CAPÍTULO VII: UN ACUERDO

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Tema musical del capítulo:  "On Land" - The Little Mermaid: The Legacy Collection Soundtrack

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Gruesos pilares de piedra de coral sostenían la sala del trono, libre de paredes para facilitar el desplazamiento de adentro hacia afuera de los funcionarios reales; el trono, hecho con material de conchas, poseía un sitio al costado donde reposaba el tridente del rey Tritón, un poderoso objeto capaz de crear tormentas con solo desearlo, y que había pasado de generación en generación a los reyes de Atlántica desde su creación a manos del dios Poseidón, ancestro de la casa real que llevaba su nombre. Con esto, aseguraba la protección de su reino y probaba la ascendencia de su linaje, ya que solo los descendientes del dios de los mares podían utilizarlo: su siguiente usuaria sería la princesa Aquata, la mayor de las hijas de Tritón y heredera al trono una vez que su padre muriese o decidiese abdicar.

Pero aún era muy pronto para eso, Tritón seguía fuerte y sano y ningún enemigo se atrevía a desafiarlo, ya que todos conocían el temperamento del monarca cada vez que se enfadaba, aunque pocas cosas eran las que provocaban que el rey perdiese los estribos. Una de ellas, por seguro, era la mención de los humanos.

La animosidad que Tritón albergaba hacia los humanos era conocido por todos sus súbditos: desde la muerte de la reina Athena, abolió la tradición de la subida a la superficie como rito de pasaje y prohibió todo contacto con los seres de allá arriba, argumentando que eran "bárbaros y salvajes" que se alimentaban de pescado y cazaban sirenas. Por eso tenía constantes discusiones con Ariel, la menor de sus hijas que llevaba consigo el espíritu de la fallecida reina de aceptación a los humanos así como la propia testarudez del rey, argumentando que no eran criaturas tan malvadas como las pintaba; aquella muchachita era su más grande dolor de cabeza: pese a ser el rey de los siete mares, era incapaz de controlar a su testaruda hija.

El corpulento monarca se sentó en su trono mientras enrollaba los últimos documentos de su trabajo y los dejaba a un lado; esperaba que Sebastián estuviese haciendo bien su labor de vigilar a Ariel de que se metiese en problemas y fuese a la superficie, confiaba en él y su disciplina, y que también Ariel no fuera a hacer locuras.

—¿Padre?

—¡Ah, pasa hija!

Aquata se deslizó elegantemente por la sala antes de quedar en frente a su padre, quién se levantó de su trono para recibirla.

—¿Querías verme? — preguntó la princesa de cabello castaño y cola celeste.

—Sí, hija, quería preguntarte como estabas, tus tutores dijeron que habías excedido en tus exámenes de todas las materias y que ayudaste contribuyendo donaciones para el orfanato y otras caridades, estoy orgulloso de ti. No me cabe duda que serás una excelente reina.

—Muchas gracias, padre — respondió Aquata orgullosa de los halagos, sin duda significaban mucho para ella. Tras un breve silencio, se atrevió a cambiar el tema, —Disculpa por desviar la conversación pero, ¿Has visto a Ariel? Partió antes que nosotras nos despertásemos en la madrugada, y no sabemos nada de ella.

—Ah, otra vez esta chiquilla, — Tritón pasó un dedo por su barba enroscando un mechón de esta, —Posiblemente debe estar molesta conmigo por regañarla ayer.

—Y eso que tú fuiste bastante comprensivo con ella, considerando que arruinó nuestra fiesta, — suspiró Aquata, —Sólo espero que no ande en la superficie, me preocupa que un barco la atrape.

—Ese es mi mayor temor también, ¡Pero Ariel es muy terca! No comprende que no la dejo ir arriba por su propio bien, y me insiste que los humanos no son malos ¡Son unos bárbaros!

Entre el cielo y el mar [JimxAriel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora