❝Donde finalmente, Jimin asume que debe dar un paso atrás.❞
Jungkook se pasa la vida ignorando y menospreciando a Jimin, aunque el pequeño rubio haga su mejor esfuerzo por agradarle. Gasta todos sus cartuchos y los vuelve a recargar, todo por el car...
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El ruido de los cubiertos rascando en los platos era asfixiante. Por fortuna, el ajetreo de la cafetería servía para enmascarar el silencio en la mesa.
Mientras el tintineo de cuchillo y tenedor continuaba como banda sonora en su desayuno, Jin, Hobi y Namjoon compartían miradas desde sus lugares.
El mayor no soportaba los silencios cargados.
—Bueno, ¿Y qué queréis hacer hoy?
Nadie respondió. Malditos capullos, me estoy esforzando, pensó Jin. Namjoon, entendiendo que nadie más iba a contestar, habló.
—Podriamos ir a Donghwasa. Nunca he visto los templos.—sugirió.
—Una idea fantástica. ¿Que Opináis?
Silencio. Jungkook miraba un punto en la mesa con el ceño fruncido, Yoongi removía su café sin demasiado entusiasmo y Tae y Jimin sencillamente se encogieron de hombros.
Hoseok tiró del cuello de su camiseta. Se estaba ahogando con la tensión.
Namjoon y Jin se miraron, antes de que este último suspirase.
—Pues Donghwasa, entonces.
Siguieron desayunando en silencio. Taehyung y Jimin compartieron una mirada preocupada.
La noche anterior.
Ambos chicos llevaban media hora sentados en la cama con las piernas a lo indio, asimilando la información que acababan de recibir.
—¿Jungkook te ha besado?
—¿Le has contado a Yoongi que estás colado por él?
Taehyung arrugó el gesto aún sin dar crédito.
—Te ha besado.—repitió. Después sufrió un escalofrío.—Que asquito.
Jimin no le escuchaba, con los ojos aún perdidos en la colcha.
—Se lo has contado. No me lo puedo creer.
Guardaron silencio por casi un minuto.
Finalmente, Tae suspiró, frotándose la cara.
—¿Que coño vamos a hacer ahora?
Jimin lo observó con solidaria comprensión.
Resulta que él no fue el único en meter la pata y pasarse de bocazas.
Así que al final, ambos amigos estaban en un punto similar. Habían mentido como bellacos y ahora no sabían cómo iban a sacar adelante la mentira de su relación.
No tan siquiera sabían si debían hacerlo.
—¿Crees que es bueno que sigamos con el plan?
Jimin se escuchaba genuinamente preocupado. En sus ojos castaños flotaba la duda. Tae poyó una mano en la colcha, propulsándose hacia delante con una sonrisa juguetona.
