confusión general de sus hombres, ha dejado a Balin y Dwalin discutiendo con mis primos mientras él aprovechaba para hablar conmigo.

—No seas testaruda, Riel. Ya has visto cómo casi no sales de ésta, y eres consciente de que ha sido una de las cosas más sencillas...

—No soy más testaruda que tú. Además, quien no podría haber seguido con vida sin la ayuda de Gandalf has sido tú: todos hemos acabado magullados, Thorin. No voy a permitir que ahora sea Dwalin el que se tenga que encargar de mi trasero cuando hace más de veinte años que conseguí deshacerme de él —mi padre levanta la mano para contestar. Yo respondo tajante—... Además, yo tengo la misión de proteger al hobbit: no puedes darle a nadie más esa tarea.

Volvemos a hablar con el mago, que parece que ya tiene las ideas algo más claras. Bilbo empieza a despertarse y le sonrío cuando me mira completamente perdido.

— Sin la ayuda de Beorn nos atraparán antes de llegar al linde del bosque negro. ¡Ah!, Bilbo; estás aquí —Gandalf dirige su mirada al gran hombre—. Hay que hacer esto con mucho tacto: hay que saber cómo hablar con él, la última persona que le importunó acabó hecho trizas—no sé si es una exageración, si simplemente quiere meternos miedo en el cuerpo o, por el contrario, si el que lo siente es él—. Yo iré primero, y Bilbo, tú vendrás conmigo 

Gandalf comienza a tartamudear quieto, ante esto, Thorin le hace una señal y va al lado del mago.

— Oye, ¿crees que es buena idea?

— Sí. Los demás quedaos aquí. No os mováis hasta que os haga la señal.

— ¡Vale esperamos la señal! 

Hija de un rey (El Hobbit) Bilbo FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora