CAPÍTULO XXXVII: ABRIENDO CAMINOS

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Tema musical del capítulo: "Souvenir" - Avril Lavigne

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El sol ya estaba en lo alto cuando se asomó a la cubierta, inusual en él que solía madrugar, pero el cansancio de todos los acontecimientos del día anterior terminó por pasarle la cuenta. Pese a la falta de su brazo mecánico, se sentía más rejuvenecido gracias a la curación de su herida que lo fastidió durante días en lo que se recuperaba de la explosión; por primera vez en noches pudo descansar como se debía. Era extraño, se sentía tranquilo y en paz, no solo porque la pesadilla de estos días terminó sino también porque sentía que ya no había más cadenas internas que lo atasen; ya no tenía miedo de admitir nada, y menos el cariño por el muchacho, después de todo, ¿Desde cuándo le importo si quiera la opinión de los demás? Había sido un idiota, dejarse llevar por ese tipo de debilidad en primer lugar, cuando siempre tuvo el poder de aplastar a todos esos insectos. No los necesitaba.

Recordó todo lo ocurrido la noche anterior con el encuentro del Rey del Mar y los humanos de este planeta. En todos sus años de piratería y viajes por el espacio jamás había vivido una experiencia como tal y la sola idea de ser reconocido como un héroe que ayudó a salvar un reino entero era suficiente para querer echarse a reír de la ironía, empezando que él no lo hizo por nadie más en particular salvo para ayudar a Jim. Era él de quién estaba orgulloso, todo lo que lograron fue gracias a su ingenio e inteligencia.

Pero su espíritu libre le pedía libertad, y ya tenía planeado escapar del barco en cuánto saliesen de aquí, aunque la idea de separarse de Jim le entristecía. Con ello, resurgió su plan de pedirle al muchacho que lo acompañase...posiblemente él tampoco desperdiciaría tal oportunidad. Aunque todo dependería de su decisión.

Inhaló el aire marino que tanto lo relajaba antes de ir por Jim para que lo ayudara a hacer el desayuno, cuando vio a Morph volando en su dirección.

—¡Morphy! Me quedé dormido, — dejó que la criaturita lo acariciara en la mejilla, —¿Dónde está Jim?

El pequeño le hizo un gesto para que se asomara y ahí vio al muchacho, tirado en la arena y con una sonrisa abierta en su rostro, algo que sin duda lo sorprendió ya que las únicas ocasiones que vio esas expresiones fue cuando lo llevó a navegar en los alrededores del espacio cerca del barco, cuando le dio el mando del bote. Si la intuición de Silver era la correcta, ya sabía el porqué de la reacción de Jim, recordando la conversación que tuvieron la noche anterior.

—¡Jimbo! ¿Es qué te tragaste un payaso? — riéndose, el cyborg se acercó al adolescente quién aún yacía tirado en la arena.

—¿Algún problema con eso? — replicó Jim todavía con la misma sonrisa.

—¡Ay muchacho! Pasó algo con Ariel, ¿No? ¡Anda, cuéntame!

Jim se levantó y se sacudió la arena antes de contestar. Posiblemente estaba pareciendo un tonto pero nada lo sacaba de la euforia que sentía en estos momentos.

—La besé Silver. — admitió sin vergüenza, —¡Después de tantos jodidos meses, me besó!

—¡Y tú qué no querías involucrarte más con ella! ¡Solo mírate muchacho! ¡Estás radiante de alegría! — Silver estaba feliz de ver que Jim por fin fue honesto con sus sentimientos tras meses de contenerlos, —¿Qué fue lo que decidiste?

Las comisuras disminuyeron su sonrisa, y el joven admitió su conclusión al respecto.

—Nos queda poco tiempo, Silver. Como tu decías, no vale la pena seguir negando lo que es obvio... — decidió omitir la insistencia de Ariel y la conversación previa al beso que tuvieron —Además, será algo corto, aunque duela, será breve y no quiero seguir perdiendo más tiempo sin ella por culpa de mis miedos.

Entre el cielo y el mar [JimxAriel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora