EPILOGO

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Jungkook estaba de rodillas en el colchón, las piernas de Jimin sobre sus hombros mientras sostenía firmemente sus tobillos. Todo era calor húmedo y falta de aire. Choque de pieles cada vez que lentamente, se hundía entre los muslos del rubio. Era la tercera vez que lo hacían esa noche.

Pero no podía evitarlo. Le encantaba enterrarse en aquel perfecto calor mojado, sentía como el más bajo lo apretaba de manera tan deliciosa como la primera vez. Le había hecho de todo: Lo había follado con fuerza y rápido, echando un polvo con palabras tan sucias como el acto en si. Lo había penetrado a ritmos distintos, con marchas dispares, volviéndolo loco. Y ahora, ahora se dedicaba a entrar y salir de su agujero de una forma lenta, burlándose.

Jungkook lo miraba desde arriba, la media sonrisa presta. Arte. Eso tenía debajo. Puro y perfecto arte. Jimin con el pelo enredado y esparcido en las sábanas, su piel bronceada perlada de brillo por el sudor. Ojos cerrados, boca abierta y ceño fruncido. La respiración errática y el pulso desbocado. Un rojo tan intenso como el de sus labios cubriendo su cuello , sus mejillas. Lloriqueando de forma lastimera cada vez que Jungkook lo embestía. Jungkook no podía quitarle los ojos de encima, queriendo apreciarlo hasta el último centímetro.

Verlo allí, todo bonito y sobreestimulado.

Le encantaba acostarse con Jimin de cualquier forma pero joder, como amaba follarlo cuando sus nervios estaban a flor de piel. Cuando su agujero estaba húmedo y flojo después del sexo anterior, pulsando descontrolado con cada estímulo y Jimin movía la cabeza de un lado a otro, totalmente ido. Tan vulnerable... Lo hacía sentirse poderoso, más que en cualquier momento de su vida. En esos instantes, Jimin le cedía todo.

Le dejaba poseerlo y manejarlo a su antojo, se volvía un desastre sumiso de lloriqueos y gemidos. Y disfrutaba hasta el último miserable segundo.

—Jungkook... Por favor...¡Ah! Por favor...—suplicaba, lágrimas surcando su rostro, preso de la impotencia.

En esos instantes, Jimin perdía el control de sí mismo. Después de tanto placer, sentía tantas cosas dentro que era imposible para él gestionarlas.

—¿Qué, bebé?—preguntó, entrando y saliendo a un ritmo castigadoramente lento.

El rubio lloriqueó y enfocándole con sus ojos bañados en neblina y lágrimas, extendió los brazos hacia arriba. Pidiendo ser cargado, pidiendo que se ocupase de él.

Que gestionase aquella tormenta de sensaciones que él no podía tomar solo, pidiendo que lo guiase para convertir aquel océano de sensaciones en el más absoluto placer.

—¡Ah! Por favor, por favor...

Le pedía que tomase el control.

Por supuesto, lo hizo.

—Ven aquí, mi amor.—lo rodeó hasta alzarlo en brazos, recolocandolo en el extremo de la cama, donde el tenía tracción en el suelo.

Recolocó sus piernas de forma que rodearán su cadera y mantuvo las manos allí, sosteniéndolas porque sabía que a esas alturas, Jimin no podría hacerlo. Después se agachó, cubriendo el cuerpo de Jimin con el suyo y sonrió cuando sin mediar segundos, este se aferró a su espalda con necesidad cruda.

Enterrándose en su cuello, lo besó y siguió empujando en su interior.

Jimin emitía gemidos y gritos descontrolados conforme las estocadas se volvían más castigadoras, porque eso era lo que le gustaba. Jungkook sonrió y embistió más fuerte.

—Tranquilo, mi amor. Yo estoy aquí. ¿Ves cómo me encargo de ti? ¿Lo bien que te hago sentir?—el rubio afirmaba con la cabeza a toda velocidad, completamente ido.—Quieres correrte, ¿Verdad?—siguió asintiendo desaforado.—¿Quieres que yo haga que te corras, bebé? Bien.—jadeó cuando comprobó que Jimin ya no podía más, cuando le clavó las uñas en la espalda y lloró por su liberación.—Confía en mi. Te haré sentir tan bien...

NEVERMIND ♠️Kookmin♠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora