Entre el cielo y el mar [JimxAriel]

CAPÍTULO XXXVIII: PARTE DE TU MUNDO

Tema musical del capítulo: "You are My World" - Yoon Mi Rae & "Happy Ending" - The Little Mermaid: The Legacy Collection Original Soundtrack.

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Tres días más tarde, un enorme torbellino de actividad sumergió al Palacio de los Corales en lo que terminaban los últimos preparativos para la coronación de Aquata en lo que iba a ser la ceremonia de entronización más rápida que se llevaba a cabo en la historia reciente de Atlántica. Peces nadaban de un lado a otro decorando los pilares con flores y algas y otras plantas marinas, soberanos de otros reinos acuáticos iban llegando en sus carruajes de delfines y entrando al palacio, los sirvientes en la cocina preparaban el gran banquete que habrían de servir después de la ceremonia, y sobre todo, Sebastián ensayaba con la orquesta la música que habrían de tocar durante la fiesta.

En el tocador, las princesas se arreglaban para tal importante celebración, todas llevando sus más finas perlas y coronas de nácar. Incluso Ariel, que no solía llevar joyas ni adornos para el cabello, se había embellecido para la ocasión: llevaba una gran flor púrpura al costado izquierdo de su cabello, el que a su vez estaba decorado con hilos de perlas colgantes, unos caracoles con tiras de perlas alrededor de sus brazos y un collar con una piedra color turquesa en el cuello, mientras que en su mano derecha llevaba un brazalete de oro; se veía radiante.

—Pero que milagro Ariel, ¡Hace mucho tiempo que no te veía así de arreglada! — bromeó Alana.

—Oye, incluso yo puedo arreglarme en una ocasión importante, — respondió bromeando de igual manera la otra princesa, —Y más al tratarse de la coronación de mi hermana mayor.

—Te ves hermosa, — opinó Attina, —Floreciste durante esos meses que estuviste arriba, solo mírate, ¡Ya luces casi como una mujer!

Ariel sonrió, halagada por los comentarios de sus hermanas. Urchin, quién provenía de otra habitación y llevaba una banda celeste, también halagó a la princesa.

—Luces muy linda Ariel, — más que nada, estaba feliz de que ella estuviera devuelta con ellos.

—Gracias Urchin, ¡Tú también te ves muy bien! — comentó la princesa, notando que su hermano adoptivo ya estaba entrando en la adolescencia, él también había crecido mucho en el tiempo que ella estuvo ausente.

—¡Sus Altezas, ya es hora!

Con el anuncio del mayordomo, las seis princesas se reunieron en la sala del trono, donde estaba toda la corte real y los invitados de otros reinos. Ariel miró de reojo a varios jóvenes nobles, hijos de las grandes familias de Atlántica que siempre murmuraban o se reían de ella, completamente en silencio y sin siquiera mirándola a los ojos, posiblemente algo intimidados de ver que la muchacha a quién tanto menospreciaron ahora era considerada una heroína; la princesa solo los ignoró, concentrada en la inminente ceremonia.

Primero se anunció la llegada del Rey, quién nadó con su corona y tridente en mano y se posicionó al lado izquierdo del trono. Tras unos minutos, todos se asomaron para ver cómo, vestida en perlas, esposas de oro en ambas muñecas y una fina capa hecha con algas, entraba Aquata con la frente en alto; Ariel pudo ver a su padre sonreír suavemente en el momento que su hermana lo alcanzó.

Tritón dio comienzo a la ceremonia recitando los votos que, como reina, Aquata habría de jurar, en nombre de Poseidón, su antepasado. Una vez que ella juró, el Rey removió su enorme corona de su cabeza y la depositó sobre la cabeza de su hija mayor, para finalmente traspasarle el Tridente de Poseidón que había pasado de mano en mano desde miles de generaciones a todos los reyes de Atlántica. Cuando este se encendió, reconociendo a su nueva dueña, los soldados cruzaron sus espadas en fila y la sala rompió en aplausos.