Después de la cascada, bajamos un poco la guardia. La corriente comienza a desaparecer y nuestros ánimos comienzan a aflorar. Algo llama mi atención en la periferia y vuelvo a tensar el cuerpo. Bilbo reacciona poniéndose a cubierto.
— Bilbo, agárrate fuerte—le susurro mientras que intento que ambos nos tranquilicemos—. Ya no hay corriente y tengo que matar a un par de orcos que han escapado de los elfos y nos están persiguiendo.
El hobbit asiente mientras observa e intenta no mover si quiera el agua (la verdad es que prácticamente lo consigue... cuando quiere ser discreto lo es...).
Ambos son de escasa estatura y, aunque andan con sus arcos armados y entre los árboles, son bastante ruidosos y torpes. Visualizo un claro al que se tendrán que asomar dentro de poco (donde intuyo que quieren volver a iniciar el ataque) y me levanto lentamente la camiseta para coger uno de los cuchillos que están cerca de la cota de malla (de pronto siento más de una mirada sobre mí). Cojo aire, intentando evitar mi sensación de incomodidad, y con gran puntería lo lanzo hacia el primer orco que agoniza con un fuerte aullido de dolor que alerta a su compañero.
No puedo coger el otro cuchillo antes de que lance la flecha que tenía preparada. Bilbo ha hecho un movimiento brusco que ha causado que caiga dentro del barril y la punta de la flecha roce su hombro derecho. Me levanto con mi arma cargada e intento lanzar, sin embargo una roca hace que volvamos a perder la estabilidad y vuelvo a perder el lanzamiento (aún sigo con el arma en la mano)
El orco se esconde dentro del follaje y por unos instantes lo pierdo. Cuando veo un brillo amarillo que emerge de las copas de los últimos árboles, arrojo el cuchillo sin pensármelo al cuerpo del enemigo.
Sin embargo, el orco no ha lanzado su última flecha en vano y ha conseguido que tenga un ligero raspón en el hombro izquierdo (sin embargo, el corte que tiene Bilbo es más preocupante: ha llegado a penetrar algo más fuerte y centrado que mi disparo).
No me puedo centrar ahora en el brazo de Bilbo, debo de terminar de protegerlo. Me pongo alerta y busco en todos los alrededores, intentando encontrar algo que se nos escape.
— Riel, tranquilízate. Estamos todos bien.
Me sonríe y yo no puedo evitarlo, también le río nerviosa.
— ¿Nos siguen?
— Cerca ya no —miro de reojo a Bilbo, al que ya le están fallando las manos y que mira horrorizado mi brazo. Me acerco a su oído y le susurro—. Tss, no me vengas con tonterías que lo tuyo está peor.
Se gira a mirar el hombro y con extrañeza asiente (menos mal que es su cuerpo...).
— Hemos despistado a los orcos —Bofur sonríe ante mi comentario (y mira con una sonrisa picarona a Bilbo).
— No por mucho tiempo: ya no hay corriente.
Dwalin revisa cada miembro de la compañía, contándonos y mirando los daños más importantes.
— ¡Bombur se va a ahogar! —Dwalin, Bofur y Bifur se acercan para intentar ayudarle, aunque sea sólo para llegar a la orilla.
Con las manos remamos hacia la derecha, donde el terreno de la orilla no está formado con una suave arena en la que los pies descalzos pueden descansar (como la de las mejores playas de la Tierra Media), si no que son enormes trozos de roca gris que se ha destrozado con el paso del tiempo, adquiriendo una superficie lisa y resbaladiza gracias a la potente corriente.
Salimos con dificultad de los barriles (Bilbo me ha tenido que ayudar) y nos tiramos con cuidado en el suelo, disfrutando del libre movimiento y un gran espacio por donde caminar. Nuestra alegría parece calentar momentáneamente el cuerpo y nos tumbamos, boca arriba, intentando aprovechar la libertad.
ESTÁS LEYENDO
Hija de un rey (El Hobbit) Bilbo Fanfic
RandomLa historia de un Bilbo Bolsón, un poco cambiada. Soy Eurielle, pero me llaman cariñosamente Riel. Fíli, Kíli, Dwalin, Balin, Oin, Gloin, Dori, Ori, Nori, Bifur, Bofur, Bombur son los enanos compatriotas que me acompañan en la aventura para reclamar...